Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

domingo, 3 de enero de 2010

"He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra"



En el Ángelus del domingo 8 de noviembre de 1987 el Santo Padre Juan Pablo II reanudaba la serie de “visitas espirituales” a los santuarios marianos, dirigiéndose con el pensamiento “al que puede considerarse el principal santuario mariano, porque tiene el privilegio inigualable de estar erigido en la ciudad en la que históricamente María vivió la mayor parte de su existencia terrena: la basílica de la Anunciación en Nazaret”.
“La grandiosa construcción en dos pisos – explicaba èl mismo en el Ángelus - engloba los restos de los anteriores edificios que a lo largo de los siglos se han levantado en torno a una gruta y a la primitiva vivienda en piedra adosada a ella. No hace muchos años, los arqueólogos, excavando dentro de la gruta, descubrieron signos visibles de la antigua devoción popular y, entre otras cosas, una inscripción grabada en el muro de la misma gruta, que se remonta a una época muy cercana a Jesús, y escrita en griego: "Kaire Maria". Son las palabras del Arcángel, que trae el Evangelio de Lucas, y grabadas allí como confirmación de la convicción de que fueron pronunciadas precisamente en ese lugar.
2. La expresión "Kaire", traducida habitualmente por "Ave" – continuaba explicando - , significa propiamente "Alégrate", y evoca los anuncios de alegría mesiánica que los Profetas dirigieron a la "Hija de Sión" (Sof 3, 14) para asegurarle la venida del Señor en medio de su pueblo. El Arcángel Gabriel anuncia a María, verdadera "Hija de Sión", el cumplimiento de la promesa; revelando que la nueva presencia, en medio del pueblo, de Aquel que salva, adquirirá en Ella la dimensión de un verdadero y propio ser humano. "Llena de gracia" es el nuevo nombre que se le dio por encargo del mismo Dios, y significa que María es y permanece de modo estable objeto por excelencia del favor divino, y a Ella se le reserva una especial vocación en la historia de la salvación. De la realidad expresada con ese nombre de gracia, que indica la realidad singular de María, surgen todos los demás privilegios suyos. Las palabras del Arcángel fueron el primer cántico dirigido a la Reina celestial también en nombre de todos los coros de ángeles, y los hijos humanos quisieron luego enriquecerlas para hacer de ellas la oración mariana por excelencia.” E invitaba a todos a” rezar a menudo durante el día el Ave María, casi como para querer sacar el agua de la fuente de la verdadera vida”

El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación, en su viaje a Tierra Santa durante el gran jubileo del Año 2000, Juan Pablo II nos participaba su “alegría de ir como peregrino de Roma a Tierra Santa, tendiendo un puente entre los dos puntos focales del gran jubileo del año 2000, Roma y Jerusalén” y en su homilía en la Basílica de la Anunciación, pedía a “María que ayude a la Iglesia por doquier a predicar la "buena nueva" a los pobres, como él hizo (cf. Lc 4, 18). En este "año de gracia del Señor", le pido que nos enseñe el camino de la obediencia humilde y gozosa al Evangelio para servir a nuestros hermanos y hermanas, sin preferencias ni prejuicios” .

El Santo Padre Benedicto XVI durante su reciente viaje a Tierra Santa en mayo de 2009 expresaba que “consideraba una particular bendición el poder visitar esta ciudad, venerada por los cristianos como el lugar donde el ángel anunció a la Virgen María que concebiría por obra del Espíritu Santo. Aquí también José, su prometido, vio ensueños al ángel, el cual le indicó que pusiera al niño por nombre "Jesús". Después de los maravillosos acontecimientos que rodearon su nacimiento, el niño fue traído a esta ciudad por José y María, y aquí "creció y se fortaleció, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba en él" (Lc 2, 40)”
Y en su homilía durante la Santa Misa oficiada en la Basílica nos decía “Lo que sucedió aquí en Nazaret, lejos de la mirada del mundo, fue un acto singular de Dios, una poderosa intervención en la historia, a través de la cual un niño fue concebido para traer la salvación al mundo entero. El prodigio de la Encarnación continúa desafiándonos a abrir nuestra inteligencia a las ilimitadas posibilidades del poder transformador de Dios, de su amor a nosotros, de su deseo de estar unido a nosotros. Aquí el Hijo eterno de Dios se hizo hombre, permitiéndonos a nosotros, sus hermanos y hermanas, compartir su filiación divina”.

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2 comentarios:

Inés García, aci dijo...

..."le pido que nos enseñe el camino de la obediencia humilde y gozosa al Evangelio para servir a nuestros hermanos y hermanas, sin preferencias ni prejuicios” . JP II

Me uno a esta petición de Juan Pablo II a María, especialmente para las comunidades de consagrados y para las familias.

Gracias por el blog,
ines

Ludmila Hribar dijo...

Gracias Ines. Y mis disculpas, por no haber respondido tu mensaje. Gracias por tu visita y tu comentari. Un abrazo.