¿Nos animamos a
permanecer al pie de la cruz como María?
Contemplamos
a María, mujer fuerte. De ella queremos aprender a estar de pie al lado de la
cruz. Con su misma decisión y valentía, sin evasiones ni espejismos. Ella supo
acompañar el dolor de su Hijo, tu Hijo, Padre, sostenerlo en la mirada,
cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no la resignó. Fue la mujer
fuerte del “sí”, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran
custodia de la esperanza.
Nosotros
también, Padre, queremos ser una Iglesia que sostiene y acompaña, que sabe
decir: ¡Aquí estoy! en la vida y en las cruces de tantos cristos que caminan a
nuestro lado.
De
María aprendemos a decir “sí” al aguante recio y constante de tantas madres,
padres, abuelos que no dejan de sostener y acompañar a sus hijos y nietos
cuando “están en la mala”.
De
ella aprendemos a decir “sí” a la testaruda paciencia y creatividad de aquellos
que no se achican y vuelven a comenzar en situaciones que parecen que todo está
perdido, buscando crear espacios, hogares, centros de atención que sean mano
tendida en la dificultad.
En
María aprendemos la fortaleza para decir “sí” a quienes no se han callado y no
se callan ante una cultura del maltrato y del abuso, del desprestigio y la
agresión y trabajan para brindar oportunidades y condiciones de seguridad y
protección.
En
María aprendemos a recibir y hospedar a todos aquellos que han sufrido el
abandono, que han tenido que dejar o perder su tierra, sus raíces, sus
familias, su trabajo.
Padre,
como María queremos ser Iglesia, la Iglesia que propicie una cultura que sepa
acoger, proteger, promover e integrar; que no estigmatice y menos generalice en
la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo emigrante como
portador del mal social.
De
ella queremos aprender a estar de pie al lado de la cruz, pero no con un
corazón blindado y cerrado, sino con un corazón que sepa acompañar, que conozca
de ternura y devoción; que entienda de piedad al tratar con reverencia,
delicadeza y comprensión. Queremos ser una Iglesia de la memoria que respete y
valorice a los ancianos y reivindique el lugar que tienen como custodios de
nuestras raíces.
Padre,
como María queremos aprender a estar.
VÍA CRUCIS CON LOS
JÓVENES
DISCURSO DEL SANTO
PADRE
Campo Santa María la
Antigua – Cinta Costera
Viernes, 25 de enero de 2019
Viernes, 25 de enero de 2019
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