Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 24 de junio de 2016

Stanislaw Dziwisz : Los insólitos caminos de Juan Pablo II hacia la Divina Misericordia (1 de 2)

 (altar principal del Santuario de la Divina Misericordia en Lagiewniki/Cracovia)

“La verdad sobre la Divina Misericordia fue la razón principal de la enseñanza
pontificia del Santo Padre Juan Pablo II. Surgió ya al principio de su pontificado en la
Encíclica Dives in misericordia (1981). Este documento constituye, junto con las
Encíclicas Redemptor hominis (1979) y Dominum et vivificantem (1983), una parte de
la gran trilogía dogmática, en la cual el Papa habla al hombre contemporáneo sobre
Dios, que se revela al hombre como la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. La misericordia es la clave para la comprensión del misterio de Dios y del
hombre. Ella caracteriza a Dios que se revela al hombre en la Historia de la Salvación.
Es el tema principal de la enseñanza de Cristo y se muestra en plenitud en el misterio de
la salvación, en su muerte y en su Resurreción. La misericordia es a la vez una especial
oportunidad para el hombre, porque por ella puede experimentar la cercanía de Dios que
es misericordioso.

La beatificación y canonización de la Hermana Faustina
Durante la beatificación de la Hermana Faustina Kowalska en el segundo
domingo de Pascua, el 18 de abril de 1993 en Roma, Juan Pablo II recalcó que el
misterio de la Divina Misericordia, el cual Dios había recordado a todo el mundo por
medio de una humilde monja de Polonia, es un “llamamiento profético al mundo”. Para
toda la humanidad, cansada de las guerras terribles, el mensaje de la misericordia se
convirtió en un signo de esperanza, mostrando la presencia de Dios que regala el amor y
la posibilidad de un renacimiento espiritual del hombre.
La canonización de la Hermana Faustina Kowalska el 30 de abril de 2000 en
Roma fue de una especial elocuencia, porque por medio de este acto Juan Pablo II
transmitió el mensaje de la misericordia a todo el mundo como un puente que une el
segundo milenio del cristianismo con el nuevo siglo. Recordó a su vez que la
misericordia de Dios es una oportunidad especial para el renacimiento de toda la
humanidad: “La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija a la Divina
Misericordia” (Diario). El mensaje de la Misericordia permite interpretar de nuevo el
Evangelio sobre la Misericordia de Dios, en cuya luz el hombre no sólo recibe y
experimenta la misericordia de Dios, sino que está llamado a “usar misericordia” con
los demás (DM 14).
Juan Pablo II proclamó el Segundo Domingo de Pascua, el “Domingo de la
Misericordia”, poniendo de relieve que la misericordia es una oportunidad para conocer
el “Verdadero rostro de Dios y del hombre” (Homilía de la canonización, 5). El
mensaje de la misericordia recuerda a su vez al mundo la dignidad y el valor de cada
hombre, por el cual Cristo entregó su vida.
Durante la canonización de la Hermana Santa Faustina Kowalska Juan Pablo II
subrayó de forma clara que el mensaje de la misericordia, proclamado incesantemente
por la Iglesia, y recordado gracias a las apariciones a Santa Faustina, se convierte hoy
en una parte de la experiencia del hombre perdido en medio de diferentes ideologías y
corrientes de pensamientos en el cambio del siglo XX y XXI. En el misterio de la
Divina Misericordia el cristiano encuentra el rostro verdadero de Dios, cercano al
hombre, y el rostro verdadero del hombre que necesita la misericordia y disponible para
practicarla1. El Santo Padre volvió a este pensamiento muchas veces cuando polemizó
con la “teología de la muerte de Dios”, o también cuando demostró los errores de los
totalitarismos contemporáneos que intentan eliminar a Dios de la historia humana.

Consagración del mundo a la Divina Misericordia
Durante la Consagración de la Basílica de la Divina Misericordia en Cracovia el
17 de agosto de 2002 Juan Pablo II una vez más recalcó que el mundo contemporáneo
necesita la Divina Misericordia, así como encomendó a la iglesia la tarea de acercar al
mundo el misterio de la Divina Misericordia: “Por eso hoy, en este santuario, quiero
consagrar solemnemente el mundo a la Misericordia divina. Lo hago con el deseo
ardiente de que el mensaje del amor misericordioso de Dios, proclamado aquí a través
de santa Faustina, llegue a todos los habitantes de la tierra y llene su corazón de
esperanza. Que este mensaje se difunda desde este lugar a toda nuestra amada patria y al
mundo. Ojalá se cumpla la firme promesa del Señor Jesús: de aquí debe salir “la chispa
que preparará al mundo para su última venida” (cf. Diario, 1732, ed. it; P. 568). Es
preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este
fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el
hombre, la felicidad. Os encomiendo esta tarea a vosotros, amadísimos hermanos y
hermanas, a la Iglesia que está en Cracovia y en Polonia, y a todos los devotos de la
Misericordia divina que vengan de Polonia y del mundo entero” 2
El tema de la Divina Misericordia surgió de nuevo en la enseñanza de Juan
Pablo II en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte, publicada en el umbral del
Tercer Milenio del cristianismo (6. I. 2001), como “imaginación de la caridad”. El Papa
escribió sobre la imaginación de la caridad en el contexto de la Europa que se unificaba.
Esta cuestión se convirtió en objetivo de la reflexión del Sínodo de los Obispos en
octubre de 1999, que preparó el Gran Jubileo del año 2000. El fruto de los debates
sinodales fue la Exhortación Apostólica Ecclesia in Europa (28. VI 2003). Este tema
parece sugerir unos argumentos de pensamiento, que abarcan toda la enseñanza del
Santo Padre cuyo nexo es la verdad sobre la misericordia de Dios.
El emprendimiento de la cuestión de la Divina Misericordia en la enseñanza de
Juan Pablo II exige la presentación del problema del misterio de Dios que se revela en el
Antiguo y en el Nuevo Testamento en su esencia como misericordioso. El Papa ofrece
una interpretación muy original de Dios, quien se revela como Padre de misericordia en
toda la Historia de la Salvación. El misterio de la misericordia permite al hombre
comprenderse a sí mismo y realizar su vocación. Al mismo tiempo le hace consciente de
que necesita incesantemente la misericordia y de que es capaz de practicarla con el
prójimo. Tales suposiciones del Papa Juan Pablo II dirigen nuestra atención al misterio
de Dios que revela su misericordia en el Antiguo testamento, así como a Cristo que es la
plenitud de la revelación de la misericordia del Padre en la Nueva Alianza, y a los
modos de realización de la misericordia por los discípulos de Cristo.


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