Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

sábado, 13 de julio de 2013

Juan Pablo II: "Señor, enséñanos a orar":


¿Qué quiere decir rezar? ¿Cómo hay que rezar? Por eso, la respuesta que dio Cristo es siempre actual. ¿Y qué  respuesta dio Cristo? En cierto sentido, El enseñó, a los que le preguntaban, las palabras que debían pronunciar para rezar, para dirigirse al Padre. Esas palabras se encuentran en las dos versiones evangélicas: el texto del Evangelio de hoy se diferencia ligeramente de aquel a que estamos acostumbrados en nuestra oración cotidiana; en efecto, nosotros recordamos el Padre Nuestro según la versión de San Mateo.
Cristo, pues, enseñó las palabras de la oración; las palabras más perfectas, las palabras más completas; en ellas se encierra todo.
Sin embargo, la respuesta de Cristo no se limita exclusivamente al texto, a las palabras que debemos pronunciar cuando rezamos. Se trata de un problema mucho más urgente y podría decirse que mucho más complejo.
¿Que quiere decir rezar? Rezar significa sentir la propia insuficiencia, sentir la propia insuficiencia a través de las diversas necesidades que se presentan al hombre, las necesidades que constantemente forman parte de su vida. Como, por ejemplo, la necesidad del pan a que se refiere Cristo, poniendo como ejemplo al hombre que despierta a su amigo a medianoche para pedirle pan. Tales necesidades son numerosas. La necesidad de pan es, en cierto sentido, el símbolo de todas las necesidades materíales, de las necesidades del cuerpo humano, de las necesidades de esta existencia que nace del hecho de que el hombre es el cuerpo. Pero la escala de estas necesidades es más amplia.
[] Rezar quiere decir ser conscientes; ser conscientes, hasta el fondo, de todas las necesidades del hombre, de toda la verdad sobre el hombre y, en nombre de esa verdad, cuyo sujeto directo soy yo mismo, pero también mi prójimo, todos los hombres, la humanidad entera..., en nombre de esa verdad, dirigirse a Dios como al Padre.
Ahora bien, según la respuesta de Cristo a la pregunta "enséñanos a orar", todo se reduce a este singular concepto: aprender a rezar quiere decir "aprender quién es el Padre". Si nosotros aprendemos, en el sentido pleno de la palabra, en su plena dimensión, la realidad "Padre", hemos aprendido todo. Aprender quién es el Padre quiere decir aprender la respuesta a la pregunta sobre cómo se debe rezar, porque rezar quiere decir también encontrar la respuesta a una serie de preguntas ligadas, por ejemplo, al hecho de que yo rezo y en algunos casos no soy escuchado.
Cristo da respuestas indirectas a estas preguntas …... Las da en todo el Evangelio y en toda la experiencia cristiana. Aprender quién es el Padre quiere decir aprender lo que es 'la confianza absoluta. Aprender quién es el Padre quiere decir adquirir la certeza de que El no podrá absolutamente rechazar nada….. El no te rechaza ni siquiera cuando todo, material y sicológicamente, parece indicar el rechazo. El no te rechaza jamás.
Por tanto, aprender a rezar quiere decir "conocer al Padre" de ese modo; aprender a estar seguros de que el Padre no te rechaza jamás nada, sino que, por el contrario, da el Espíritu Santo a quienes lo piden.
Los dones que pedimos son diversos como lo son nuestras necesidades. Pedimos según nuestras exigencias y no puede ser de otro modo. Cristo confirma esa nuestra actitud; sí, así es; debéis pedir según vuestras exigencias, tal como las sentís. Como estas necesidades os sacuden, a veces dolorosamente, así debéis rezar. Cuando, en cambio, se trata de la respuesta a cada pregunta vuestra, tal respuesta se da siempre a través de un don sustancial: el Padre nos da al Espíritu Santo. Y lo da en consideración de su Hijo. Por esto ha dado a su Hijo, ha dado a su Hijo por los pecados del mundo, ha dado a su Hijo saliendo al encuentro de todas las necesidades del mundo, de todas las necesidades del hombre, para poder siempre, en este Hijo crucificado y resucitado dar al Espíritu Santo. Este es su don.
Aprender a rezar quiere decir aprender quién es el Padre y adquirir una confianza absoluta en Aquel que nos ofrece este don cada vez más grande y ofreciéndonoslo, jamás nos engaña. Y si a veces o incluso frecuentemente no recibimos directamente lo que pedimos, en este don tan grande —cuando se nos ofrece— se hallan encerrados todos los otros dones; aunque no siempre nos demos cuenta de ello.”


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