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la «unidad espiritual de la Europa cristiana» significa vencer la cortina de
hierro y el muro comunista, pero por el momento seria una utopía impuesta sí,
pero por proyección de voluntad más que por programa operativo. Será la
historia – a menudo acaricia la idea –
la que hará un programa, por ahora es un deseo a larga data. Como programa operativo por ahora existe el
dialogo con el régimen y así lo presenta Juan Pablo hablándoles a los obispos, con la observación que «con el episcopado
polaco se encuentra hoy un Papa polaco»
«el auténtico diálogo debe respetar las convicciones de los creyentes, asegurar todos los derechos de los ciudadanos y las condiciones normales para la actividad de la Iglesia como comunidad religiosa, a la que pertenece la gran mayoría de los polacos. Nos damos cuenta que este diálogo no puede ser fácil, porque se desarrolla entre dos concepciones del mundo diametralmente opuestas, pero debe ser posible y eficaz si lo exige el bien del hombre y de la nación». (Czestochowa, 5 de junio)
La pregunta sobre el sentido histórico de la
propia elección al Papado se haría presente durante los nueve días. Y es en
Oswiecim, conocida para todos como
Auschwitz, que se revela finalmente a
los ojos del mundo la providencialidad de aquella elección. El palco de la Misa
se alza sobre la plataforma que se encuentra a la mitad de la ferrovía que
atraviesa el campo principal, donde los
recién llegados eran seleccionados y enviados en doble fila hacia las cámaras
de gas o a las barracas de trabajos forzados.
Alli Juan Pablo recuerda a la multitud de haber
crecido en el entorno de aquella tierra devenida en el «Golgota del mundo contemporáneo »: Wadowice se encuentra a a treinta
kilómetros de aquel palco. La larga lista
de los pueblos que allí encontrarán el martirio, se detiene ante la lápida con la inscripción
en lengua hebraica y pronuncia sobre la Shoa palabras que hasta ahora ningún
Papa se había atrevido a pronunciar.
El es consciente de su misión por haber sido coterráneo de tanto martirio. Se presenta como
«el Papa que ha venido a la sede de san Pedro de la diócesis donde se encuentra el campo de Oswiecim»
Y además:.
Cristo quiere que yo, Sucesor de Pedro, dé testimonio ante el mundo de lo que constituye la grandeza del hombre de nuestros tiempos y de su miseria. De lo que constituye su derrota y su victoria.(Auschwitz 7 de junio)
El mundo escuchándolo intuye que el nuevo Papa ayudara en esa gran y difícil tarea muy difícil de comprender Auschwitz o solo recordarlo.Hablándoles a los operarios de Nowa Huta Juan Pablo pronuncia las palabras que le darán el primer empujón a la vida de Solidarnosc:
«la Iglesia no tiene miedo del mundo del trabajo», «no tiene miedo del sistema basado en el trabajo» y «no se puede disociar la cruz del trabajo humano»
«Cristo no aprobará jamás que el hombre sea considerado —o
que se considere a sí mismo— únicamente
como instrumento de producción»
«Nadie puede asombrarse que yo hable aquí en Polonia de la dignidad del trabajador, de lo cual ya he hablado en México y quizás de modo más severo ,utilizando palabras más duras. La Iglesia por el bien del hombre desea llegar a una común comprensión de las cosas, con todo sistema de trabajo. Tan solo le pide al sistema que le permita hablar de Cristo al hombre y de amar al hombre acorde a la medida de su propia dignidad» (Nowa Huta 9 junio)
La tarde del sábado la serenata continuara durante gran parte de la noche con una multitud silenciosa bajo aquella ventana, aun después que el Papa se ha retirado. De allí la gente irá directamente a la explanada de Blonie, a orillas del Vistola, donde tendrá lugar la celebración final. Las calles fluyen como ríos durante toda la noche. Más de un millón de personas confirman las autoridades polacas. Los observadores agregan que se trata de la multitud mas numerosa reunida bajo el sol para escuchar a una sola persona, no solo en la historia reciente de Polonia, sino en todos los países europeos.
A aquella multitud tan singular Juan Pablo le repite su lema pontifical:
«No tengais miedo. Hace falta abrir las fronteras. No existe imperialismo en la Iglesia, sino solo servicio».
Después aquella marea humana se dispone a cubrir los 12 kilómetros del recorrido había el aeropuerto para el adiós.Saludando a la patria en el aeropuerto de Cracovia, Juan Pablo pronuncia algunas palabras decisivas para que se entienda la novedad del mensaje que vino a traer dependiendo de la respuesta que reciba pero ciertamente no podrá ser aceptación de lo existente:
«Es necesario tener la valentía de caminar en la dirección en la que nadie ha caminado hasta ahora, Nuestro tiempo tiene necesidad de un testimonio que exprese abiertamente la voluntad de acercar entre sí las naciones y regímenes, como condición indispensable para la paz en el mundo.» (Cracovia 10 de junio)
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