Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 10 de abril de 2024

Stanislaw Grygiel: Homenaje al Papa poeta, San Juan Pablo II , compatriota, discípulo, amigo y filósofo

  


"Pienso continuamente en todo cuanto sigo con el corazón"

——

Pasarán y desaparecerán diversas abundancias,
Los tesoros y las potencias irán al aire,
los grandes complejos a la ruina,
De las cosas de este mundo quedarán solo dos,
solo dos: la poesía y la bondad… y nada más…
Hasta los conocimientos carentes de estas dos
se borrarán en el papel… (NORWID)

Was bleibet aber, stifen die Dichter (HÖLDERLIN)

Los textos poéticos de Karol Wojtyla nacieron en el esfuerzo de abrirse a la alteridad deseada por el hombre y en la experiencia del encarnarse de la Gracia en que culmina la verdad del drama de la existencia humana. Para decirlo filosóficamente, la res poética de Wojtyla refleja la misteriosa unión de los trascendentales verum, bonum y pulchrum, unión que representa la lógica primordial de todo ser y de manera especial del hombre. Esta lógica, vivida contemplativamente, indica al hombre la salida del laberinto de las opiniones y de los prejuicios sobre la factualidad de su ser. Siguiendo ese hilo de Ariadna que es el pulchrum, en el cual la par-ousia del verum y del bonum resplandece y nos llama al trabajo, el hombre existe como palabra poética y al mismo tiempo filosófica.

La dolorosa experiencia de la contingencia del propio ser expone al hombre a la luz de lo Invisible y de lo Inefable. Lanzándose a sí mismo con una gran pregunta en la dirección de la cual proviene esta luz, pregunta a la cual solo ese Otro Invisible e Inefable puede dar la respuesta, el hombre existe filosóficamente. Existir como semejante pregunta-desafío lanzada al Otro y esperar la respuesta significa pensar en el sentido más profundo del término. El pensamiento filosófico es dialógico. Quien plantea las interrogantes a las cuales está en condiciones de responder por sí solo no piensa, sino puramente construye objetos monológicamente.

Envuelto por la misteriosa luz de lo Invisible, el hombre descubre ser una historia que solo pueden narrar los símbolos y los mitos. En la sociedad en que la poesía del ser se ha apagado, el pensamiento desprendido del verum y el amor separado del bonum son sustituidos por el cálculo y por lo “cómodo”, que utilizan lo bello como mera decoración. Lo bello transformado en algo estético puramente formal no nos llama al trabajo para la Gracia, ya que semejante bello a nada nos llama.

Precisamente en este sentido entiendo las palabras de Hölderlin: Voll Verdienst, doch dichterisch wohnet der Mensch auf dieser Erde, y las de San Agustín: Fecisti nos ad te, Domine, et inquietum est cor nostrum donec requiescat in Te. En realidad, haciendo tantas cosas, el hombre está voll Verdienst, lleno de méritos. Sin embargo, doch, en el fondo, él habita poéticamente, dichterisch, en esta tierra, mirando, en la fronética [1] inquietud, lo Invisible e Inefable de donde todo proviene y hacia donde está orientado y proféticamente extendido su ser. El hombre habita poética y filosóficamente entre las cosas visibles en cuanto estas, dichas por lo Inefable e iluminadas por lo Invisible, también deben ser dichas bien y no mal, es decir, ben-ditas y no mal-ditas. Dentro de aquel que vislumbra lo Invisible en su reflejo en lo visible y dice bien todo cuanto es, tiene lugar el acto de la co-creación o —mejor dicho— el poiein.

En otras palabras, la persona humana existe como una intentio visible de lo Invisible. Los griegos la habrían llamado tónos. El hombre es tónos del Otro. Así, aquel que no existe poética y filosóficamente en esta tierra es un ser “desentonado”, a menudo a pesar de las apariencias. Recita la prosa de su propia inmanencia de acuerdo con la lógica que da comienzo a una cultura “desentonada”.

El poeta reside en el asombro provocado en él por lo bello de los seres, carácter bello que, reflejando la lógica del Otro, choca con la amenaza de aniquilación de esos seres; pero su existencia y su pensamiento, gracias al poiein que en ellos ocurre, no se detienen ante la muerte y no perecen en el dolor, sino salen del mismo aún más fuertes. De hecho, la poesía va más allá de lo visible que se desprende, abriendo al hombre al encuentro difícil con el Otro.

Wojtyla vivió a temprana edad la muerte de las personas más queridas. No es para nada extraño, entonces, que desde su juventud mirase a lo lejos, hacia las cosas inefables e invisibles. Ya en 1938, Wojtyla escribió, a los diecinueve años:

En tu blanca tumba
ya cerrada hace años
algo parece levantarse:
inexplicable como la muerte.
(EN TU TUMBA BLANCA) [2]

En su recuerdo poético de la muerte de un compañero de trabajo en la cantera resuena también la rabia en la cual crece el amor al hombre.

(…) El hombre llevó consigo la secreta estructura del mundo donde el amor prorrumpe a mayor altura si lo impregna en mayor medida la rabia.
(LA CANTERA, IV, 7)

En el asombro y en la rabia, el hombre crece como magna quaestio (San Agustín), desafiando a Dios en defensa del hombre. Precisamente en esta defensa se constituye y se desarrolla la filosofía en el sentido primordial del término.

Siempre debo recordar: ¿soy un ser contingente?
Pero si está presente en mí la verdad, debe explotar.
No puedo negarla, me negaría a mí mismo.
(NACIMIENTO DE LOS CONFESORES, II, 2, 3)

(Si no funciona el enlace googlear Universidad Catolica de Chile, Revista Humanitas, Stanislaw Grygiel  Al poeta, a un año de su canonización )


No hay comentarios: