Hoy la argentina celebra a su Santa Patrona Nuestra
Señora de Luján, aquella
Virgencita que al pasar por Buenos Aires quiso quedarse aquí cerca en la
estancia de Rosendo…. Rosendo fue quien luego le confió el cuidado de la imagen
al joven negro llamado Manuel quien había sido testigo de aquella “decisión” de
la Virgen de quedarse en el “Lugar del Milagro”. La imagen fue más tarde fue
trasladada a orillas del rio Lujan.
No sabemos mucho del negro Manuel pero la Basílica de
Luján guarda en su pagina oficial una breve historia, de la cual extraigo una
parte.
Hacia el año 1638 el
negro Manuel contrajo matrimonio con una mujer criolla, llamada Beatriz,
esclava de la familia González Filiano. El matrimonio fue celebrado en la humilde
Ermita de la Concepción del río Luján. Beatriz fue una fiel compañera y lo
secundó plenamente en el empeño por mantener vivo el culto a la Santísima
Virgen en la apartada Ermita de Rosendo. Beatriz falleció antes de 1670.
Doña Ana de
Matas, mientras levantaba los planos para la Capilla prometida abrió también un
pequeño oratorio, que atendía el negro Manuel. Parece ser que así como la Reina
Celestial se valió de la sencillez de un pobre indio llamado Juan Diego para
promover el culto a la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe (que también es de
la Concepción), así también quiso valerse de este negro llamado Manuel, de rara
candidez y simplicidad, para propagar los cultos de la Imagen de Nuestra Señora
de Luján.
Todo el cuidado
del negro era el aseo de su altar, el encenderle velas y ungir con el sebo de
su lámpara a los enfermos que venían de partes diferentes a buscar en la Virgen
su remedio; y no pocas veces con efectos maravillosos. Su inocente simplicidad
era tal que algunas veces trataba a la Santísima Virgen con extremada
familiaridad. Fue el caso que, habiéndose hecho ya el pequeño Oratorio a la
Virgen contiguo a la casa de Matas, y estando ya colocada en su nicho la
Imagen, reparó el negro Manuel que algunas noches faltaba del nicho, y por la
mañana ya la encontraba en él, pero llena de rocío muchas veces y otras con el
manto y vestido llenos de abrojos y cadillos, y por las fimbrias polvo y algún
barro, y en estas ocasiones le decía: Señora mía, ¿qué necesidad tenéis Vos
de salir de casa para remediar cualquiera necesidad siendo tan poderosa? ¿y,
como Vos sois tan amiga de los pecadores, que salís en busca de ellos, cuando
véis que os tratan tan mal? Con aquellas pintas o señales del vestido
quería indicamos y damos a entender Nuestra Señora que en beneficio de los
mortales daba pasos, como por sus pies y que su Corazón maternal iba en busca
de los pobres pecadores, para convertirlos y llevarlos al cielo. Y nuestro
bendito negro Manuel con los cadillos, abrojos, barro y polvo, que sacudía del
vestido de la Virgen, obraba maravillas en bien de los devotos.
Uno de los más
famosos milagros obrados por el negro Manuel y seguramente el más celebrado fue
la curación del Padre Pedro de Montalbo, quien estando gravemente enfermo decidió
dedicar una novena a la milagrosa Señora de Lujan y visitar su Capilla. Alli el negro Manuel le ungió el pecho con el
aceite de la lámpara d ela Santa Imagen consolándole que : La Virgen Santísima le quiere para su
Capellán; el prometió, si le daba la salud, serlo toda su vida.
El negro Manuel llego
a ser amigo y consejero de todos los
habitantes de la zona. Ayudó no poco a la prosecución de la obra de la Capilla,
cuyos cimientos bendijera un fraile Carmelita y que el licenciado Pedro
Montalbo tomara con mucho afán hasta verla terminada, y así el bendito negro
continuó en servicio de la gran Señora hasta el final de sus días. Hallándose
en la última enfermedad dijo un día a los presentes: Mi Ama, la Santísima
Virgen, me ha revelado que he de morir un viernes y que al sábado siguiente me
llevará a la Gloria. En efecto, su muerte aconteció en el día que había
dicho, y es de creer piadosamente que se cumplió su vaticinio por entero. Murió en olor de santidad, por cuyo motivo
logró su cuerpo sepultura detrás del altar mayor del Santuario que el Capellán
Pedro de Montalbo terminara de edificar, descansando a los pies de su bien
amada Imagen de Nuestra Señora de Luján. Su muerte aconteció en la primera mitad del
año del Señor de 1686.”
Más información en
Pueblo de Marìa, donde también se
puede leer el prólogo del libro del padre Federico Burbridge titulado El negro
Manuel el hijo fiel de Nuestra Señora de
Luján.
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