El Domingo 3 de julio de 1988, como solía hacerlo en el rezo del Ángelus
durante el Año Mariano, el Papa Juan
Pablo II se unía espiritualmente a los peregrinos reunidos en el Santuario eslovaco de Levoča, dedicado al Misterio de la Visitación, uno de los santuarios más antiguos del este de
Eslovaquia, ubicado sobre el llamado Monte de Maria - Mariánska hora, a unos
780 mts sobre la ciudad de Levoča al pie de los montes Tatras y muy cerca de la
frontera con Polonia.
Allí ya existía en 1247 una pequeña capilla mariana. En el siglo XV fue entronizada una estatua tallada en madera y dorada, obra de un artista anónimo local, estatua que se dice fuera salvada más de una vez durante diferentes invasiones y persecuciones, tal es asi que hoy se la considera como milagrosa. Durante el curso de los siglos la Iglesia fue siendo reestructurada y restaurada y en 1914, debido a la gran afluencia de peregrinos ya fue remodelada a lo que es el santuario actual.
En el Ángelus el
Papa recordaba además otros santuarios entre los más conocidos en
Eslovaquia, tan rica, - según decía - en
santuarios marianos: Gaboltov en Lutina, Marianka en Staré Hory, en
Trnava, pero sobre todo en Šaštín, santuario nacional de la Virgen de los
Dolores, Patrona de Eslovaquia. “En las
dificultades del pasado y el presente – decia el Papa “el afecto a la Dolorosa
y la confianza en la protección materna de María no se ha debilitado. Un amor
así a la Virgen tiene ciertamente su origen en la obra de los Santos Cirilo y
Metodio, los cuales confirmaron su fe y fundaron la cultura de los antepasados
eslovacos. Así fue siempre, a lo largo de toda la historia, como lo atestiguan
las iglesias dedicadas a la Bienaventurada Virgen María en todos los rincones
de Eslovaquia, construidas en diversas épocas, desde las más remotas a las más
recientes. Las peregrinaciones, como concreta manifestación popular de la fe y
de la devoción, han constituido siempre un encuentro importante y lo siguen
constituyendo también hoy”.
El primer domingo de 1995 el Papa peregrino también visitó el Santuario,
durante su visita apostólica a Eslovaquia. En su homilía decía el Papa: “Se puede decir que cada
rincón de Eslovaquia vive bajo la mirada materna de María… la devoción a la
Virgen de los Dolores acompañó a aquellas queridas poblaciones durante los
siglos de su historia, llena de pruebas difíciles que amenazaron la misma
existencia nacional, su identidad espiritual y su fe. En las dificultades del
pasado y del presente, el afecto a la Dolorosa y la confianza en la protección
materna de María no se ha debilitado. Un amor así a la Virgen tiene ciertamente
su origen en la obra de los Santos Cirilo y Metodio, los cuales confirmaron su
fe y fundaron la cultura de los antepasados eslovacos. Así fue siempre, a lo
largo de toda la historia, como lo atestiguan las iglesias dedicadas a la
Bienaventurada Virgen María en todos los rincones de Eslovaquia, construidas en
diversas épocas, desde las más remotas a las más recientes. Las
peregrinaciones, como concreta manifestación popular de la fe y de la devoción,
han constituido siempre un encuentro importante y lo siguen constituyendo
también hoy.”
Recordando a su propia patria el Papa polaco no podía olvidar
“ lo que representó para mi patria aquel Evangelio de la Visitación,
durante el tiempo de la valiente resistencia al sistema materialista marxista. Entonces – decía – por iniciativa del
Episcopado polaco urgido por el cardenal
Wyszynski, el venerado retrato de la
Santa Madre de Dios de Jasna Gora partió de Czestochowa para visitar todas las
parroquias y comunidades polacas. Esta peregrinación de la Virgen duró casi veinticinco
años. Durante el trayecto, fueron varias
las tentativas de imposibilitar esta “visitación”, mediante el secuestro de la
imagen y su “confinamiento” a Jasna Gora.
La peregrinación entonces se llevaba a cabo tan solo con el marco del
cuadro; un vacío por demás elocuente que marcaba aún más fuertemente la falta de libertad
religiosa”.
“Debemos reconocer – agregaba - que el perdurar de la fe en esta región también
se debe al testimonio de este santuario y así podremos decir de los hombres y
mujeres de esta generación “no han visto pero han creído”
Allí en el Santario de Levoca el Papa concluía su visita apostólica y al término de
la celebración se dirigía al millón de peregrinos reunidos llamándolos a
mantenerse fuertes…gracias a esta fuerza, que es fruto de la fe, gracias a esta
convicción, ustedes son lo que son.”
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