El 8 de diciembre de 2020, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María y con motivo del 150ª aniversario de la Declaración de San José como Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pio IX el Papa Francisco dio a conocer su Carta Apostólica Patris Corde donde enumeraba los diferentes nombres dados por sus predecesores a San Jose: el beato Pío IX lo declaró «Patrono de la Iglesia Católica» [2], el venerable Pío XII lo presentó como “Patrono de los trabajadores” [3] y san Juan Pablo II como «Custodio del Redentor» [4]. El pueblo lo invoca como «Patrono de la buena muerte» [5].y reflexionaba sobre las diferentes facetas de San José como Padre:
1. Padre amado
2. Padre en la ternura
3. Padre en la obediencia
4. Padre en la acogida
5. Padre de la valentía creativa
6. Padre trabajador
7. Padre en la sombra
El objetivo de esta Carta
apostólica – decía el Papa Francisco - es
que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su
intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución y agregaba que la
misión específica de los santos no es sólo la de conceder milagros y gracias,
sino la de interceder por nosotros ante Dios, como hicieron Abrahán [26] y
Moisés [27], como
hace Jesús, «único mediador» ( 1 Tm 2,5), que es nuestro
«abogado» ante Dios Padre ( 1 Jn 2,1), «ya que vive
eternamente para interceder por nosotros» ( Hb 7,25; cf. Rm 8,34).
Los santos ayudan a todos los fieles «a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad» [28]. Su
vida es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio.
Jesús dijo: «Aprendan de mí, que soy manso y
humilde de corazón» ( Mt 11,29), y ellos a su vez son ejemplos
de vida a imitar. San Pablo exhortó explícitamente: «Vivan como imitadores
míos» ( 1 Co 4,16) [29]. San
José lo dijo a través de su elocuente silencio.
Ante el ejemplo de tantos santos y santas, san
Agustín se preguntó: «¿No podrás tú lo que éstos y éstas?». Y así llegó a la
conversión definitiva exclamando: «¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan
nueva!» [30].
No queda más que implorar a san José la gracia
de las gracias: nuestra conversión.
Y terminaba su
mensaje con una oración:
Salve, custodio del
Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.
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