Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 26 de enero de 2019

Karol Wojtyla: La Madre de Dios en la vida del sacerdote (2 de 2)


El sacerdote debe poseer una profunda convicción de la gracia de la  Maternidad de Maria, pues se trata de una relación precisa y profunda con su vocación.  El sacerdote es el administrador de los misterios de Dios, un administrador de gracia.  El conoce los problemas de los hombres desde adentro, desde la perspectiva de aquellas acciones que están acompañadas por la eficacia de la gracia,  o desde aquel ángulo en el cual el hombre no quiere colaborar con la gracia,  o bien cuando sobrecargado por bienes menores se vuelve gradualmente insensible a ella.  De esta manera conociendo los problemas de los hombres desde adentro, el sacerdote puede no solo examinarlos, sino tomar partida.  Porque el es,  sin lugar a dudas,  un administrador de gracia, Cristo, al igual que los hombres, espera que el sacerdote actué  en el hombre, para acompañar aquellas acciones que se originan en la gracia, para evitar el colapso,  y protegerlo contra la insensibilidad espiritual. Esta es la esencia real de su ministerio.

Este ministerio permite al sacerdote vivir el soplo de los misterios de Cristo, le permite vivir en el reino de su Cuerpo Místico. Este ministerio imprime una marca profunda en el alma del sacerdote. Es, sobre todo, la marca de Cristo, pero si la miramos con mayor atención,  nos daremos cuenta que también posee cualidades marianas en común. No les escribió acaso San Pablo a sus hermanos “ Hijos mios, por quienes estoy sufriendo los dolores del parto”?  Esta declaración es como un estallido  de la conciencia misma del sacerdote.  Y podríamos continuar citando ulteriores manifestaciones de este sufrimiento materno de dar a luz viajando a Ars, o a la choza del Padre Beyzin en Madagascar, o a la morada del Obispo Lozinski en Polesia y quizás a muchos otros cuartos de vivienda y muchas otras vidas de sacerdotes.  Y quizás también a mi casa y a mi vida?

Así el sacerdocio nos permite participar en la maternidad de la gracia, y de alguna manera en la Maternidad de Maria, la Madre de la gracia de Dios.  Y aquí, en este lugar, la conciencia de la relación del sacerdote con Maria atraviesa el eje de la vida sacerdotal.     El sacerdote está unido a la Madre de Dios porque está unido a  Su Maternidad.  Esta unido a Su Maternidad por medio de la esencia misma de su vocación…  

Fuente: The Making of the Pope of the Millenium -Kalendarium of teh Life of Karol Wojtyla

(parte del texto de dos conferencias en un retiro para sacerdotes realizado en la Universidad Católica de Lublin (Agosto 24-26, 1954)  sobre el tema: La Madre de Dios en la vida del sacerdote.


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