El camino de su cruz
“Cuando algunos le recomiendan cuidarse, tanto más a causa de su salud frágil, carcomida desde muchos meses atrás por la enfermedad, tanto más trabaja Jerzy, como si supiera que, de todos modos, no tiene nada que perder. El mismo lo decía: “Sí, a veces estoy fatigado. Me falta tiempo para servir a todos. Jamás tengo tiempo libre para mí mismo. Pero no siento ningún desánimo. Ya no podría limitar más mi acción pastoral a los confines de mi iglesia, por más que tantos “consejeros” me digan que un verdadero sacerdote polaco no debe abandonar los límites de su iglesia. Seguiré junto a los obreros tanto tiempo como pueda”.
Hasta último momento, hasta el momento en que los culpables confesaron, todos los que conocían a Jerzy Popieluszko seguían esperando. Y se preguntaban: pero, porque?
Para el poder del general Jaruzelski, esa muerte es una bofetada. Es el reconocimietno de que no controla a todas las fuerzas policiales, que, aprovechándose del estado de guerra y sus consecuencias, han constituido sus imperios particulares.
Para la Iglesia polaca, la muerte de Jerzy Popieluszko es una dura prueba. Todos los esfuerzos del cardenal Glemp por la moderación y la negociación son cada vez más controvertidos.
Para Solidaridad, el pare Popieluszko, fiel sostén moral y espiritual, ya es un mártir. Lech Walesa ha exhortado a sus amigos a la calma. Paradoja de la situación polaca: él, un simple particular a los ojos del gobierno, es quien junto con Solidaridad, un sindicato que oficialmente ya no existe, acude en ayuda del poder en apuros.
¿Quién entonces, gobierna en Varsovia? Hoy (* se plantea más que nunca esta pregunta brutal. Se planteará mientras el pueblo polaco, como todo otro pueblo que vive una situación similar, no pueda elegir libremente su destino.
Con motivo de las exequias de Jerzy Popieluszko, el sábado 3 de noviembre, gran número de leales a Solidaridad se congregaron en la iglesia de San Estanislao. El primado de Polonia cedió al pedido de los amigos de Jerzy, quien así recibió sepultura en el jardín cercano a su iglesia, tierra que ya es sitio de peregrinación. Las quinientas mil personas que asistieron a esa inhumación, con las banderas de Solidaridad y otras insignias al frente, tenían lágrimas en los ojos y apretaban los puños.
Multitud impresionante por su calma y su dignidad. “San Jorge, tu nos ayudarás a vencer al dragón rojo”, se leía en algún cartel. Alusión, desde luego, a la alegoría de San Jorge – Jerzy en polaco – que derrota al monstruo y es venerado desde entonces en todos los altares; esperanza de que también, algún día, sea beatificado Jerzy Popieluszko, pues el camino de su vida fue el de la rectitud y el de una fe profunda.
Jerzy Popieluszko murió atrozmente torturado y humillado en su carne. Cobarde crimen que jamás será olvidado.
Te mataron Jerzy, pero siempre sigues vivo.
Eras un hombre enamorado de la verdad.
Hicieron de ti un mártir de la libertad.
Peor para ellos.
Adiós, Jerzy.”
Jerzy Popieluszko: EL CAMINO DE MI CRUZ Misas en Varsovia - Jean Offredo, Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1985
(*) tener en cuenta que el original del libro fue escrito inmediatamente después del asesinato de Popieluszko
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