Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 15 de enero de 2019

Karol Wojtyla: Significado de la muerte y de la inmortalidad (2 de 2)



La filosofía contemporánea del hombre, que en análisis penetrantes ha sacado a la luz toda la realidad trascendente de la persona, ha elaborado una visión personalista de la muerte. Está claro, por la experiencia que tiene, que es un postulado precioso. La tradición cristiana encuentra en esa visión el fundamento para expresar, en categorías más próximas a la mentalidad contemporánea, la verdad revelada acerca del Encuentro con el Dios vivo, al que el hombre que muere está preparado en la medida de su participación en la vida divina, es decir en la gracia santificante.  La trascendencia propia de la persona humana en lo que se refiere a la verdad (pensamiento) y al bien (voluntad) alcanza las dimensiones, abiertas al hombre, del Absoluto, y al mismo tiempo se raeliza a través del encuentro con el «Tu» divino. La revelación divina nos perite esperar y creer que la trascendencia propia del ser humano no está suspendida por el aislamiento ultimo de la existencia; es decir que aquella está profundamente enlazada con la tendencia de la persona hacia otras personas, con la llamada, radicada en el hombre por el Creador: a la comunidad, a la vida, en la unidad y en la comunión: in communione personarum.

El cristianismo no profesa la verdad sobre la inmortalidad del alma bajo la forma de un existir abstracto en el mundo de las ideas puras, sino bajo la forma de verdad sobre el reino de Dios como realización ultima del hombre-persona en la unión beatísima con Dios «en la visión beatifica» , y al mismo tiempo en la plena realización de la comunión de personas creadas, denominada communio sanctorum. La realidad escatológica brota de las raíces que el Creador ha puesto en la naturaleza del hombre. En ella encuentra el hombre la realización de su tendencia insaciable a la verdad y al bien que responde a la trascendencia de la persona; encuentra, igualmente, la realización de la necesidad de comunión (communio), a través de la cual las personas participan en el Amor y ralizan el amor como forma de reciproca referencia y unión en la comunidad.
Al mismo tiempo, el crecer de la Realización definitiva de toda la obra de la Creación sucede no por derecho de la Naturaleza, sino debido a la fuerza de la Gracia. Es fruto de la acción atractiva y transformadora del mismo Dios, acción que llena toda la economía de la salvación. En el centro de esa economía se encuentran la Cruz y la Resurrección de Cristo.  

(de Karol Wojtyla: EL HOMBRE Y SU DESTINO, Trilogía inédita, Biblioteca Palabra, Madrid) Original publicado en italiano por Librería Editrice Vaticana, 1998.

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