Llamados a ser santos

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“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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viernes, 7 de julio de 2023

Juan Pablo II – Polonia, Solidarnosc (Solidaridad) y el fin del comunismo - Stanislaw Dziwisz (2 de 2)

 


La tarde del 21 de junio Juan Pablo II llegó a Cracovia, donde le esperaba, en vez del papamóvil, un coche cerrado, pero él lo rechazó, prefirió  subir a un autobús, en el que cruzó las calles de la ciudad. Una vez en el episcopado, y ya sentado a la mesa, tuvo que interrumpir la cena para asomarse a la ventana y hablar a los miles de jóvenes que se habían congregado para saludarlo. También entonces alguien del séquito papal manifestó su preocupación, argumentando que hubiera sido preferible una actitud más «contenida».

Al día siguiente, dos millones de personas acudieron al Blonie para asistir a la beatificación de dos grandes figuras polacas: el padre Rafael Kalinowski, carmelita descalzo, y fray AlbertoChmielowski, apóstol entre la gente más humilde, fundador de la orden de los Albertinos. Al final de la misa, mientas la multitud se iba dispersando lentamente,  asomaron las banderas de Solidaridad.  Aparecieron los helicópteros que, volando a baja altura, pensaban (equivocadamente) que asustarían a la gente, obligándola a echar a correr hacia sus casas. Pero todo se desarrollo con absoluta tranquilidad, ordenadamente, justo como quería el Santo Padre, sin dejar el más mínimo resquicio a las provocaciones.

 Pero mientras tanto, ya había explotado el Gran Miedo del régimen. Esa tarde, en la catedral de Wawel, se produjo inesperadamente un segundo encuentro entre el Pontífice y el general Jaruzelski Un encuentro deseado por la clase política (y no por la Iglesia, como se intento hacer creer) un poco para serenar el clima, un poco para atenuar el impacto de  lo que iba a ocurrir al día siguiente, y un poco también porque Jaruzelski –y esto podría explicar la larga duración de la entrevista - , casi una hora y media quería exponerle al Papa «sus» razones.

Para el Santo Padre, si se me permite interpretar su pensamiento, el general era un hombre dotado de inteligencia y de cultura. Demostraba también un cierto patriotismo. Pero, hablando en términos políticos, se inclinaba hacia el este, no hacia el oeste. Para Jaruzelski, todo lo concerniente al futuro de Polonia, cualquier posible solución,  pasaba por Moscú, nunca por Occidente.

Por fin, la mañana del 23 de junio, después de haberlo mantenido en secreto hasta el último momento, se produjo el encuentro del Papa con Lech Walesa, trasladado en helicóptero junto a su mujer y cuatro de  sus hijos. El lugar del encuentro (elegido por el régimen por su «inaccesibilidad» era un refugio de montaña en las inmediaciones de Zakopane, a los pies de los montes Tatra. Todo había sido preparado ad hoc por los servicios de seguridad; habían diseminado micrófonos por el salón y los camareros habían sido sustituidos por sus propios hombres, especialistas en ese sector.

La puesta en escena, sin embargo, era tan evidente que el Santo Padre lo advirtió enseguida. Se llevó a Walesa afuera, al pasillo, y lo invitó a sentarse allí, en un banco. Quizás también allí había micros, pero de todas formas, si los escuchaban no pasaba nada. No había ningún problema.

En esos momentos lo de menos eran los discursos, las palabras; lo importante era el hecho en sí, el gesto. Era importante que Juan Pablo II estuviera allí y que se estuviese entrevistando con Walesa. «Solo quiero decirle una cosa: que rezo a diario por usted.». Es decir rezaba a diario por Walesa y por todas las mujeres y los hombres de Solidaridad. Para demostrar a todo el mundo, y sobre todo a los jefes comunistas, que el movimiento estaba vivo y que no constituirá en  absoluto un capítulo cerrado.

 Precisamente por eso se decidió intervenir inmediatamente, desmintiendo aquel ingenuo artículo aparecido en L´Osservatore Romano en el que se interpretaba el encuentro con el Papa como un «tributo al vencido». ¡Como si Walesa y su sindicato hubieran sido derrotados, definitivamente derrotados, en la batalla contra el régimen!. ¿Se podía permitir que diese la impresión de que la Iglesia se había olvidado de Solidaridad? ¿Se podía dejar creer que la Iglesia no era un aliado seguro de la clase obrera y que, por lo tanto, no se podía contar con ella?

Aquel viaje terminó con una anécdota peculiar. El presidente del Consejo de Estado, Jablonski, le dijo en privado a Juan Pablo II: «A su llegada, le hemos saludado como el Papa de la paz; dentro de cuatro años saludaremos al Papa de la reconciliación» No se hasta qué punto el general Jaruzelski compartía ese punto de vista.

En cualquier caso, a pesar de las dificultades, el viaje fue un éxito. El Santo Padre supo dar con el tono adecuado para apoyar moralmente a una nación triste, desilusionada, amargada,  para mantener con vida a Solidaridad, que, en esos momentos, no existía oficialmente. Y todo esto sin provocar, ni siquiera involuntariamente, desordenes o enfrentamientos.

 

(Svidercoschi)

Un mes después, Jaruzelski levantó el estado de sitio y empezó a vaciar las cárceles, hasta conferir una apariencia de liberalidad al régimen polaco.

Pero aun tenían que pasar varios años para que Polonia volviese a ser una nación libre. Años contradictorios, como toda época de transición. Años de terribles sombras y de luces de esperanza. En 1984 se produjo el feroz asesinato del padre Jerzy Popieluszko, un valeroso sacerdote, gran defensor de solidaridad y de los derechos de los trabajadores. Y en junio de 1987 Juan Pablo II regreso por tercera vez a su patria: «un servicio a la verdad», como él mismo definió aquel viaje, en el que denuncio el vacío programático que caracterizaba ya al «socialismo histórico».

 

A partir de ese momento se inició, justamente, ese impetuoso proceso que, en el giro de dos años, condujo a la libertad, al regreso de Solidaridad, a la legalidad, al primer Gobierno no comunista en Europa centro oriental (capitaneado por un católico, Tadeusz Mazowiecki) y por último a que aquel ex electricista de los astilleros Lenin de Gdansk fuese elegido presidente de la República.

Polonia, en definitiva, abrió el camino del gran vuelco que marco el fin del comunismo.

 


(Stanislaw Dziwisz UNA VIDA CON KAROL, conversación con Gian Franco Svidercoschi, cap. 22, La Esfera de los Libros, Madrid, 2008)

Fotografia 

 

 

 

 

Juan Pablo II – Polonia, Solidarnosc (Solidaridad) y el fin del comunismo - Stanislaw Dziwisz (1 de 2)

 


(Svidercoschi)

 Juan Pablo II quería regresar a Polonia a toda costa.  Sentía que era su deber ayudar a aquel pueblo a reencontrar, al menos, la fe en sí mismo, la fuerza para tener esperanza.

¿Pero podía ir a Polonia durante el estado de sitio? ¿No corría asi el riesgo de legitimarlo, aunque nada estuviera más lejos de su intención? En suma ¿Qué era mejor, estrechar la mano de aquella gente o negarse a hacerlo?

Al final, tras una larga reflexión, brotó la respuesta más natural: el Papa podía, perfectamente, ir a Polonia y, al mismo tiempo, mostrar claramente que no aceptaba aquella situación. Y fue una decisión justa, sabia, eficaz, porque de esa forma, sólo de esa, fue posible que se salvaran Lech Walesa y Solidaridad.

 

(Dziwisz)

Pero comencemos por el principio.

Intentaré contar cómo fue aquel viaje de junio de 1983, un viaje decisivo para le futuro de Polonia, en sus momentos más cruciales. Intentaré hacerlo, en parte, basándome en mis apuntes y en parte confiando en la memoria.

 

En esa época, Walesa no existía para los dirigentes comunistas. No lo llamaban ni siquiera por su nombre: cuando se referían a él, decían, simplemente, «el electricista». Precisamente por eso, el Papa dejó muy claro que visitaría Polonia con la condición de entrevistarse con Walesa. Pero el general Jaruzelski se oponía a ello frontalmente. Para superar el impase se llegó a un compromiso que no solo era muy precario, sino que estaba cargado de dudas, de omisiones, de detalles dejados en una nebulosa.

 

De hecho, cuando llegó a Polonia, el 16 de junio, el Santo Padre  descubrió que el encuentro no estaba en modo alguno asegurado, es más, existía el riesgo de que se anulase. Desconcertado, se desahogó con sus más estrechos colaboradores:«Si no puedo verlo, regreso a Roma». Alguien de su séquito manifestó su perplejidad. Él repuso: «Tengo que ser coherente de cara a los demás»

 

En cualquier caso, que su intención era la de apoyar a Solidaridad lo había dejado muy claro desde un principio, nada más descender del avión. Besó el suelo polaco (aunque a lo había hecho en su primera visita) y explicó que era como si besase a su propia madre, una madre que estaba sufriendo mucho una vez más.  Añadió que venía para todos, incluidos los que estaban en la cárcel. Luego en la catedral, donde está la tumba del cardenal Wyszynski, agradeció a la Providencia que le hubiese ahorrado al primado los dolorosos sucesos del 13 de diciembre de 1981. Esta frase, al día siguiente fue censurada en todos los periódicos.

 



El encuentro con el general Jaruzelski….En el discurso público, el Papa pidió expresamente que se respetasen los acuerdos de agosto de 1980, los que habían rubricado tanto el Gobierno como los sindicatos. En el coloquio privado, lo que le dijo al general, esencialmente, fue que podía incluso entender que hubiera decretado el estado de sitio, pero que jamás aprobaría la abolición de Solidaridad, el sindicato a través del cual se había expresado el alma polaca.

 

Ya de regreso, Juan Pablo II se detuvo en la iglesia de los Capuchinos donde se conserva el corazón de un gran soberano, Jan Sobieski. Y allí pudo hablar con diversos miembros de la oposición, sobre todo con intelectuales y artistas, así como con la madre de un joven que había sido asesinado por la policía.

 

Llegó el momento de acudir a Czestochowa; el aumento de la tensión se advirtió de inmediato. La policía se mantenía en estado de alerta, estaba preocupada por la masiva participación de los jóvenes. Pero, no obstante el encendido entusiasmo y no obstante la evidente intención de los jóvenes de trasformar el encuentro en una manifestación en contra  del régimen, el Santo Padre freno en seco toda forma se contestación. A pesar de que  su consigna - «Debéis permanecer vigilantes» - no se entendió precisamente como una frase retórica.

 

Al día siguiente, el domingo 19, estaba prevista la jornada mariana, con una misa y la coronación de cuatro imágenes de la Virgen, veneradas en otros tantos santuarios. Asistió una multitud ingente, dos millones de personas, y en la homilía Juan Pablo II dijo expresamente que Polonia debía ser un Estado soberano y que la soberanía se basa en la libertad de los ciudadanos.

 

A esa misma hora llegaron a Czestochowa algunos dirigentes del Politburó. Si ya se habían quedado profundamente turbados por las diversas intervenciones del Santo Padre ahora estaban doblemente preocupados ante lo que pudiera decir esa tarde en el «solemne llamamiento». Solicitaron tener un coloquio con monseñor Bronislaw Dabrowski, secretario del episcopado, y le dijeron con total claridad que el Papa tenía que cambiar el contenido de sus discursos.

 

Mons. Dabrowski se lo refirió al Pontífice y regreso junto a los representantes del Partido con la respuesta del Papa. La respuesta era que, si no podía decir lo que pensaba, si no podía pronunciar los discursos que había preparado en su propio país, en su patria, ¡estaba dispuesto a volverse a Roma!

 

Frente a la firmeza de Juan Pablo II, éstos no replicaron y regresaron a Varsovia para presentar su informe. Por su parte, el Santo Padre atenuó ligeramente el texto del «llamamiento», pero sólo en el tono, no en lo concerniente a los conceptos, a los argumentos. Pidió, entre otras cosas, que se tuviese el valor de retomar el diálogo social. Justo lo que Jaruzelski no quería hacer, según había repetido hasta el propio Papa.

 


Continuó la visita. En Poznan, el Pontífice pronunció por primera vez el nombre de Solidaridad. En Katowice afirmó que los obreros tenían derecho a contar con sindicatos libres. En Breslavia, que era preciso conservar cuanto había de positivo en Solidaridad, mientras tanto, los monaguillos se alzaban la túnica blanca para enseñar la camiseta con aquella inscripción que ya se había hecho famosa en el mundo entero.

(Stanislaw Dziwisz UNA VIDA CON KAROL, conversación con Gian Franco Svidercoschi, cap. 22, La Esfera de los Libros, Madrid, 2008)

Fotografias (con excepcion de la tapa del libro).

 

 

jueves, 19 de enero de 2023

El compromiso de Juan Pablo II por Solidarność

 


En realidad el desmantelamiento del telón de acero comenzó en 1979 en Gniezno.   La chispa había sido encendida en aquel viaje de Juan Pablo II  y ya no habría vuelta atrás;  años difíciles por cierto  hasta 1983 cuando fue levantada la ley marcial después del 2do viaje del Papa a su patria Polonia. Años de riesgos y compromisos continuos,  también de parte del Papa Juan Pablo II y a su vez de todos los polacos que ansiaban vivir en una Polonia libre, libre del yugo del comunismo.

 Corría el año 1981…… cuenta Bernard Lecomte en un capítulo de su libro Giovanni Paolo II, biografia, Baldini Castoldi Dalai editore. 

 “Habiendo decidido apoyar a Walesa y a sus amigos, que habían sido objeto de un golpe aplastante, con todo el aspecto de ser definitivo, el Santo Padre toma una decisión personal difícil. 

Es verdad que se trata del Papa, y no del vicario de alguna parroquia de Gdansk o del arzobispo de Cracovia. Pero la puesta en juego es muy importante y va más allá de la coyuntura polaca Si el poder comunista decide saldar cuentas con los polacos, como lo hizo con los alemanes en Berlín Este en 1953, con los húngaros en Budapest en 1956 y con los checoslovacos en Praga en 1968, la esperanza de poner fin a la pesadilla del totalitarismo cae derrumbada. Solidarność no es solo un sindicato con decenas de millones de afiliados, un movimiento social de una fuerza extraordinaria, sino también la forma más sofisticada, jamás concebida, de oposición en masa bajo un sistema comunista y prueba de que es posible obtener la victoria sin una contra-revolución armada, sin derramamiento de sangre. Si aquella forma de acción no violenta no tuviese éxito, en un futuro próximo, sólo serían concebibles actos de desesperación, de terrorismo, de muerte. La puesta en juego es, pues, tanto moral o ética, como política y va mas allá del espacio polaco.

Dimensión moral.

 Juan Pablo II nos habla reiteradamente con el ardor del mensaje natalicio: «¿Qué la fuerza del bien pueda triunfar sobre la fuerza del mal! ¿Qué la fuerza de la justicia, del respeto por el hombre, del amor por la patria pueda triunfar sobre las fuerzas del odio y de la destrucción física o moral!» El va más lejos. Encarando la lucha, no se limita a defender los valores morales, universales encarnados por el sindicato – el camino de la no-violencia, solidaridad, libertad – sino que busca salvar a Solidarność como socio en un futuro diálogo con el poder. Su línea política ha sido trazada y no cambiará más: es necesario un diálogo entre poder y sociedad, es necesario reencontrar el camino de un acuerdo nacional que no se transforme en mercado engañoso…. Diálogo y acuerdo nacional, un objetivo que no alcanzaba entones a comprenderse, pero triunfaría siete años después y llegaría a perdurar en el tiempo.”

 

Publicado en Totus Tuus Nr 2 marzo/abril 2009

 

jueves, 15 de noviembre de 2018

Entrevista con el Rev. Jozef Tischner, el filosofo de Solidarnosc – Thadeusz Witkowski (2 de 2)



(foto del Instituto Tischner)

Conocido como el “Filosofo de Solidaridad” el Rev. Jozef Tischner fue un destacado filosofo y teólogo. Director del Instituto de Filosofia en la Facultad de Teologi de la Universidad Pontificia de Cracovia (sucesor de Juan Pablo II, y luego consejero del Papa) Tischner fue entrevistado por Thadeusz Witkowski para Studium Press y el texto siguiente, tal como fue publicado por Crisis,  es versión abreviada de la entrevista (Publicada por Crisis Magazine)



SP:  Podría decirnos algo más acerca de las razones de la alianza entre la Iglesia y la elite intelectual y la integración del resto de la sociedad con la Iglesia?  Hubo otros errores de cálculo del comunismo que provocaron esta integración?

Tischner:   Podríamos  citar varias razones y conectarlas a una idea única, la idea del patriotismo, la idea de nación.
El comunismo propuso la interpretación de la historia como una lucha de clases que comienza solo con la Gran Revolución de Octubre.  El Comunismo extrajo figuras oscuras que prácticamente no existían en la historiografía normal;  sencillamente no lo consideraron importante. El Comunismo ignoró, por otro lado, figuras históricas polacas importantes de los tiempos de Mieszko, Chrobry, los Jaguellonians, y Sobieski.  Es más ,  el Comunismo de alguna manera se questionaba el valor del bautismo polaco. Y esto se transformo en otro elemento de discordia entre el Comunismo y los intelectuales.  De repente resultó que   la Iglesia comenzó a observar  escrupulosamente varios aniversarios de la historia polaca. Y no hablo solo del aniversario del bautismo de Polonia, sino también ocasiones como el nacimiento del sacerdote Piotr Skarga, el aniversario de la gran batalla a las puertas de Varsovia (la derrota de los Bolcheviques en 1920), o el rechazo a los Suecos. Y asi la Iglesia logro recuperar la historia de Polonia.
Creo que estos dos temas – el de patriotismo y la defensa de la verdad – fueron temas extremadamente importantes, y la  elección de un Papa polaco le agrego enorme peso. Porque?  Porque de repente los textos del Papa se popularizaron, su forma de hablar, su forma de pensar. Esta forma de pensar cautivaba, diría que era muy contagiosa. Y de repente, los sermones del Papa fueron ampliamente conocidos. El papa introdujo el dialogo – una forma nueva de hablar de la religión (como si la religión de repente presentara un nuevo rostro) – producto de una profunda reflexión.  Yo diría que el Papa les enseño a los polacos lo que significaba el pensamiento religoso.

SP: y que significa?

Tischner:  Esta forma de pensamiento es seria y calma. Es un pensamiento que ataca y no menosprecia a nadie; un pensamiento que se esmera en ver algo bueno en cada fracaso humano.   Es hermenéutica que asume que todos somos buenos pero algunos son débiles.  Y uno debe ayudar a los débiles a que se fortalezcan y ayudar a los desorientados a encontrar su camino. Es una forma totalmente nueva de hablar. No hay nada de eso de hablar en contra, que tanto gusta al marxismo.

SP:  Usted estuvo comprometido con Solidaridad como sindicato y también como  idea de comunidad universal.  Entiendo que esto ultimo puede entenderse como confrontación entre Cristianismo y Comunismo.

Tischner:  Al comienzo de nuestra conversación, yo mencioné la ilusión a la cual habían sucumbido algunos católicos en el tema de cuestionar la propiedad privada. Bien, existían ilusiones similares en cuanto al concepto de comunidad. La gente decía que la Iglesia le ofrece al hombre una comunidad, un vínculo religioso. La gente también decía que los comunistas también están por la comunidad y por lo tanto existían puntos en común entre Comunismo y la Iglesia.  Pero resulta que las ideas de comunidad eran radicalmente opuestas.  Hay un marcado contraste entre una comunidad comunista y la comunidad propuesta por la Iglesia.

SP. Como describiría esa diferencia?

 Tischner:  La clave de la comunidad comunista es siempre el poder. Los comunistas están fascinados con el poder.
Y para que esa comunidad tenga poder, debe haber un líder, una idea y muchos adherentes a esa idea. En síntesis, una comunidad comunista siempre busca puentear al individuo a favor de las masas.  El hecho de que la gente en China o en la Unión Soviética vistiera igual no fue una coincidencia. Era el resultado de la idea de comunidad que el Comunismo conlleva.  Una comunidad cristiana tiene otro carácter.   Es una comunidad formada entre personas basada en la Palabra. Primero la Palabra de Dios y después la palabra humana. Es una comunidad de personas que habla y se confía mutuamente,  y  se aman unos a otros.

SP: Entonces el conflicto entre dos ideas era inevitable?

Tischner: Esto ya se vio  con motivo del Milenio polaco.  Por un lado veías hordas de gente que copaban las calles para el 1ro de Mayo y otras multitudes que no eran masas, que asistían a reuniones con obispos por propia voluntad y no porque alguien les obligaran a hacerlo.  Un hecho interesante fue cuando en 1966  el Episcopado de mudo de Gniezno a Poznan, la gente se congrego a los costados del camino con velas encendidas:  era una  gran línea de gente desde Gniezno a Poznan. La gente de las aldeas vecinas allí en una gran manifestación a los costados para saludar a los obispos. Nadie supo de quien fue la idea. Vino de la nada. La gente misma quiso manifestarse y con luces  demostrar su presencia.  Y fue un símbolo hermoso, una  luz al lado de otra, sin conflictos. Aquí, las velas fueron un precioso símbolo. Porque la Iglesia es esta comunidad de luces individuales.
Porque? Porque el todo es diferente. Por ejemplo, el Papa visito Tarnow – enormes multitudes. Comenzó su discurso con “Me siento feliz de verlos, Quiero mirarlos de cerca a todos. Mirarlos muy de cerca”.  Como si quisiera tomar una foto para llevársela.  Un sencillo campesino parado alli en el fondo, dijo  de repente: “El quería verme, se alegro de verme”.  Nadie se sintió parte de una masa,  cada uno se  sintió un ser individual entre todos.  Y alrededor de la Iglesia se fueron formando muchas comunidades como estas, comunidades  oasis, grupos de estudio, etc.    Y es allí donde uno realmente comienza a ver que son estas sociedades, cual es la propuesta, que significaba Solidaridad.  Solidaridad tuvo muchas fallas,  pero eso fue porque fue inspirada en un ideal  de una sociedad diferente, una comunidad en dialogo, una comunidad en la cual cada uno es reconocido por si mismo.

SP: Usted es autor de  un libro El Espíritu de Solidaridad. Este y muchos otros de sus populares trabajos filosóficos están dedicados a temas de ética. Cómo definiría la naturaleza del conflicto entre Cristianismo y Comunismo en un plano ético?

Tischner:  ante todo debo definir algunos puntos obvios.  El concepto de ética significa algo bastante diferente en Europa del Este.  Aquí (por EEUUA) , al menos en principio, partes importantes de la ética integran el proceso de legislación. La ley convirtió los principios éticos en normas legales.  Y es por eso que en el Oeste la ética no juega un rol significativamente importante en la vida diaria.  La mayor parte de la vida occidental fuera del hogar está regulada por leyes. La ética se limita a las relaciones domesticas, entre miembros familiares, relaciones directas interhumanas.  Es diferente en países totalitarios donde la ley sirve para fortalecer la posición de las autoridades, para consolidar la fuerza. Y la ética a menudo no es parte de la ley o apoya la ley sino que la contradice. En nombre de la ética,  la gente se comporta ilegalmente.  En Polonia es así: no importa cuántas veces una mujer visita al doctor para pedir por un aborto, el doctor debe hacerlo, sin tener en cuenta si es católico o no. Y si no lo hace, pierde su trabajo. La ley contradice la ética aquí. Y es por eso que la ética ha llegado a tener una enorme importancia en la Polonia de la postguerra.  Podría decirse que ha llegado a ser el arma más poderosa en la lucha con la coerción.  Ampararnos en la ética, en un código de moral tradicional, es fundamental para nuestras polémicas con la fuerza.
Si hubiéramos creído en la premisa marxista de lucha de clases, nos hubiéramos matado hace tiempo.  Pero porque no lo hicimos, y si creímos en la ética, no nos matamos a pesar de las crudas tensiones sociales. Los comunistas  realizando sus principios, llevaron decenas de millones de personas a la ruina en Rusia y decenas de miles  en Polonia. El hecho que las cosas hubieran ocurrido diferente en Polonia se lo debemos a  una profunda unión ética entre la mayoría de la sociedad.

SP:   Usa usted la palabra “ética” aquí en algún sentido especial evangélico?

Tischner:  a menudo asociamos ética con órdenes y prohibiciones. “La ética nos dice esto o nos prohíbe esto”.  Y bien esto no es ética.  El rol principal de la ética es revelarnos la realidad y esta es su principal función. Por ejemplo, en los Evangelios, los puntos principales de la ética se nos revelan con la ayuda de las nueve bienaventuranzas: “Bienaventurados los pobres de espíritu….Bienaventurados los humildes…” No hay nada en ello que te presuponga a hacer esto o presuponga no lo hagas.  Todo lo que dicen es quien es bienaventurado.  Durante estos últimos cuarenta años en Polonia, nuestra comprensión de la ética como disciplina  que profundiza una determinada experiencia de la realidad ha madurado. Y la clave a esta experiencia es la dignidad de la persona. En otras palabras, en ética es importante que el hombre este convencido de su propia dignidad y debido a ello, no haga ciertas osas porque son incompatibles con su sentido de auto estima.
Por ejemplo, no mentir. Porque? Porque no es digno de ti, porque no corresponde a tu dignidad. No robar. Porque? Despues de todo, hay muchas razones para robar.  Solamente porque contradice tu sentido de dignidad. Esta fue la fuente de la madurez de esa ética.   Y por otro lado nos vemos constantemente presionados a luchar, con enemigos reales o imaginarios, con hacendados o burguesía, con sionismo, imperialismo, revisionismo, e tc. La palabra “luchar” se nos aparece a cada paso, pero los Evangelios no nos enseñan a luchar,  sino persuadir, testimoniar.  Excluir la lucha, y crear relaciones interhumanas totalmente diferentes.  Porque resultaba que la ética nos presentaba un hombre nuevo.  La ética decide como veo al hombre y que veo en el. La Iglesia nos enseñaba ver al hombre en el hombre, nos enseñaba ver las realidades para las cuales el Marxismo  estaba ciego.

SP:  Que es lo que la Iglesia propone en lugar de la represalia, en lugar del intercambio de “mentira por mentira”?    

Tischner:  La máxima de vida del Padre Popieluszko era: “Pagar el mal con el bien”.  Esta regla nada más.

SP: Nada mas allá de los Evangelios?

Tischner: Nada, como una fuente de esperanza, esto basta.



sábado, 10 de noviembre de 2018

Entrevista con el Rev. Jozef Tischner, el filosofo de Solidarnosc – Thadeusz Witkowski (1 de 2)


(foto del Instituto Tischner)

(Publicada por Crisis Magazine).
 Conocido como el “Filosofo de Solidaridad” el Rev. Jozef Tischner fue un destacado filosofo y teólogo. Director del Instituto de Filosofia en la Facultad de Teologi de la Universidad Pontificia de Cracovia (sucesor de Juan Pablo II, y luego consejero del Papa) Tischner fue entrevistado por Thadeusz Witkowski para Studium Press y el texto siguiente, tal como fue publicado por Crisis,  es versión abreviada de la entrevista.


Studium Papers : proponemos un debate  sobre el conflicto entre cristianismo y comunismo. Antes de ir al grano,   sin embargo, le pedimos una breve definición de ambos conceptos. Es posible establecer el límite de ambas  formulaciones?


Tischner: Para la cabal comprensión del Comunismo, debemos comprender la palabra no tan solo en su sentido lexical,  tal como aparece en diccionarios de términos filosóficos o extranjeros.  Es importante comprender esta palabra en su contexto social; debemos preguntarnos que  comprende esta palabra en términos prácticos. Bien, en términos prácticos, en términos de conciencia social, el Comunismo entro a la realidad polaca como la negación de la propiedad privada.  Fue así como fue vivido por la gente desde el comienzo mismo. Puede ser que en los diccionarios se encuentre una definición diferente, pero si miramos detenidamente la realidad social,  resulta que no fue importante que el comunismo significara totalitarismo o ateísmo, o materialismo,  sino que fue entendido como un directo ataque  a la propiedad privada. Existe sin embargo, una diferencia básica: El comunismo lucha por distribuir  la propiedad que no posee. En cambio el cristianismo, estipula  que para dar primero tienes que tener. Has recibido gratuitamente, da gratuitamente. Pero primero has recibido: o sea, no puedes dar lo que no tienes.

Bien ahora a la definición del Cristianismo: Bien, el Cristianismo es una realidad extraordinaria, polifacética.  Se puede extraer contenidos, dependiendo   de lo que uno necesite. Pareciera que en el curso de estos últimos cuarenta años,  la respuesta más peculiar a los desafíos del Comunismo ha sido el énfasis de la Iglesia sobre la dignidad humana. La filosofía de la dignidad humana ha estado en el centro de la filosofía cristiana no solamente en los libros sino en la vida diaria.  Aquí se expreso en el rol inusual adjudicado al concepto de persona. El concepto de persona se ha convertido en un concepto clave en el aparato lexical del Cristianismo Polaco.

SP: Es asi entonces como usted definiría la esencia del conflicto entre Comunismo y Cristianismo? Fue este un conflicto relacionado con la persona?

Tischner: Si. Diría que  no fue tanto un  conflicto sobre Dios sino un conflicto sobre la persona.

SP:  Permítame que me refiera a lo que usted llama nivel teórico del conflicto,  a los estilos alternativos de pensamiento. A este respecto, el Comunismo es un caso especial?   

Tischner: EL Comunismo es, entre otras cosas, elevar el pensamiento político al principio central, y el pensamiento político comienza con la pregunta, “Quien está con nosotros, y quien está contra nosotros’”  Todo lo demás deriva de esto: El convencimiento que el mundo está dividido en dos polos, el bien y el mal, la teoría de la lucha de clases.  Pero las suposiciones realmente fundamentales del pensamiento político son las siguientes:  todo lo que existe al presente es una mera preparación para un futuro mejor, para un futuro Comunista. O sea todo lo que existe aquí y ahora, todavía  no es real.  Este es el único camino que será. Y la verdad está en proceso de nacer. En otras palabras, lo que no existe es más real que lo que si existe.
Esta clase de pensamiento político tiene sus ramificaciones,  como las elecciones manipuladas, por ejemplo.   Quien piensa tradicionalmente dice: has manipulado las elecciones. Quien piensa en el modo Comunista dice: no, es que le hemos dado a las elecciones  mayor  verosimilitud.   Porque todo el mundo va hacia el comunismo y hemos demostrado, manipulando las elecciones, que es así como debe ser, que de esto se trata.   Por lo tanto, en el Comunismo tenemos algo así como la legitimación más alta de la mentira. En el comunismo la verdad se divide en verdad para el común de la gente – verdad ordinaria y verdad política.  La verdad ordinaria es para la gente, mientras que la verdad política es para unos pocos selectos, los comandantes militares o líderes políticos.

SP: Cual fue la actitud de la la sociedad cristiana hacia la manipulación comunista de la teoría de la verdad?  Existió un medio de defender la verdad “común”?

Tischner:  Desde los comienzos mismos aparecieron en Polonia trabajos que defendían la forma clásica de la verdad. Estos trabajos fueron escritos por Tomistas. Creo que la Escuela de Lublin jugó un rol muy importante en este periodo. Klusak también lo hizo, de manera importante,  con sus artículos, aunque fueron escritos más bien toscos.  Pero esta defensa no era demasiado convincente para los marxistas.  Fue recién convincente después que legiones de gente común  y gente instruida decidieron que no querían saber nada con las ideas del Comunismo. La tarea asignada al pensamiento político en el Comunismo es ganar adeptos, pero cuando el pensamiento político los repele en vez de atraerlos, entonces se torna un problema para el comunismo.  Es por eso que la respuesta de una parte de los académicos, radioescuchas, espectadores de TV no es mejorar este o aquel detalle sino negarse a  colaborar. Cuando cada vez mas académicos, publicistas y escritores dicen “no queremos saber nada con esto”,  emerge una sociedad alternativa y una forma alternativa de pensamiento.  En cierto sentido, los comunistas tienen razón; se crea una nueva realidad, pero esta realidad es opuesta a la que ellos quisieran ver.

SP: El alejamiento de la definición clásica de la verdad por parte de los Comunistas ha llevado a un profundo conflicto no solamente entre los comunistas y la Iglesia, sino también entre los comunistas y el resto de la sociedad.  Esto ha cimentado las bases para algo así como una alianza entre la Iglesia y los intelectuales.

Tischner: Si, este es el caso en Polonia. La Iglesia se transformo en un imán para la gente. Yo vi como la Iglesia atraía a la gente en la zona de Cracovia; y especialmente aquellos que eran sensibles a la realidad imperante. Típico de este fenómeno es el caso de los estudiantes de departamentos como matemáticas física, química, biología, ingeniería – no humanistas sino representantes de las ciencias exactas – que fueron las primeros en considerar la influencia de Karol (Papa Juan Pablo II) . Cuando, años más tarde, estos jóvenes crecieron, resulto que departamentos enteros de ciencias naturales en la Universidad Jaguelonica estaban en manos de creyentes. Los estudiantes de humanidades como segundos en línea.


miércoles, 30 de octubre de 2013

El adiós al “hombre del dialogo” Tadeusz Mazowiecki, amigo de Karol Wojtyla


Activista de Solidarnosc, el primero de los primeros ministros de la Europa central y del este ex comunista,  Tadeusz Mazowiecki  murió a los 86 años el pasado lunes 28 de octubre.

Fue uno de los protagonistas sobresalientes del “despertar” de Polonia y amigo de Karol Wojtyla. No pudo, sin embargo asistir a la ceremonia del inicio de pontificado de Juan Pablo II, pues el gobierno de Polonia le negó el pasaporte, pero pudo hacerlo a fines de 1980 para informarle del desarrollo del movimiento Solidarnosc.   Apreciado por todos Tadeusz Mazowiecki,  intelectual católico, periodista de profesión, activista, co fundador de Solidarnosc, junto a Lech Walesa,   y finalmente político, fue a partir de 2010 consejero del presidente Bronislaw Komorowski en temas políticos.


Durante la crisis de Polonia a fines de 1981, declarada la ley marcial y prohibida toda actividad de Solidarnosc y otros grupos democráticos Mazowiecki fue arrestado. (Lech Walesa fue el motor practico de Solidarnosc y más nacionalista, Mazowiecki el mentor intelectual, más liberal).  No obstante después de un año en prisión continuó su estrecha relación con Lech Walesa.  Cuando en 1988 la crisis económica polaca tocaba fondo Walesa y Mazowiecki coordinaron una huelga en los astilleros de Gdansk, huelga que no obtuvo resultados positivos. Sin embargo una huelga posterior obligo a las autoridades comunistas a sentarse a dialogar. Había llegado el momento en que las autoridades comunistas debieron ceder más de lo que en un principio habían imaginado. El historiador Norman Davies llama al periodo 1989-1990 “la muerte del comunismo polaco”.  
Mazowiecki fue nombrado mediador por el primado polaco cardenal Jozef Glemp y por su intermedio se llego a  unas elecciones parlamentarias prácticamente libres,  en las cuales se le permitió participar a Solidarnosc.  En las votaciones de 1989 Solidarnosc gano en todos los distritos  y después de algunas maniobras parlamentarias se le permitió formar parte del gobierno. El General Wojciech Jaruzelski, líder del gobierno comunista, le pidió a Walesa que presentase tres candidatos de los cuales el seleccionaría uno como primer ministro. Así fue elegido Mazowiecki, el símbolo del triunfo sobre el comunismo.   No obstante los comunistas retuvieron su control sobre las fuerzas armadas, la policía y el servicio secreto pero Mazowiecki no se desalentó seguro que Polonia finalmente se convertiría en un país verdaderamente democrático.  
Mazowiecki, el “arquitecto de la transición polaca”  fue fundador y presidente del Instituto Robert Schuman en Varsovia, puso las bases para la integración de Polonia en la UE y fue jefe de la Comisión parlamentaria nacional para la integración en Europa.

El entierro de Tadeusz Mazowiecki tendrá lugar el Domingo, 3 de noviembre con honores de estado. Se celebrara una ceremonia en la Catedral de San Juan de Varsovia y después será enterrado en la bóveda familiar en el cementerio de Laski, cerca de Varsovia.  

viernes, 3 de febrero de 2012

Jerzy Popieluszko Misas por la patria – recuerdos de Jean Offredo (4 de 4)


El capellán de Solidaridad

Jerzy Popieluszko ha muerto. Acababa de cumplir 37 años. Había nacido el 23 de septiembre de 1947 en la región de Bialystok, noroeste del país, en el caserío de Okapy, dependiente de la aldea de Suchowola.  Áspera comarca es el Este de Polonia, muy cerca de la frontera con la Unión Soviética.    Región de bosques donde la vida no siempre se presenta color de rosa, porque el suelo no es rico y sus habitantes necesitan coraje para extraerle su sustento. A veces, por fortuna, primos distantes envían desde los Estado s Unidos algunos bienvenidos dólares.  Maria y Wladyslaw, los viejos padres de Jerzy viven aún en la granja Nro 17 de Okapy, dolorosamente acongojados por la muerte de su hijo. Ese hijo que tanto amaban, que siempre había sido el primero de la clase y que un buen dia, no bien concluido el bachillerato y cumplidos los 18 años, les anunció su deseo de entrar en el seminario de Varsovia. Declaración que no los sorprendió en modo alguno y recibieron simplemente, a la manera polaca, como una señal de Dios.

Jerzy Popieluszko fue ordenado sacerdote por el cardenal Wyszinski el 27 de mayo de 1972. El primado no tardaría en manifestar su gran confianza en ese joven sacerdote cuya inteligencia y espiritualidad asombraban a quienes lo conocían, a los que sabía reconfortar e infundir entusiasmo.

Durante ocho años ejerce su ministerio en distintas parroquias de los alrededores de Varsovia, en Zabki, en Anin, después en la capital misma, en contacto con las parroquias del Niño Jesús, de Santa Ana, parroquia del mundo estudiantil y universitario. También se ocupa en las obras de caridad de los hospitales de Varsovia; será el jefe del servicio médico durante los viajes de Juan Pablo II en 1979 y 1983, así como durante los funerales del cardenal Wyszinski.

Pero  ya en junio de 1980 se opra en su vida un giro decisivo, cuando el cardenal Wyszynski lo designa vicario de San Estanislao Kostka, en el barrio de Zoliborz. Todavía lo veo en el momento en que, después de almorzar juntos en Santa Ana, me da sus noticias, coordinándolas: “Será un trabajo distinto”. Sí, distinto, porque dos meses después….

Cuando estalla el verano polaco, con su cortejo de huelgas en Gdansk, Sczezin, Silesia, Varsovia, toda la iglesia se moviliza. En todas partes, los huelguistas piden que a las fábricas ocupadas acudan sacerdotes par oficiar misas.

En Varsovia, durante la última semana de agosto, los obreros de Huta Warszawa, gran platna siderúrgica, envían a una delegación ante el cardenal Wyszinski. Este designa capellán de esos trabajadores al padre Popieluszko.

Escuchémoslo narrar a una revista católica polaca, en mayo de 1983, esa asombrosa experiencia, su primera misa en medio de los metalúrgicos:
«Jamás olvidaré ese día, ni la misa que dije. Tenía un miedo tremendo; nunca me había visto en semejante situación. ¿Qué ambiente iba a encontrar? ¿Cómo me recibirían? ¿Dónde celebrar la misa?       Quien leería los textos, quién cantaría? Esas preguntas, que me parecen hoy ingenuas, me atormentaron en camino a la fábrica. En las puertas de la acería experimenté mi primera conmoción fuerte. Una densa multitud me esperaba, sonriente y a la vez llorando. Me aplaudieron y, por un instante, creí que atrás de mi venía alguna celebridad. Pero no, esos aplausos eran sólo para mí primer sacerdote que hubiera franqueado alguna vez el portal de la acería. Entonces me dije que ovacionaban así a la Iglesia, que desde hacía 30 años llamaba a las puertas de las fábricas.»

« Todas mis dudas anteriores resultaron carecer de fundamento: en medio del sitio estaba preparado el altar, así como una cruz que después fue plantada a la entrada, y tras sobrevivir a los días más negros, se encuentra siempre allí, rodeada de flores. Incluso habían construido un confesionario improvisado. También estaban allí los lectores. Lo que fue escuchar esas voces roncas, habituadas al reniego, leer con solemnidad los textos sagrados….Después, de millares de bocas, surgió como un trueno el grito: ´´Alabado sea Dios´´. También comprobé que sabían cantar, y mejor que en las iglesias. Antes de empezar, se confesaron. Yo estaba sentado en una silla, apoyada la espalda contra un montón de chatarra, y esos hombres duros, en overoles de trabajo azules, manchados de grasa, se arrodillaron en el suelo sucio e impregnado de herrumbre.»

Fue el comienzo de  un compromiso cotidiano, sin interrupciones, al servicio de los obreros polacos, al servicio de Solidaridad, ese sindicato que habían creado, libremente, para sí mismos.
¿Elección política? ¿Combate ideológico? Cuando se le formulaba la pregunta, Popieluszko sonreía, así seguro de jugarle una buena pasada a su interlocutor al contestarle: «“No simplemente vivir el Evangelio y ser testigo de Jesucristo. Testigo de la verdad, la justicia, la libertad.». Durante los 500 dias de Solidaridad, del 14 de agosto de 1980 al 13 de diciembre de 1981, la actitud de Jerzry Popieluszko es la de una presencia activa junto a los siderúrgicos de Huta Warsawa. Los ayuda como puede, los apoya, los alienta, pero con espíritu de servicio y devoción por Polonia, sin odio  ni acrimonia algunos.  Para èl, como para millones de polacos, la firma de los históricos acuerdos de Gdansk y el nacimiento de Solidaridad, el diálogo que, como quiera que sea, parece instaurarse entre el poder y el nuevo sindicato, el entusiasmo que se manifiesta en la juventud – Polonia es uno de los países de mayor proporción de jóvenes -, constituyen signos de que quizás el país esté a punto de modificar su fisonomía. Hay altibajos, pero se avanza, prudentemente. El romanticismo polaco debe pactar con la situación geopolítica….

Sin embargo, pronto es necesario desistir. El otoño de 1981 es una temporada  no poco tensa en Polonia. En el seno de Solidaridad, las pasiones se exacerban como consecuencia de la negativa de las autoridades a cumplir lo pactado en Gdansk, a pesar de los desesperados llamamientos que lanza Lech Walesa a favor del diálogo.

El 4 de noviembre de 1981, se cree posible llegar a un acuerdo “entre polaos”. Ese dìa se sientan en torno de una mesa el general Jaruzelski, el cardenal Glemp y Lech Walesa, es decir, el pdoer, la Iglesia y Solidaridad.   Se trata de un momento histórico, ¡ay!, de corta duración. El “entendimiento nacional” no se consuma: el Kremlin ha resuelto algo distinto. Y sobrevienen la demencial noche de diciembre, la noche del 12 al 13, y el estado de emergencia, “estado de guerra”, lo llamarán pronto, simplemente, los polacos, en particular los jóvenes.
Confinamientos, arrestos, militarización de la vida pública: el general Jaruzelski implanta en Polonia una férrea vigilancia. En la caza de militantes descuellan los Zomos, unidades antimotines de las fuerzas de seguridad, Estado de guerra que dura largo tiempo. “Suspendido” el 1 de enero de 1983, cuando en realidad la legislación de excepción aplicada antes, al tornarse corriente, prolonga ese estado de guerra….¡pacíficamente!

Es necesario esperar hasta el 22 de julio de 1984, conmemoración del 40º aniverasrio de la instauración de un gobierno comunista en Polonia, para que se proclame una amnistía amplia.

Coherente en todo con su solidaridad con los obreros de Varsovia, Jerzy Popieluszko reacciona vivamente al proclamarse el estado de guerra. “Salvaguardar la propia dignidad”, dice, “significa vivir de acuerdo con la propia conciencia”. Y lo prueba con sus célebres “misas por la Patria”.

martes, 31 de enero de 2012

Jerzy Popieluszko Misas por la patria – recuerdos de Jean Offredo (3 de 4)


La última etapa  

El destino de Jerzy Popieluszko se detuvo aquel trágico viernes 19 de octubre en la ruta de Bydgoszcz a Varsovia, en algún lugar cercano de Torun. Como tan a menudo, el joven vicario de San Estanislao Kostka, iglesia situada en Zoliborz, afueras de Varsovia, había sido invitado a hablar fuera de sus fronteras parroquiales. Para los polacos, la palabra de ese pequeño sacerdote de 37 años, porte frágil y rostro dulce, era desde hacía cuatro años un soplo de libertad y esperanza.

Crueldad del destino: ese 19 de octubre, en Bydgoszcz, el tema de su sermón, de sus últimas palabras en público, fue el siguiente: “Se debe vencer el mal por medio del bien”…

Tras la misa y un breve almuerzo, Jerzy Popieluszko sube a su automóvil, un Volkswagen matriculado WUL 2473, conducido por el chofer de la parroquia, Waldemar Chrostowski.
Desde que parten son seguidos por un automóvil, estacionado hasta ese momento, con todos los faros encendidos, según un testigo. El drama, a la manera de una pésima novela policial, se anuda un poco más lejos, sobre la ruta Bydszcz-Torun, en el paraje donde el camino atraviesa un bosque, a la altura de la aldea de Przysieki.
El Fiat Polski de los “desconocidos” alcanza al Volkswagen del padre Popieluszko. Un policía de uniforme ordena al chofer detenerse y le pide que baje para someterse a un dosaje de alcohol. Waldemar Chrostowski obedece. Es inmediatamente aferrado y arrojado al asiento delantero del Fiat, donde los agresores lo esposan.
Tras amordazarlo, lo amenazan con la muerte si se da vuelta. Chrostowskioyeruidos de lucha y la voz de Jerzy Popieluszko, que exclama. “Pero, señores, ¿Qué hacen ustedes?  Después oye abrirse el baúl de un auto, donde arrojan un bulto pesado; el baúl se cierra. Y el coche parte como una tromba.
Algunos kilómetros más allá, llega la voz de los “desconocidos” desde la parte trasera: “Después de la aldea, el primer camino a la derecha”. Waldemar Chrostowski se juega el todo por el todo. Cuando el automóvil se desvía para pasar a otro en un sitio donde el tráfico se mezclan algunos transeúntes, salta del vehículo en marcha, rebota varias veces sobre la calzada, pero no pierde el conocimiento. Por efecto del impacto las esposas se sueltan -  ¿imprevisión de los secuestradores? – y queda libre de trabajas.
Dos hombres atareados en reparar una motocicleta lo levantan y lo llevan a un restaurante. Se pide socorro a la policía y al hospital más cercano. Llega en primer término la ambulancia. El médico accede al deseo de Waldemar Chrostowski de ser llevado ante todo a Torun, a casa de un sacerdote amigo, el padre Nowakowski, y después, junto con éste, al servicio de emergencia del hospital, donde ya lo esperan policías, unos de uniforme, otros de civil. Los médicos del hospital exigen prestarle los primeros auxilios antes de que sea llevado al interrogatorio.  Waldemar Chrostowski pasa por su p primer interrogatorio en el hospital mismo, durante dos horas, antes de ser transferido al hospital regional, dependiente del Ministerio de Interior. Gracias a èl se sabe todo lo que se sabe del secuestro del padre Popieluszko.
Al dìa siguiente reina intensa emoción en Polonia, al conocerse la noticia en Varsovia. En la iglesia de San Estanislao, miles de fieles se congregan para rezar. Aùn todos esperan que Jerzy les sea devuelto. Pronto se crea una comisión, de la que forman parte los principales responsables varsovianos de Solidaridad, como Seweryn Jaworski y Bronislaw Geremek.
De toda Polonia afluyen a San Estanislao testimonios de amistad y apoyo. En Gdansk, el padre Henryk Kankowski – o otra bestia negra para los poderosos de Varsovia, capellán de los Astilleros Lenin y amigo de Lecha Walesa declara:  “Acaba de ocurrir algo inaudito en la historia de Polonia, un acto extraño a nuestro pueblo”. Lech Walesa siente una fuerte conmoción. Se reúne con los delegados de las acerìas de Varsovia y otras empresas de la capital. Sin reflejar en el rostro la cólera y la emoción que lo embargan, exhorta a la calma y a la dignidad.
Se sigue siempre sin noticias de Jerzy Popieluszko…
El 22 de octubre, el secretario del episcopado polaco publica un comunicado: “El secuestro del padre Popieluszko suscita la más honda inquietud. Así como se teme por su vida, se teme que el secuestro se convierta en un arma en la lucha política. Las informaciones de que disponemos sobre las circunstancias del secuestro hacen pensar que sus autores obraron por motivos políticos.”
Precisamente por el lado político hay malestar, signo de que, en los estratos del poder, este pequeño episodio provoca una crisis. La televisión polaca  ha anunciado el secuestro: imposible silenciarlo por más tiempo.
El 23 de octubre, durante una conferencia de prensa, el vocero del gobierno, Jerzy Urban, declara que toda la policía de Polonia está en busca del padre Popieluszko.
El drama es llevado al plenario del Comité Central del Partido Obrero que se reúne días después. El general Jaruzelski promete: “Se hará toda la luz”.
El 25 de octubre, el cardenal primado Glemp, que acaba de efectuar una visita de tres días de duración a Berlín Oriental, que a pesar de todo no anuló, toma la palabra.”Sin noticias del padre Popieluszko, tememos que Polonia se haya convertido en teatro de  un asesinato análogo a los que se perpetraron en los países heridos por el terrorismo. Pedimos que no se omitan recursos para que se haga la luz sobre las causas, los instigadores  y las circunstancias de ese acto abominable”.
Que se haga la luz…..Al dìa siguiente, Jerzy Urban declara que ha sido arrestado un funcionario del Ministerio de Interior, Grzegorz P. El vocero gubernamental se vale de la ocasión para atacar a todos los que quieren, dice, explotar este asunto. Y para acusar a los ex dirigentes de Solidaridad de servirse del secuestro del padre Popieluszko para fines políticos adversos a las autoridades.
El sábado 27 de octubre, en el telenoticioso polaco de las 19.30, hay una sorpresa para Varsovia: el propio Ministerio de Interior, general Kiszczak, uno de los fieles al general Jaruzelski, aparece en pantalla. Tenso y crispado, revela los hombres de quienes secuestraron al sacerdote, sobre cuya suerte ya nadie se hace ilusiones. Sin embargo, hasta que sea encontrado el cadáver….
Los tres hombres no son oscuros esbirros: son tres funcionarios del servicio de seguridad del Ministerio de Interior, el ministerio mismo del general Kiszczac: el conocido Grzegorz P. ya anunciado por el vocero gubernamental, es el capitán Grzegorz Piotrowski, 33 años, jefe de servicio en el Departamento de Cultos del Ministerio, quien habrìa confesado que dio muerte al padre Popieluszko; el teniente Waldemar Chmielowski, 29 años, y el teniente Leszek Pekala,. 32 años. Es igualmente inculpado su jefe, el coronel Adam Pietruszka, vicedirector del Departamento de Cultos: se lo ha considerado instigador del crimen.
Inmediatamente se emprenden búsquedas en la región de Torun y de Wloclawek. El martes 30 de octubre cae la noticia como un machetazo: ha sido hallado el cadáver de Jerzy Popieluszko, no lejos de Wloclawek, en una esclusa del Vístula, esa arteria de sudor y sangre que irriga el cuerpo de Polonia.

Jerzy Popieluszko: EL CAMINO DE MI CRUZ Misas en Varsovia - Jean Offredo, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1985

domingo, 29 de enero de 2012

Jerzy Popieluszko Misas por la patria – recuerdos de Jean Offredo (2 de 4)

El camino de su cruz

“Cuando algunos le recomiendan cuidarse, tanto más a causa de su salud frágil, carcomida desde muchos meses atrás por la enfermedad, tanto más trabaja Jerzy, como si supiera que, de todos modos, no tiene nada que perder. El mismo lo decía: “Sí, a veces estoy fatigado. Me falta tiempo para servir a todos. Jamás tengo tiempo libre para mí mismo. Pero no siento ningún desánimo. Ya no podría limitar más mi acción pastoral a los confines de mi iglesia, por más que tantos “consejeros” me digan que un verdadero sacerdote polaco no debe abandonar los límites de su iglesia. Seguiré junto a los obreros tanto tiempo como pueda”.

Hasta último momento, hasta el momento en que los culpables confesaron, todos los que conocían a Jerzy Popieluszko seguían esperando. Y se preguntaban: pero, porque?

Para el poder del general Jaruzelski, esa muerte es una bofetada. Es el reconocimietno de que no controla a todas las fuerzas policiales, que, aprovechándose del estado de guerra y sus consecuencias, han constituido sus imperios particulares.

Para la Iglesia polaca, la muerte de Jerzy Popieluszko es una dura prueba. Todos los esfuerzos del cardenal Glemp por la moderación y la negociación son cada vez más controvertidos.

Para Solidaridad, el pare Popieluszko, fiel sostén moral y espiritual, ya es un mártir. Lech Walesa ha exhortado a sus amigos a la calma. Paradoja de la situación polaca: él, un simple particular a los ojos del gobierno, es quien junto con Solidaridad, un sindicato que oficialmente ya no existe, acude en ayuda del poder en apuros.

¿Quién entonces, gobierna en Varsovia? Hoy (* se plantea más que nunca esta pregunta brutal. Se planteará mientras el pueblo polaco, como todo otro pueblo que vive una situación similar, no pueda elegir libremente su destino.

Con motivo de las exequias de Jerzy Popieluszko, el sábado 3 de noviembre, gran número de leales a Solidaridad se congregaron en la iglesia de San Estanislao. El primado de Polonia cedió al pedido de los amigos de Jerzy, quien así recibió sepultura en el jardín cercano a su iglesia, tierra que ya es sitio de peregrinación. Las quinientas mil personas que asistieron a esa inhumación, con las banderas de Solidaridad y otras insignias al frente, tenían lágrimas en los ojos y apretaban los puños.

Multitud impresionante por su calma y su dignidad. “San Jorge, tu nos ayudarás a vencer al dragón rojo”, se leía en algún cartel. Alusión, desde luego, a la alegoría de San Jorge – Jerzy en polaco – que derrota al monstruo y es venerado desde entonces en todos los altares; esperanza de que también, algún día, sea beatificado Jerzy Popieluszko, pues el camino de su vida fue el de la rectitud y el de una fe profunda.

Jerzy Popieluszko murió atrozmente torturado y humillado en su carne. Cobarde crimen que jamás será olvidado.

Te mataron Jerzy, pero siempre sigues vivo.

Eras un hombre enamorado de la verdad.

Hicieron de ti un mártir de la libertad.

Peor para ellos.

Adiós, Jerzy.”

Jerzy Popieluszko: EL CAMINO DE MI CRUZ Misas en Varsovia - Jean Offredo, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1985


(*) tener en cuenta que el original del libro fue escrito inmediatamente después del asesinato de Popieluszko