Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

viernes, 22 de marzo de 2024

Conviértanse aún es tiempo – Papa Francisco a la mafia

 


Se cumplen 10 años desde aquel viernes 21 de marzo de 2014 cuando llegaban a Roma, procedentes de toda Italia,  más de 700 familiares de las víctimas de las mafias. Lo hacían en representación de aproximadamente 15.000 personas que han sufrido el dolor de la pérdida de un ser querido a manos de la violencia mafiosa.  A partir de 1996, el 21 de marzo, primer dia de primavera,  se recuerda en toda Italia, a las víctimas inocentes de las mafias. La tarde del 21 de marzo de 2014 el Papa Francisco salió del Vaticano para visitar y saludar a aquellos familiares que se reunian en  la Parroquia de San Gregorio VII (donde la Asociación “Libera” organizaba un encuentro en recuerdo de las víctimas de las mafias), previo a la vigilia y la “Jornada de la memoria y el compromiso que se realizaría esa noche y al dia siguiente en Latina.    Cada año la manifestación principal se lleva a cabo en un lugar diferente, y ese 2014 se desarrollaba en la ciudad lacial de Latina. El sábado 22 de marzo se celebraba allí la XIX Jornada de la Memoria y del compromiso, en recuerdo de las víctimas de las mafias, organizada por “Libera” y “Avviso Pubblico”, sobre el tema “Raíces de Memoria, frutos de empeño”. (Vat news) 

En su reflexión en la vigilia de oración por las víctimas de las mafias, el papa Francisco saludaba, agradecía el encuentro, invitaba a la oración y a una urgente conversión::

“El deseo que siento es de compartir con vosotros una esperanza, y es esta: que el sentido de responsabilidad poco a poco triunfe sobre la corrupción, en todas las partes del mundo... Y esto debe partir desde dentro, de las conciencias, y desde allí volver a curar, volver a sanar los comportamientos, las relaciones, las decisiones, el tejido social, de modo que la justicia gane espacio, se amplíe, se arraigue, y ocupe el sitio de la iniquidad.  Sé que vosotros sentís fuertemente esta esperanza, y quiero compartirla con vosotros, deciros que os estaré cercano incluso esta noche y mañana, en Latina —si bien no podré ir físicamente, pero estaré con vosotros en este camino, que requiere tenacidad, perseverancia.

En especial, quiero expresar mi solidaridad a quienes entre vosotros han perdido a una persona querida, víctima de la violencia mafiosa. Gracias por vuestro testimonio, porque no os habéis cerrado, sino que os habéis abierto, habéis salido, para contar vuestra historia de dolor y de esperanza. Esto es muy importante, especialmente para los jóvenes. Quiero rezar con vosotros —y lo hago de corazón— por todas las víctimas de la mafia. Incluso hace pocos días, cerca de Taranto, se produjo un delito que no tuvo piedad ni siquiera de un niño. Pero al mismo tiempo recemos juntos, todos juntos, para pedir la fuerza de seguir adelante, de no desalentarnos, sino de seguir luchando contra la corrupción.

Y siento que no puedo terminar sin decir una palabra a los grandes ausentes, hoy, a los protagonistas ausentes: a los hombres y mujeres mafiosos. Por favor, cambiad de vida, convertíos, deteneos, dejad de hacer el mal. Y nosotros rezamos por vosotros. Convertíos, lo pido de rodillas; es por vuestro bien. Esta vida que vivís ahora, no os dará placer, no os dará alegría, no os dará felicidad. El poder, el dinero que vosotros ahora tenéis de tantos negocios sucios, de tantos crímenes mafiosos, es dinero ensangrentado, es poder ensangrentado, y no podréis llevarlo a la otra vida. Convertíos, aún hay tiempo, para no acabar en el infierno. Es lo que os espera si seguís por este camino. Habéis tenido un papá y una mamá: pensad en ellos. Llorad un poco y convertíos. Recemos juntos a nuestra Madre María para que nos ayude: Ave María...

(Palabras que me recuerdan aquellas palabras fuertes, enérgicas, inolvidables – decían que fulminantes -   al término de la Misa, después de la bendición final  que Juan Pablo II expresara en el  Valle de los Templos en Agrigento, (su secretario el cardenal Stanislaw Dziwisz expresó que  "se enfadó de verdad tan sólo en dos ocasiones"  "en Agrigento, cuando habló contra la mafia" y en en aquel Ángelus en el que pidio que no comenzara la guerra en Irak en el año 2003)

Para impartir la bendición,  después de su discurso,  el Papa Francisco se coloco la estola de Don Diana, mártir de la lucha contra la camorra,  cuyo asesinato fue recordado hace unos días por el Papa Francisco en su carta  a Mons. Angelo Spinillo, Obispo de Aversa,  Aversa 

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