En el marco de los viajes espirituales que el Santo Padre Juan Pablo II realizaba a los santuarios marianos durante el Año Mariano 1987-1988, el martes 8 de diciembre de 1987, Solemnidad de la Inmaculada Concepcion de Santa Maria Virgen, recordaba el Santuario de Loreto y mencionaba la milagrosa "traslación" de la casita de Nazaret a la "colina de los laureles", junto a la ciudad de Ancona, tradición - decía – que todavía es objeto de estudio y de análisis por parte de historiadores y de mariólogos. Se sentía impresionado por la “gran afluencia de pueblo, atestiguada desde el siglo XIV, hacia este santuario, convertido rápidamente de una humilde casita en templo grandioso, visitado por humildes y poderosos, Santos y pontífices y recordaba que allí había peregrinado en septiembre de 1979 y en abril de 1985. (volvería en 1994*, 1995**, y 2004***)..
“En Loreto – decía en preciosas palabras que cito textualmente - se medita y se redescubre el nacimiento de Cristo, el Verbo Divino, y su vida terrena, humilde y escondida, para nosotros y con nosotros, en Loreto la realidad misteriosa de la Navidad y de la Sagrada Familia se hace de alguna manera palpable, se hace experiencia personal, que conmueve y transforma. El pensar en la humilde casa en la que el Verbo Encarnado vivió durante años convence al peregrino de que verdaderamente Dios ama al hombre tal como es, y lo llama, lo sigue, lo ilumina, lo perdona, lo salva. En efecto, en Loreto multitudes innumerables, cada día, y de todo el mundo, se acercan al sacramento de la confesión y de la Eucaristía, y muchos se convierten de la incredulidad a la fe, del pecado a la gracia, de la tibieza y de la superficialidad al fervor espiritual y al compromiso del testimonio.
3. Loreto es un remanso de paz para el alma; es un encuentro particular con Dios; es un refugio para el que busca la Verdad y el sentido de su vida. Loreto es el santuario de la Encarnación, que proclama el amor de Dios, la dignidad de cada persona, la santidad de la familia, el valor del trabajo y del silencio, la necesidad de la oración, el mandamiento de la caridad para con todos los hermanos.”
“En Loreto – decía en preciosas palabras que cito textualmente - se medita y se redescubre el nacimiento de Cristo, el Verbo Divino, y su vida terrena, humilde y escondida, para nosotros y con nosotros, en Loreto la realidad misteriosa de la Navidad y de la Sagrada Familia se hace de alguna manera palpable, se hace experiencia personal, que conmueve y transforma. El pensar en la humilde casa en la que el Verbo Encarnado vivió durante años convence al peregrino de que verdaderamente Dios ama al hombre tal como es, y lo llama, lo sigue, lo ilumina, lo perdona, lo salva. En efecto, en Loreto multitudes innumerables, cada día, y de todo el mundo, se acercan al sacramento de la confesión y de la Eucaristía, y muchos se convierten de la incredulidad a la fe, del pecado a la gracia, de la tibieza y de la superficialidad al fervor espiritual y al compromiso del testimonio.
3. Loreto es un remanso de paz para el alma; es un encuentro particular con Dios; es un refugio para el que busca la Verdad y el sentido de su vida. Loreto es el santuario de la Encarnación, que proclama el amor de Dios, la dignidad de cada persona, la santidad de la familia, el valor del trabajo y del silencio, la necesidad de la oración, el mandamiento de la caridad para con todos los hermanos.”
* 10 de diciembre de 1994 – en este encuentro a los pies de la Virgen de Loreto concluía el itinerario de la gran oración por Italia y se inauguraba solemnemente el año jubilar para el séptimo centenario lauretano.
** 9 - 10 de septiembre de 1995 - se celebraba el Septimo centenario lauretano..
*** 5 de septiembre de 2004 beatificación de Pedro Tarrés y Claret (catalàn) y Alberto Marvelli y Pina Suriano (italianos)
*** 5 de septiembre de 2004 beatificación de Pedro Tarrés y Claret (catalàn) y Alberto Marvelli y Pina Suriano (italianos)
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Oración del Papa Benedicto XVI a la Virgen de Loreto
La casa de la Sagrada Familla
El Papa y los jóvenes en Loreto
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