Comentario de James Schall, S.J., profesor en Georgetown University, uno de los escritores catolicos mas prolificos en Estados Unidos. Su libro mas reciente es The Mind That is Catholic.
Publicado en The Catholic Thing, traducido con permiso del autor y del editor.
Publicado en The Catholic Thing, traducido con permiso del autor y del editor.
Después de leer Caritas in Veritate, me dije que la población católica y mundial en general no tiene idea de la brillantez de este papa. Naturalmente, también me lo dije al terminar de leer Spe Salvi, Deus Caritas Est, Jesús de Nazaret, y unos tropecientos escritos del Papa Ratzinger.
A Dios le debe divertir que el hombre mas brillante de nuestro tiempo sea el Papa de Roma.
Aunque siempre lo he admirado, consideraba la Populorum Progressio de Pablo VI la encíclica quizás más ideológica de todas las encíclicas sociales papales. Caritas in Veritate, que honra el documento de Pablo VI cuarenta años mas tarde, debo admitir, la considera una de las mejores. Al margen de no tocar la corrupción sindical o la naturaleza potencialmente totalitaria del movimiento ecologista, esta última encíclica es sencillamente una gran encíclica. A la vez que llama la atención sobre problemas obvios, es asombrosamente positiva en cuanto a las empresas, su potencial, versatilidad y apertura a la ética.
La propuesta acerca de una institución mundial internacional superior data de Robert Maynard Hutchins y Jacques Maritain, las Convenciones de la Haya, la Liga de Naciones y hasta el Sacro Imperio Romano. El papa define la necesidad de una autoridad al más alto nivel, pero con las debidas restricciones para evitar que se convierta en un gobierno mundial o en una tiranía. Los “Padres Fundadores” americanos estaban probablemente mas preocupados por los peligros de la tiranía que san Agustin. Nuestra experiencia acerca de la facilidad con que una institución internacional puede convertirse en instrumento ideológico necesita gran atención estructural, especialmente si esta autoridad internacional posee potencial para fortalecerse.
Pero el meollo de la encíclica es otro. Es la re-presentación compendiada de la persona humana en su relación con Dios, el mundo, otra persona, la familia, para que estamos en el mundo y en nuestro destino final. Es parte de un todo, pero en un orden coherente. El catolicismo continúa serenamente comprometido en hacer lo que debe hacerse moral y éticamente en todo nivel, aun en las situaciones más adversas.
Benedicto es claro en cuanto a los defectos de la modernidad, pero también en cuanto a su potencial. Como Spe Salvi, que considero un documento superior, coloca al hombre en este mundo sin aprisionarlo en el. Me agrado particularmente el recordatorio inicial de Benedicto que todo a nuestro alrededor se orienta al don. Como ya lo dijera en Deus Caritas Est, toda institución política y económica necesita ser justa y abierta a algo mas que a la justicia.
La comprensión Trinitaria y relacional del ser nos muestra en esta encíclica la relación entre nuestra cabeza y nuestros hechos. Pensar correctamente es precondición para actuar correctamente. Sabemos que Aquino lo dijo hace mucho tiempo, pero es bueno verlo aquí. Este papa es una persona orientada a Dios y sabe que nada será comprendido cabalmente si no es en el contexto de esa dimensión trascendental.
El genio de este documento se revela en el titulo mismo. No existe “caridad” sin “verdad”. Toda verdad tiende a poner amor en nuestro ser y en nuestro mundo, pero en el orden correcto. “Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales” ((#4). Era necesario que se dijera.
Aunque siempre lo he admirado, consideraba la Populorum Progressio de Pablo VI la encíclica quizás más ideológica de todas las encíclicas sociales papales. Caritas in Veritate, que honra el documento de Pablo VI cuarenta años mas tarde, debo admitir, la considera una de las mejores. Al margen de no tocar la corrupción sindical o la naturaleza potencialmente totalitaria del movimiento ecologista, esta última encíclica es sencillamente una gran encíclica. A la vez que llama la atención sobre problemas obvios, es asombrosamente positiva en cuanto a las empresas, su potencial, versatilidad y apertura a la ética.
La propuesta acerca de una institución mundial internacional superior data de Robert Maynard Hutchins y Jacques Maritain, las Convenciones de la Haya, la Liga de Naciones y hasta el Sacro Imperio Romano. El papa define la necesidad de una autoridad al más alto nivel, pero con las debidas restricciones para evitar que se convierta en un gobierno mundial o en una tiranía. Los “Padres Fundadores” americanos estaban probablemente mas preocupados por los peligros de la tiranía que san Agustin. Nuestra experiencia acerca de la facilidad con que una institución internacional puede convertirse en instrumento ideológico necesita gran atención estructural, especialmente si esta autoridad internacional posee potencial para fortalecerse.
Pero el meollo de la encíclica es otro. Es la re-presentación compendiada de la persona humana en su relación con Dios, el mundo, otra persona, la familia, para que estamos en el mundo y en nuestro destino final. Es parte de un todo, pero en un orden coherente. El catolicismo continúa serenamente comprometido en hacer lo que debe hacerse moral y éticamente en todo nivel, aun en las situaciones más adversas.
Benedicto es claro en cuanto a los defectos de la modernidad, pero también en cuanto a su potencial. Como Spe Salvi, que considero un documento superior, coloca al hombre en este mundo sin aprisionarlo en el. Me agrado particularmente el recordatorio inicial de Benedicto que todo a nuestro alrededor se orienta al don. Como ya lo dijera en Deus Caritas Est, toda institución política y económica necesita ser justa y abierta a algo mas que a la justicia.
La comprensión Trinitaria y relacional del ser nos muestra en esta encíclica la relación entre nuestra cabeza y nuestros hechos. Pensar correctamente es precondición para actuar correctamente. Sabemos que Aquino lo dijo hace mucho tiempo, pero es bueno verlo aquí. Este papa es una persona orientada a Dios y sabe que nada será comprendido cabalmente si no es en el contexto de esa dimensión trascendental.
El genio de este documento se revela en el titulo mismo. No existe “caridad” sin “verdad”. Toda verdad tiende a poner amor en nuestro ser y en nuestro mundo, pero en el orden correcto. “Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales” ((#4). Era necesario que se dijera.
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