Su excelencia Piero Marini, Arzobispo titular de Martirano, fue
durante veinte años el Maestro de las Celebraciones litúrgicas pontificias.
(Desde 1987 a 2007 durante el pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI).
«La primera Misa en la que preste servicio para Juan Pablo II fue
la del miércoles de Ceniza de 198: este fue el inicio – recuerda el arzobispo –
y estaba contento de aquel clima tan penitencial.»
Mons. Marini ha dedicado su libro “Liturgia e belleza.
Nobilis Palchritudo” al recuerdo de la experiencia vivida en las
celebraciones del Santo Padre.
Que significado
particular tiene la Eucaristia para un sacerdote?
Para comprender el
significado que la Eucaristía tiene para un sacerdote es necesario considerar
la Eucaristía y el sacerdote en la Iglesia. La Sagrada Escritura, la Tradición
de la Iglesia y el Concilio Vaticano II hablan siempre de un único sacerdocio,
el de Cristo. Hay, sin embargo, dos modalidades de participación al mismo
sacerdocio: uno universal, llamado también “de los fieles”, y
otro ordenado, especifico de los ministros ordenados. Cada
sacerdote, por la ordenación, es configurado a Cristo en su cualidad específica
de cabeza y pastor. La misión del sacerdote en la Eucaristía es hacer presente
a Cristo. Verdaderamente alter Christus: la imagen de Cristo en la
comunidad, en la Iglesia. La imagen, sobre todo, de servir como Cristo, para
ser santo no tanto para sí cuanto para la comunidad. Humildad, dialogo. Tiene
que ser un hombre de oración porque tiene que enseñar a los demás a rezar con
la Plegaria Eucarística. Anunciar la palabra que él tiene antes que meditar.
Que recuerdo tiene de su
primera Misa?
Fui ordenado el 27 de
junio de 1965… ha pasado una vida.. Pero sin duda el recuerdo de la primera
Misa permanece para siempre. Esta celebración tuvo lugar ne mi
pequeña iglesia parroquial, donde además fui bautizado y donde recibir la
primera comunión: para mi, ha sido una cosa muy importante volver a mi comunidad
como sacerdote. Estaban presentes mis padres mis hermanos, mi párroco. He sido
el primer sacerdote de mi diócesis, Piacenza-Bobbio, que ha concelebrado la
Santa Misa con el Obispo y otros sacerdotes durante la ordenación, según las
nuevas indicaciones del Concilio. Antes uno no se podía acercar al altar: quien
había sido ordenado celebraba la Misa lejos del altar, pronunciaba las palabras
para si, ayudado por el sacerdote. Al día siguiente, celebre la Misa con un
amigo sacerdote en un Santuario. Montelungo, ante la Virgen. Conservo con
afecto el recuerdo de esta celebración que fue muy sencilla, en espíritu de
humildad, reservada. Y, después, la tercera Misa – en mi parroquia – la celebre
en la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, que da esa visión de unión a la
Iglesia Romana.
¿Qué significa vivir una
liturgia solemne, cuales son los criterios fundamentales?
Una buena celebración
depende del modo en que ha sido preparada, pues no se puede improvisar nada. La
belleza está en la sencillez y en el orden: la liturgia necesita de la colaboración
de nuestros sentidos: la vista, el oído, el olfato, el
tacto. Reclama la presencia de las imágenes, de la música, del
canto, de la luz, de las flores, de los colores, de la coreografía. La Misa es
una celebración en comunidad, en la que están implicados diversos
oficios, ministerios, porque la comunidad no es un cuerpo sin
miembros. Durante la preparación de la Misa se tiene en cuenta esta
verdad. Están los monaguillos, los lectores, los que preparan la oración de los
fieles. La primera realidad de la Misa es la de una asamblea reunida
– es el primer signo de la presencia de Cristo. Esta asamblea tiene que
colocarse en un lugar, por eso es necesario cuidar también la domus
ecclesaie. El Señor, cuando se disponía a celebrar la Pascua con sus discípulos,
mando a algunos por delante para preparar un puesto en el piso superior; el
piso noble de la casa.
Tres elementos
fundamentales son necesarios para la celebración. Ante todo el ambón, - atril,
el lugar desde el que se proclama la palabra de Dios. Nosotros, nuestra vida,
no podemos vivir sin esta palabra. Muchos ven en el ambón el signo de la tumba
vacía, el lugar del anuncio de la resurrección. La cátedra (la
silla) significa que la comunidad no esta sin guía, nosotros vivimos
en espera del guía definitivo. El Señor que no se ve está representado por el
sacerdote que preside.
En fin, el altar,
que durante el Medio Evo fue el punto más venerado de la iglesia
porque en él se conservaban las reliquias de los mártires, y ante el altar se
hacia la genuflexión ahora, por desgracia, hemos perdido todo esta devoción. El
altar se ha convertido en una mesa donde se colocan las flores, las vinajeras,
los micrófonos, los Misales. En el altar Cristo se sacrifica. Es el punto
crucial para encontrar al Señor. Naturalmente la belleza de la
liturgia no está en los elementes exteriores, sino que depende sobre todo de la
preparación interior, de su capacidad de dejar transparentaren gesto de amor
llevado a cabo por Jesus.
Las Santas Misas
presididas por el Sumo Pontífice se cuidan en los mínimos detalles y con gran
solemnidad, cosa que no sucede a veces en las celebradas en parroquias…
La celebración es la
misma, pero el modo es diferente. Es verdad que en la Basilica de San Pedro
tenemos también loa posibilidad de secciones y servicios para la celebración de
la liturgia, mientras que una pequeña comunidad no dispone de los mismos
medios, de todos modos, esto no justifica el descuido, ell desorden de los
ornamentos, sobre todo la falta de amor en la celebración misma. No significa
que las Misas silenciosas no sean bellas, no podemos confundir la participación
con el hacer. Es necesario dar especio a la celebración en si,
evitar el “participacionismo”. Hay que dejar que los signos nos hablen una
parte importante está bien en el silencio, en crear equilibro entre la
participación personal y la comunitaria entre la escucha de la palabra, el
canto, y la meditación. Los gestos en la liturgia son importantes porque son
los gestos de Jesus.
La Eucaristía es el
centro de la vida cristiana. ¿Cómo se explica la escasa practica de los fieles
en la participación cotidiana y dominical a la Santa Misa?
Para responder a esta
pregunta es necesario hacer primero algunas aclaraciones. Ante todo precisar el
concepto del domingo, que no es solo la participación en la Misa. Ya los
mártires de Abitene en el siglo IV tenían claro que el domingo está compuesto
de varios elementos un tiempo para vivirlo y santificarlo, un lugar donde
reunirse, el hecho de reunirse, la celebración de la Eucaristía. El cristiano,
aunque no tenga la posibilidad de recibir la comunión y de participar en la
Santa Misa – ocurre en tantas partes del mundo – tiene el deber de santificar
el domingo, de reunirse para rezar y hacer memoria del Señor.
Es necesario distinguir
entre la participación en la Misa diaria y la participación en la dominical. El
cristiano es tal si participa en la Misa dominical, sin participar en aquella
ferial, pero un cristiano no es tal si participa solo en la Misa ferial y no en
la dominical. En cuanto a la escasa practica dominical, pienso que
en el pasado se nacía cristiano, mientras que hoy, en nuestra sociedad,
se deviene, nos encontramos ante una descristianización muy
difundida. Se ha perdido la función de la familia en la educación en la fe.
¿Qué formación deberían
tener los fieles para que su participación en la Eucaristía fuese vivida con
mas profundidad?
La Iglesia tiene que
volver a enseñar, volver a descubrir la liturgia. La pastoral litúrgica
ordinaria tendrá que confrontarse pacientemente con la analfabetizacion de los
hombres y mujeres de nuestro tiempo acerca de los contenidos fundamentales de
la fe cristiana. Analfabetizacion que a menudo padecen también los
mismos cristianos asiduos a la comunidad eucarística. Como el Papa ha insistido
muchas veces, es necesario que las homilías y las catequesis sean mistagógicas.
Significa que tenemos que comenzar la educación a la liturgia explicando a
nuestros fieles los signos que realizan, todo lo que se hace en el ambón, en el
altar, porque hay que persignarse al iniciar la Misa y en la proclamación del
Evangelio.
Juan Pablo II ha sido un
hombre que ha vivido de para la Eucaristía y de la Eucaristía…
Juan Pablo II se movió
durante su vida impulsado por dos grandes motivos: testimoniar el Evangelio y
anunciar el amor a los hombres. Celebrando la Eucaristía en todas partes del
mundo, ha construido la Iglesia. «La Eucaristía hace la Iglesia y la Iglesia
hace la Eucaristía» Y Benedicto XVI vive en sintonía con esta enseñanza. Juan
Pablo II ha sido un constructor de la Iglesia a través de la liturgia en el
espíritu del Concilio Vaticano II, dándonos el testimonio de la Iglesia
Universal.
Entrevista de Aleksandra Zapotoczny, (publicado en Totus Tuus Nr 3 junio 2006
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