Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 1 de septiembre de 2022

Juan Pablo II el Papa que hizo temblar al Kremlin – Luigi Accattoli (2 de 2)

 


Mostrar la «unidad espiritual de la Europa cristiana» significa vencer la cortina de hierro y el muro comunista, pero por el momento seria una utopía impuesta sí, pero por proyección de voluntad más que por programa operativo. Será la historia –  a menudo acaricia la idea – la que hará un programa, por ahora es un deseo a larga data.  Como programa operativo por ahora existe el dialogo con el régimen y así lo presenta Juan Pablo hablándoles a los obispos,  con la observación que «con el episcopado polaco se encuentra hoy un Papa polaco»

«el auténtico diálogo debe respetar las convicciones de los creyentes, asegurar todos los derechos de los ciudadanos y las condiciones normales para la actividad de la Iglesia como comunidad religiosa, a la que pertenece la gran mayoría de los polacos. Nos damos cuenta que este diálogo no puede ser fácil, porque se desarrolla entre dos concepciones del mundo diametralmente opuestas, pero debe ser posible y eficaz si lo exige el bien del hombre y de la nación». (Czestochowa, 5 de junio) 

La pregunta sobre el sentido histórico de la propia elección al Papado se haría presente durante los nueve días. Y es en Oswiecim,  conocida para todos como Auschwitz,  que se revela finalmente a los ojos del mundo la providencialidad de aquella elección. El palco de la Misa se alza sobre la plataforma que se encuentra a la mitad de la ferrovía que atraviesa el campo principal, donde  los recién llegados eran seleccionados y enviados en doble fila hacia las cámaras de gas o a las barracas de trabajos forzados.

Alli Juan Pablo recuerda a la multitud de haber crecido en el entorno de aquella tierra devenida en el «Golgota del mundo contemporáneo »: Wadowice se encuentra a a treinta kilómetros de aquel palco.  La larga lista de los pueblos que allí encontrarán el martirio,  se detiene ante la lápida con la inscripción en lengua hebraica y pronuncia sobre la Shoa palabras que hasta ahora ningún Papa se había atrevido a pronunciar.

 El es consciente de su misión  por haber sido coterráneo de tanto martirio. Se presenta como 

 «el Papa que ha venido a la sede de san Pedro de la diócesis donde se encuentra el campo de Oswiecim»  

Y además:. 

Cristo quiere que yo, Sucesor de Pedro, dé testimonio ante el mundo de lo que constituye la grandeza del hombre de nuestros tiempos y de su miseria. De lo que constituye su derrota y su victoria.(Auschwitz 7 de junio) 

 El mundo escuchándolo intuye que el nuevo Papa  ayudara en esa gran y difícil  tarea muy difícil de comprender Auschwitz o solo recordarlo.Hablándoles a los operarios de Nowa Huta Juan Pablo pronuncia las palabras que le darán el primer empujón a la  vida  de Solidarnosc:

 «la Iglesia no tiene miedo del mundo del trabajo»,  «no tiene miedo del sistema basado en el trabajo» y «no se puede disociar la cruz del trabajo human   

«Cristo no aprobará jamás que el hombre sea considerado —o que se considere a sí mismo— únicamente como instrumento de producción»

 En aquel momento aquellas palabras no llamaron la atención a los observadores internacionales pero él era consciente de la importancia que conllevaban, sabía que contrastaban directamente con la pretensión del régimen de basarse en el trabajo y tener a los trabajadores de su lado. Tanto que Juan Pablo siente, por primera vez, la necesidad de tranquilizar a las autoridades comunistas, con estas palabras improvisadas:

«Nadie puede asombrarse que yo hable aquí en Polonia de la dignidad del trabajador, de lo cual ya he hablado en México y quizás de modo más severo ,utilizando palabras más duras. La Iglesia por el bien del hombre desea llegar a una común comprensión  de las cosas, con todo sistema de trabajo. Tan  solo le pide al sistema que le permita hablar de Cristo al hombre y de  amar al hombre acorde a la medida de su propia dignidad» (Nowa Huta 9 junio)

 El viaje termina en Cracovia, su ciudad. Aquí, el ultimo día, el Papa será testigo de la multitud más grande y mas cálida del viaje. En la penúltima y las dos tardes precedentes, los jóvenes, en nombre de toda la población, le ofrecerán interminables serenatas bajo la ventana del Arzobispado. El  se sube sobre una mesa para mirar hacia afuera y verlos a todos. Le acercan un micrófono, pero la instalación es improvisada y solo lo oyen los más cercanos. Habla con gestos. Reza el Ángelus, y dice que va a cenar. Luego vuelve y dice que va a adormir pero allí abajo nadie se mueve.

La tarde del sábado la serenata continuara durante gran parte de la noche con una multitud silenciosa bajo aquella ventana, aun después que el Papa se ha retirado. De allí la gente irá directamente a la explanada de Blonie, a orillas del Vistola, donde tendrá lugar la celebración final. Las calles fluyen como ríos durante toda la noche. Más de un millón de personas  confirman las autoridades polacas. Los observadores agregan que se trata de la multitud mas numerosa  reunida bajo el sol para escuchar a una sola persona, no solo en la historia reciente de Polonia, sino en todos los países europeos.

A aquella multitud  tan singular Juan Pablo le repite su lema pontifical:

 «No tengais miedo. Hace falta abrir las fronteras. No existe imperialismo en la Iglesia, sino solo servicio». 

Después aquella marea humana se dispone a cubrir los 12 kilómetros del recorrido había el aeropuerto para el adiós.Saludando a la patria en el aeropuerto de Cracovia, Juan Pablo pronuncia algunas palabras decisivas para que se entienda  la novedad del mensaje que vino a traer dependiendo de la respuesta que reciba pero ciertamente no podrá ser aceptación de lo existente:

 «Es necesario tener la valentía de caminar en la dirección en la que nadie ha caminado hasta ahora, Nuestro tiempo tiene necesidad de un testimonio que exprese abiertamente la voluntad de acercar entre sí las naciones y regímenes, como condición indispensable para la paz en el mundo.» (Cracovia 10 de junio)

 (Luigi Accattoli: GIOVANNI PAOLO La prima biografia completa, San Paolo, Milano, 2006)

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