Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 6 de julio de 2013

El Evangelio: una Gran Promesa



“El Evangelio no es la promesa de éxitos fáciles. No promete a nadie una vida cómoda. Es exigente. Y al mismo tiempo es una Gran Promesa: la promesa de la vida eterna para el hombre, sometido a la ley de la muerte; la promesa de la victoria, por medio de la fe, a ese hombre atemorizado por tantas derrotas.

En el Evangelio está contenida una fundamental paradoja: para encontrar la vida, hay que perder la vida; para nacer, hay que morir; para salvarse, hay que cargar con la Cruz. Ésta es la verdad esencial del Evangelio, que siempre y en todas partes chocará contra la protesta del hombre.

Siempre y en todas partes el Evangelio será un desafio para la debilidad humana. En ese desafío está toda su fuerza. Y el hombre, quizá, espera en su subconsciente un desafio semejante; hay en él la necesidad de superarse a sí mismo. Sólo superándose a sí mismo el hombre es plenamente hombre (Blas Pascal, Pensées, n. 434: Apprenez que l"homme passe infiniment l"homme: «Sabed que el hombre supera infinitamente al hombre»).

Ésta es la verdad más profunda sobre el hombre. El primero que la conoce es Cristo. Él sabe verdaderamente «lo que hay en cada hombre» (Juan 2,25). Con Su Evangelio ha indicado cuál es la íntima verdad del hombre. La ha señalado en primer lugar con Su Cruz. Pilato que, señalando al Nazareno coronado de espinas después de la flagelación, dijo: «¡He aquí al hombre!» (Juan 19,5), no se daba cuenta de que estaba proclamando una verdad esencial, de que estaba expresando lo que siempre y en todas partes sigue siendo el contenido de la evangelización.”

(de la entrevista de Vittorio Messori a Juan Pablo II : Ante el umbral de la esperanza, Plaza & Janes, pag.117)

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