Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 2 de julio de 2011

60 años de sacerdocio de Benedicto XVI, un Papa maestro





«Non iam dicam servos, sed amicos» - «Ya no os llamo siervos, sino amigos» (cf. Jn 15,15). Sesenta años después de mi Ordenación sacerdotal, siento todavía resonar en mi interior estas palabras de Jesús…



(Homilía del Santo Padre Benedicto XVI en la SOLEMNIDAD DE LOS APÓSTOLES SAN PEDRO Y SAN PABLO





Tuve problemas con mi pc (ordenador) y me perdí la oportunidad de publicar varios posts, pero aunque sea tarde no quería pasar por alto el largo camino de sacerdote del Santo Padre Benedicto XVI desde aquel 29 de junio de 1951 dia de su ordenación sacerdotal, día que durante su primera visita a tierras bávaras como Papa recordaba “con gran alegría” reflexionando:
“cuando estaba yo postrado en tierra – decía -y en cierto modo envuelto por las letanías de todos los santos, por la intercesión de todos los santos, caí en la cuenta de que en este camino no estamos solos, sino que el gran ejército de los santos camina con nosotros, y los santos aún vivos, los fieles de hoy y de mañana, nos sostienen y nos acompañan. Luego vino el momento de la imposición de las manos... y, por último, cuando el cardenal Faulhaber nos dijo: "Iam non dico vos servos, sed amicos", "Ya no os llamo siervos, sino amigos", experimenté la ordenación sacerdotal como inserción en la comunidad de los amigos de Jesús, llamados a estar con él y a anunciar su mensaje. Luego, el recuerdo de que yo mismo aquí ordené a sacerdotes y diáconos, que ahora trabajan al servicio del Evangelio y durante muchos años —ya son decenios— han transmitido el mensaje y lo siguen haciendo.”

Y después de muchos años de actividad universitaria en 1977 le costaba despedirse de los claustros “pues el paso de la cátedra universitaria al servicio de arzobispo de Munich y Freising era un salto enorme” y se encontró con la “difícil opción de aceptar o rechazar el nombramiento de arzobispo de Munich y Freising, que me sacaría de mi acostumbrada actividad universitaria llevándome hacia nuevas tareas y nuevas responsabilidades, reflexioné mucho…”

le confiaba a sacerdotes y diáconos permanentes en el encuentro en la Catedral de Santa Maria y San Corbiniano.


Y algo más tarde en 1982, debió despedirse nuevamente para irse más lejos y ya quedarse en Roma definitivamente cuando Juan Pablo II le nombra Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional, momento que Juan Pablo II recordaba en su carta al cardenal Ratzinger en el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal “Hace 20 años le pedí colaborar a tiempo completo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Desde entonces no ha dejado de prodigar sus energías intelectuales y morales para fomentar y tutelar la doctrina sobre la fe y las costumbres en todo el orbe católico (cf. Constitución Apostólica Pastor Bonus, n. 48), mientras alentaba estudios dirigidos a aumentar el conocimiento de la fe para responder convenientemente a los nuevos problemas que surgen del progreso de la ciencia y la civilización, a la luz de la Palabra de Dios (cf. ibid., n. 49).


Después de muchos años al servicio de la Iglesia con sede en Roma, el Cardenal Joseph Ratzinger soñaba retirarse y regresar a su querida tierra bávara. También él como Juan Pablo II extrañaba su terruño. Pero la respuesta de su amigo fue "No es preciso que escriba la carta, pues yo quiero seguir teniéndolo conmigo hasta el final". Quizás también intuía lo que vendría después…. Y que no era prudente alejarse del corazón de la Iglesia…..



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