Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).
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martes, 5 de diciembre de 2023

Combatir la pobreza, construir la paz

 

(el misionero Pedro Opeka entre su querido pueblo malgache en Madagascar)

Del Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 1ro de enero 2009


Mi venerado predecesor Juan Pablo II, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1993 , subrayó ya las repercusiones negativas que la situación de pobreza de poblaciones enteras acaba teniendo sobre la paz. En efecto, la pobreza se encuentra frecuentemente entre los factores que favorecen o agravan los conflictos, incluidas las contiendas armadas. Estas últimas alimentan a su vez trágicas situaciones de penuria. «Se constata y se hace cada vez más grave en el mundo –escribió Juan Pablo II– otra seria amenaza para la paz: muchas personas, es más, poblaciones enteras viven hoy en condiciones de extrema pobreza. La desigualdad entre ricos y pobres se ha hecho más evidente, incluso en las naciones más desarrolladas económicamente. Se trata de un problema que se plantea a la conciencia de la humanidad, puesto que las condiciones en que se encuentra un gran número de personas son tales que ofenden su dignidad innata y comprometen, por consiguiente, el auténtico y armónico progreso de la comunidad mundial»

 

En este cuadro, combatir la pobreza implica considerar atentamente el fenómeno complejo de la globalización. Esta consideración es importante ya desde el punto de vista metodológico, pues invita a tener en cuenta el fruto de las investigaciones realizadas por los economistas y sociólogos sobre tantos aspectos de la pobreza. Pero la referencia a la globalización debería abarcar también la dimensión espiritual y moral, instando a mirar a los pobres desde la perspectiva de que todos comparten un único proyecto divino, el de la vocación de construir una sola familia en la que todos —personas, pueblos y naciones— se comporten siguiendo los principios de fraternidad y responsabilidad.

[…]



Una de las vías maestras para construir la paz es una globalización que tienda a los intereses de la gran familia humana[8]. Sin embargo, para guiar la globalización se necesita una fuerte solidaridad global[9], tanto entre países ricos y países pobres, como dentro de cada país, aunque sea rico. Es preciso un «código ético común»[10], cuyas normas no sean sólo fruto de acuerdos, sino que estén arraigadas en la ley natural inscrita por el Creador en la conciencia de todo ser humano (cf. Rm 2,14-15). Cada uno de nosotros ¿no siente acaso en lo recóndito de su conciencia la llamada a dar su propia contribución al bien común y a la paz social?

 […]

miércoles, 26 de julio de 2023

Juan Pablo II: Para servir a la paz, respeta la libertad

 


 La paz debe realizarse en la verdad; debe construirse sobre la justicia; debe estar animada por el amor; debe hacerse en la libertad (cf. Pacem in terris). Sin un respeto profundo y generalizado de la libertad, la paz escapa al hombre. No tenemos más que mirar en derredor nuestro para convencernos. Porque el panorama que se abre ante nuestros ojos, en este principio de los años ochenta, no se presenta muy tranquilizador. En efecto, mientras muchos hombres y mujeres, simples ciudadanos o dirigentes responsables, se preocupan vivamente por la paz —a veces hasta llegar a la angustia—, sus aspiraciones no se concretizan en una paz verdadera a causa de la falta de libertad o de la violación de la misma, como también por la manera ambigua o errónea en la que es ejercida.

 

Porque ¿cuál puede ser la libertad de unas naciones cuya existencia, aspiraciones y reacciones están condicionadas por el miedo en vez de la confianza mutua, por la opresión en vez de la libre búsqueda del bien común? La libertad es herida, cuando las relaciones entre los pueblos se fundan no sobre el respeto de la dignidad igual de cada uno, sino sobre el derecho del más fuerte, sobre la actitud de bloques dominantes y sobre imperialismos militares o políticos. La libertad de las naciones es herida, cuando se obliga a las pequeñas naciones a alinearse con las grandes para ver asegurado su derecho a la existencia autónoma o su supervivencia. La libertad es herida, cuando el diálogo entre compañeros iguales no es posible a causa de las dominaciones económicas o financieras ejercidas por las naciones privilegiadas y fuertes.

 

Y dentro de una nación, a nivel político, ¿tiene la paz una suerte real, cuando no está garantizada la libre participación en las decisiones colectivas o el libre disfrute de las libertades individuales? No hay verdadera libertad —fundamento de la paz—, cuando todos los poderes están concentrados en manos de una sola clase social, de una sola raza, de un solo grupo; o cuando el bien común es confundido con los intereses de un solo partido que se identifica con el Estado. No hay verdadera libertad, cuando las libertades de los individuos son absorbidas por una colectividad «negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia personal y colectiva» (Carta Octogesima adveniens, n. 26). La verdadera libertad está igualmente ausente cuando formas diversas de anarquía erigida en teoría llevan a rechazar o contestar sistemáticamente toda autoridad, confinando, en el extremo, con terrorismos políticos o violencias obcecadas, espontáneas u organizadas. Tampoco existe ya verdadera libertad, cuando la seguridad interna es erigida en norma única y suprema de las relaciones entre la autoridad y los ciudadanos, como si ella fuera el único y principal medio de mantener la paz. No puede ignorarse, en este contexto, el problema de la represión sistemática o selectiva —acompañada de asesinatos y torturas, de desapariciones y exilios— de la cual son víctimas tantas personas, incluidos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos cristianos comprometidos en el servicio al prójimo.

 

(del Mensaje de Juan Pablo II para la XIV Jornada Mundial de la paz – 1 de enero de1981)

viernes, 30 de diciembre de 2016

Todos podemos ser artesanos de la paz




«Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla»[24]. En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común. «Nada es imposible si nos dirigimos a Dios con nuestra oración. Todos podemos ser artesanos de la paz »[25].


jueves, 27 de octubre de 2016

30 años de la Jornada Mundial de Oración por la paz en Asis.



JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA PAZ
con la participación de jefes y representantes de las Iglesias cristianas y de las Religiones de todo el mundo invitados por el Santo Padre Juan Pablo II
(Asís, 27 de octubre de 1986)


Un don de Dios en Jesucristo
“Nuestra fe nos enseña que la paz es un don de Dios en Jesucristo; un don que ha de expresarse en la oración a Aquel que tiene en sus manos los destinos de los pueblos. Lo que nosotros estamos haciendo hoy representa otro eslabón en la cadena de oraciones por la paz forjada por los cristianos individualmente y también por las Iglesias cristianas y las Comunidades eclesiales; un movimiento que en los últimos años ha ido creciendo con fuerza en muchas partes del mundo. Nuestra oración común expresa y manifiesta la paz que reina en nuestros corazones, ya que como discípulos de Cristo hemos sido enviados al mundo para proclamar la paz y para llevarle este don «de Dios, el cual nos ha reconciliado consigo por Cristo y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación» (2 Cor 5,18). Como discípulos de Cristo, tenemos la obligación especial de trabajar para llevar al mundo la paz del Señor.
En cuanto cristianos nosotros podemos reunirnos en esta ocasión bajo el impulso del Espíritu Santo que lleva a los seguidores de Jesucristo a participar plenamente en la vida del Padre y del Hijo, esto es, en la comunión de toda la Iglesia. La misma Iglesia es llamada a ser signo eficaz e instrumento de reconciliación y de paz para toda la familia humana. A pesar de las serias cuestiones que aún nos dividen, nuestro actual grado de unión en Cristo es, sin embargo, para el mundo un signo de que Jesucristo es verdaderamente el Príncipe de la Paz. Por medio de las iniciativas ecuménicas Dios nos abre nuevas posibilidades de entendimiento y de reconciliación para que nosotros podamos ser instrumentos más idóneos en favor de la paz. Lo que estamos realizando aquí hoy sería algo incompleto si nos fuéramos sin una profunda resolución de comprometernos para continuar la búsqueda de la unidad total y para superar las serias divisiones que aún persisten. Esta resolución nos compromete como individuos y como comunidades.”

(texto tomado de la pagina Franciscanos.orgAlocución del papa Juan Pablo II durante la plegaria ecuménica )
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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Juan Pablo II: “No te dejes vencer por el mal”

NO TE DEJES VENCER POR EL MAL
ANTES BIEN, VENCE AL MAL CON EL BIEN



“Al comienzo del nuevo año, dirijo una vez más la palabra a los responsables de las Naciones y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, sabedores de lo necesario que es construir la paz en el mundo. He elegido como tema para la Jornada Mundial de la Paz 2005 la exhortación de san Pablo en la Carta a los Romanos: « No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien » (12,21). No se supera el mal con el mal. En efecto, quien obra así, en vez de vencer al mal, se deja vencer por el mal.
La perspectiva indicada por el gran Apóstol subraya una verdad de fondo: la paz es el resultado de una larga y dura batalla, que se gana cuando el bien derrota al mal. Ante el dramático panorama de los violentos enfrentamientos fratricidas que se dan en varias partes del mundo, ante los sufrimientos indecibles e injusticias que producen, la única opción realmente constructiva es detestar el mal con horror y adherirse al bien (cf. Rm 12,9), como sugiere también san Pablo.
La paz es un bien que se promueve con el bien: es un bien para las personas, las familias, las Naciones de la tierra y para toda la humanidad; pero es un bien que se ha de custodiar y fomentar mediante iniciativas y obras buenas. Se comprende así la gran verdad de otra máxima de Pablo: « Sin devolver a nadie mal por mal » (Rm 12,17). El único modo para salir del círculo vicioso del mal por el mal es seguir la exhortación del Apóstol: « No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien » (Rm 12,21).”

domingo, 1 de enero de 2012

Educar a los jóvenes en la justicia y la paz



“Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona. Las preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo expresan el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro. En la actualidad, muchos son los aspectos que les preocupan: el deseo de recibir una formación que los prepare con más profundidad a afrontar la realidad, la dificultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo, la capacidad efectiva de contribuir al mundo de la política, de la cultura y de la economía, para edificar una sociedad con un rostro más humano y solidario. Es importante que estos fermentos, y el impulso idealista que contienen, encuentren la justa atención en todos los sectores de la sociedad. La Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y los anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver «cosas nuevas» (Is 42,9; 48,6).

[…]

Educar en la Verdad y en la Libertad

“…para educar en la verdad es necesario saber sobre todo quién es la persona humana, conocer su naturaleza…. ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad –no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida– porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

“…..es cometido de la educación el formar en la auténtica libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrío, no es el absolutismo del yo. El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él.”

[…]

Educar en la Justicia

La justicia, en efecto, no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La visión integral del hombre es lo que permite no caer en una concepción contractualista de la justicia y abrir también para ella el horizonte de la solidaridad y del amor[6].

[…]

Educar en la paz

«La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad»[8].La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios. Los cristianos creemos que Cristo es nuestra verdadera paz: en Él, en su cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo y ha destruido las barreras que nos separaban a unos de otros (cf. Ef 2,14-18); en Él, hay una única familia reconciliada en el amor. Pero la paz no es sólo un don que se recibe, sino también una obra que se ha de construir. Para ser verdaderamente constructores de la paz, debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las consciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos.”

Levantar los ojos a Dios

“Ante el difícil desafío que supone recorrer la vía de la justicia y de la paz, podemos sentirnos tentados de preguntarnos como el salmista: «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?» (Sal 121,1). Deseo decir con fuerza a todos, y particularmente a los jóvenes: «No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?»[9]. El amor se complace en la verdad, es la fuerza que nos hace capaces de comprometernos con la verdad, la justicia, la paz, porque todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,1-13).”

A los Jóvenes

“Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo. Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.”

jueves, 27 de octubre de 2011

"Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz" a 25 años de la Jornada de Asís





Previos preparativos y jornada de oración en preparación para el encuentro, y cumpliendo lo anunciado en el primer Ángelus de este año, el Santo Padre Benedicto XVI partió esta mañana desde la Estación Vaticana, junto a la comitiva papal, como “peregrino a la ciudad de san Francisco”, Asis.

En tan solo 1,45 hs llegaban al «oasis» del espíritu para conmemorar y reafirmar el “espíritu de Asís” “inaugurado” aquella Jornada histórica del 27 de octubre de 1986 por el Beato Juan Pablo II, no obstante algunos temores de entonces que “todas las religiones se volvieran iguales, una especie de melting pot espiritual. Pero no era así, no era así en absoluto. El Santo Padre lo explicó repetidas veces, antes y después: estábamos allí juntos para rezar, pero no para rezar juntos. Juan Pablo II supo ver proféticamente el futuro. Y nosotros, hablo de la Iglesia en general, no siempre hemos sido capaces de seguirle. Por esto debemos estarle agradecidos a Benedicto XVI que, en cambio, sì lo entendió, estuvo siempre a su lado.”(Stanislaw Dziwisz: Una Vida con Karol)


La Jornada de Asis fue uno de los momentos más creativos del ir “mar adentro” de Juan Pablo II decía Luigi Accattoli en su libro, Jornada que se llevó a cabo en tres momentos principales: la bienvenida con el discurso del papa, las asambleas por separado de los doce grupos religiosos mundiales y la asamblea común en la plaza de la basílica inferior de San Francisco.
De similar manera transcurre la Jornada de hoy, compuesta por tres momentos principales: la recepción de la mañana con intervenciones de representantes de las diversas religiones y también una representante por los no creyentes, seguido de un encuentro en el convento de la Porciúncula. Por la tarde un tiempo de silencio, reflexión y oración personal para cada uno de los participantes y a continuación los actos culturales en la Basílica de Santa María de los Ángeles. Finalmente el acto conclusivo con la renovación solemne del compromiso por la paz por parte de las religiones representadas en el encuentro, palabras del Santo Padre Benedicto XVI, el gesto simbólico del encendido de las lámparas y el intercambio de la paz entre los participantes, finalizando con el “Cántico de las Creaturas” ofrecido por el Coro de la Diócesis de Asís.


La ausencia de Dios lleva al decaimiento del hombre y del humanismo. Pero, ¿dónde está Dios? ¿Lo conocemos y lo podemos mostrar de nuevo a la humanidad para fundar una verdadera paz?

planteaba el Santo Padre Benedicto XVI en su intervención en la Basílica de Santa María de los Ángeles, llamando al diálogo y a la purificación, siempre necesaria, de la religión vivida invitando también a aquellas personas a las que no les ha sido dado el don de poder creer y que, sin embargo, buscan la verdad, están en la búsqueda de Dios. Personas como éstas no afirman simplemente: «No existe ningún Dios». Sufren a causa de su ausencia y, buscando lo auténtico y lo bueno, están interiormente en camino hacia Él. Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz»… en este “estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho.


También aquí en la Argentina se realizaran actos recordatorios de la Jornada de Asís en Buenos Aires, Santa Fe, Rio Cuarto y Corrientes.


Invito ver el video del encuentro en la Porciúncula

viernes, 1 de enero de 2010

Construir un futuro mejor para todos



“¿Cómo no reaccionar ante los conflictos actuales, y ante otros potenciales, relacionados con el acceso a los recursos naturales? Todas éstas son cuestiones que tienen una repercusión profunda en el ejercicio de los derechos humanos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la alimentación, a la salud y al desarrollo.
5. No obstante, se ha de tener en cuenta que no se puede valorar la crisis ecológica separándola de las cuestiones ligadas a ella, ya que está estrechamente vinculada al concepto mismo de desarrollo y a la visión del hombre y su relación con sus semejantes y la creación. Por tanto, resulta sensato hacer una revisión profunda y con visión de futuro del modelo de desarrollo, reflexionando además sobre el sentido de la economía y su finalidad, para corregir sus disfunciones y distorsiones. Lo exige el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere también, y sobre todo, la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son patentes desde hace tiempo en todas las partes del mundo.[8] La humanidad necesita una profunda renovación cultural; necesita redescubrir esos valores que constituyen el fundamento sólido sobre el cual construir un futuro mejor para todos. Las situaciones de crisis por las que está actualmente atravesando —ya sean de carácter económico, alimentario, ambiental o social— son también, en el fondo, crisis morales relacionadas entre sí. Éstas obligan a replantear el camino común de los hombres. Obligan, en particular, a un modo de vivir caracterizado por la sobriedad y la solidaridad, con nuevas reglas y formas de compromiso, apoyándose con confianza y valentía en las experiencias positivas que ya se han realizado y rechazando con decisión las negativas. Sólo de este modo la crisis actual se convierte en ocasión de discernimiento y de nuevas proyecciones

jueves, 17 de septiembre de 2009

Juan Pablo II en la Argentina 1987 (3) Buenos Aires)


Voluntad de Paz

“Argentina y Chile han demostrado, en un momento difícil y complejo, que es posible encontrar una solución justa y pacífica a los conflictos internacionales, cuando existe una auténtica voluntad de paz y de mutuo entendimiento”
[,,,]
El clima de paz verdadera entre las naciones no consiste en la simple ausencia de enfrentamientos bélicos, sino en una voluntad consciente y efectiva de buscar el bien de todos los pueblos, de manera que cada Estado, al definir su política exterior, piense sobre todo en una contribución específica al bien común internacional. Por esta razón, con motivo de la Jornada mundial de la Paz del presente año, he propuesto el tema: “Desarrollo y solidaridad: dos claves para la paz”.
Los viejos egoísmos nacionales o regionales y el subdesarrollado económico o cultural, representan en verdad dos graves amenazas para la paz, estrechamente relacionadas entre sí. Ambas sólo pueden ser combatidas y superadas a la vez, de modo que el desarrollo se transforme en oferta fraternalmente solidaria (Mensaje para la Jornada mundial de la Paz 1987, n. 7).


jueves, 30 de julio de 2009

Vencer el mal con el bien

NO TE DEJES VENCER POR EL MAL
ANTES BIEN, VENCE AL MAL CON EL BIEN

"12. Ningún hombre, ninguna mujer de buena voluntad puede eximirse del esfuerzo en la lucha para vencer al mal con el bien. Es una lucha que se combate eficazmente sólo con las armas del amor. Cuando el bien vence al mal, reina el amor y donde reina el amor reina la paz. Es la enseñanza del Evangelio, recordada por el Concilio Vaticano II: « La ley fundamental de la perfección humana, y por ello de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor».[20]"

sábado, 10 de enero de 2009

Tierra Santa – Por el respeto del otro


El tema para la Jornada mundial de la paz 2002 habia sido
"No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón"
y en la homilía de la Santa Misa el 1 de enero 2002 en clara referencia a los conflictos existentes SS Juan Pablo II había expresado
Justicia y perdón: estos son los dos "pilares" de la paz…. Entre justicia y perdón no hay contraposición, sino complementariedad, porque ambos son esenciales para la promoción de la paz. En efecto, esta, mucho más que un cese temporal de las hostilidades, es una profunda cicatrización de las heridas abiertas que rasgan los corazones. Sólo el perdón puede apagar la sed de venganza y abrir el corazón a una reconciliación auténtica y duradera entre los pueblos”.

Dirigía su llamamiento ante todo “a cuantos creen en Dios, en particular a las tres grandes religiones que descienden de Abraham, judaísmo, cristianismo e islam, llamadas a rechazar siempre con firmeza y decisión la violencia

EL 10 de enero de 2002 el Santo Padre Juan Pablo II dirigièndose al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede les hablaba de Belén y de la luz de Navidad y se refirió al conflicto en los Santos Lugares…alli donde “nuestro Redentor vio la luz…..pero la luz que emana de la gruta de Belén ilumina también, y de modo implacable, las ambigüedades y los fracasos de nuestras iniciativas... Nadie puede permanecer insensible ante la injusticia de la que es víctima el pueblo palestino desde hace más de cincuenta años. Nadie puede negar el derecho del pueblo israelí a vivir en la seguridad. Pero nadie puede olvidar tampoco a las víctimas inocentes que, de una parte y de otra, caen todos los días bajo los golpes y los tiros..... Unos contra otros, los Israelíes y los Palestinos no ganarán la guerra. Los unos con los otros, pueden ganar la paz”.
Esta Navidad nos hemos encontrado con una nueva escalada del mismo conflicto en esta cruel realidad de “ violencia, odio y desconfianza” que no contempla perdones en la dolorosa franja de Gaza, “ donde la humanidad misma esta en juego…y ha habido pocos avances en la empresa de tender puentes entre palestinos e israelíes
El 28 de diciembre Fiesta de la Sagrada Familia el Santo Padre Benedicto XVI despues del Angelus agregaba un Llamamiento en favor de la paz en Tierra Santa e imploraba el "final de esa violencia, que es preciso condenar en todas sus manifestaciones, y el restablecimiento de la tregua en la franja de Gaza" ; pedia "gestos de humanidad y de sensatez en todos los que tienen responsabilidad en la situación" y terminaba con esta breve oracion:
Encomendemos a Jesús, Príncipe de la paz, nuestra ferviente oración por estas intenciones, y digámosle a él, a María y a José: "¡Oh familia de Nazaret, experta en sufrir, da al mundo la paz!". Dala hoy sobre todo a Tierra Santa.
Invito acompañemos al Santo Padre en sus ruegos.

jueves, 8 de enero de 2009

La verdad, fuerza de la paz


LA VERDAD, FUERZA DE LA PAZ

Del Mensaje de SS Juan Pablo II Jornada Mundial de la Paz 1 de enero 1980

“ 4. Promover la verdad como fuerza de la paz, es emprender un esfuerzo constante para no utilizar nosotros mismos, aunque fuese para el bien, las armas de la mentira. La mentira puede deslizarse solapadamente en todas partes. Para mantener establemente la sinceridad, la verdad con nosotros mismos, hace falta un esfuerzo paciente, decidido, para buscar y encontrar la verdad superior y universal acerca del hombre, a la luz de la cual podremos valorar las diversas situaciones, y a la luz de la cual nos juzgaremos en primer lugar a nosotros mismos y nuestra propia sinceridad. Es imposible instalarse en la duda, la sospecha, el relativismo escéptico sin deslizarse rápidamente en la insinceridad y en la mentira. La paz, he dicho más arriba, está amenazada, cuando reina la incertidumbre, la duda y la sospecha, y la violencia sale ganando. ¿Queremos verdaderamente la paz? Entonces tenemos que ahondar bastante más en nosotros mismos para encontrar las zonas donde, más allá de las divisiones que constatamos en nosotros y entre nosotros, podamos reforzar la convicción de que los dinamismos constitutivos del hombre, el reconocimiento de su verdadera naturaleza, le llevan al encuentro, al respeto mutuo, a la fraternidad y a la paz. Esta laboriosa búsqueda de la verdad objetiva y universal sobre el hombre, creará, con su acción y sus resultados, hombres de paz y diálogo, a la vez fuertes y humildes con una verdad, a la que se darán cuenta de deber servir, y no servirse de ella para intereses de parte.”

viernes, 2 de enero de 2009

« Para lograr la paz, educar a la paz ».


4. En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1o de enero de 1979 dirigía ya este llamamiento: « Para lograr la paz, educar a la paz ». Esto es hoy más urgente que nunca porque los hombres, ante las tragedias que siguen afligiendo a la humanidad, están tentados de abandonarse al fatalismo, como si la paz fuera un ideal inalcanzable.

La Iglesia, en cambio, ha enseñado siempre y sigue enseñando una evidencia muy sencilla: la paz es posible. Más aún, la Iglesia no se cansa de repetir: la paz es necesaria. Ésta se ha de construir sobre las cuatro bases indicadas por el Beato Juan XXIII en la Encíclica Pacem in terris: la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Se impone, pues, un deber a todos los amantes de la paz: educar a las nuevas generaciones en estos ideales, para preparar una era mejor para toda la humanidad.”

domingo, 21 de septiembre de 2008

Orar por la paz



« PARA LOGRAR LA PAZ, EDUCAR A LA PAZ »

Hoy 21 de septiembre se celebra en todo el mundo la Jornada internacional de oración por la paz, celebración instituida en 1981 por la Asamblea General de la ONU.
Juan Pablo II nos decía en su primer mensaje preparado el 8 de diciembre de 1978, para la Jornada Mundial de la Paz, a celebrarse el 1 de enero de 1979 que para lograr la paz hay que educar a la paz y nos explicaba:
“Yo recojo de manos de mi venerado predecesor el bastón de peregrino de la paz. Camino a vuestro lado con el Evangelio de la paz. «Bienaventurados los que trabajan por la paz». Al comienzo del año 1979, os invito a celebrar la Jornada Mundial, colocándola —de acuerdo con el deseo de Pablo VI— bajo el signo de la educación a la paz”

Su mensaje estaba compuesto por tres apartados:

I. Una dura tarea
II. La educación a la paz
III. La contribución especifica de los cristianos


En el último enlazaba aspiraciones y exigencias con nuestras obligaciones y la misión del cristiano, diciéndonos que “La paz es obra nuestra: exige nuestra acción decidida y solidaria. Pero es inseparablemente y por encima de todo un don de Dios: exige nuestra oración. Los cristianos deben estar en primera fila entre aquellos que oran diariamente por la paz; deben además educar a orar por la paz. Ellos procurarán orar con María, Reina de la paz.
A todos; cristianos, creyentes y hombres de buena voluntad os digo: no tengáis miedo de apostar por la paz, de educar para la paz. La aspiración a la paz no quedará nunca decepcionada. El trabajo por la paz, inspirado por la caridad que no pasa, dará sus frutos. La paz será la última palabra de la Historia”

La Jornada de la Paz «El Día de la Paz» fue instituida por el Santo Padre Pablo VI en 1968. Al recordar este año el 40 aniversario de la celebración de esa primera Jornada Mundial de la Paz (1968-2008) “fruto de una intuición providencial del Papa Pablo VI, y retomada con gran convicción por mi amado y venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II” el Santo Padre Benedicto XVI nos invitaba a tomar “una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera” y nos invitaba a “implorar a Dios sin cesar el gran don de la paz.” Agregando que “Los cristianos, por su parte, saben que pueden confiar en la intercesión de la que, siendo la Madre del Hijo de Dios que se hizo carne para la salvación de toda la humanidad, es Madre de todos”

jueves, 24 de enero de 2008

Decálogo de Asís para la paz

Decálogo de Asís para la paz
Jornada para la Paz 2002
Habiendo proclamado en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, Juan Pablo II llamaba a los representantes de las religiones del mundo a acudir a Asís , la ciudad de san Francisco, el 24 de enero de 2002 para orar por la paz pidiendo a Dios Omnipotente — según la expresión atribuida al mismo san Francisco — que haga de nosotros instrumentos de su paz. De ese profundo deseo emanaba, clausurada la Jornada, este Decálogo que Juan Pablo II hizo llegar un mes más tarde junto a una carta a todos los Jefes de Estado o de Gobierno.

1. Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción de que la violencia y el terrorismo se oponen al auténtico espíritu religioso, y, condenando todo recurso a la violencia y a la guerra en nombre de Dios o de la religión, nos comprometemos a hacer todo lo posible por erradicar las causas del terrorismo.

2. Nos comprometemos a educar a las personas en el respeto y la estima recíprocos, a fin de que se llegue a una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.

3. Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión y la confianza recíprocas entre las personas y entre los pueblos, pues estas son las condiciones de una paz auténtica.

4. Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su propia familia.

5. Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro insuperable, sino, al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede convertirse en ocasión de mayor comprensión recíproca.

6. Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es verdadera paz.

7. Nos comprometemos a estar al lado de quienes sufren la miseria y el abandono, convirtiéndonos en voz de quienes no tienen voz y trabajando concretamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.

8. Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quienes no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.

9. Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento sólido entre los pueblos, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte.

10. Nos comprometemos a solicitar a los responsables de las naciones que hagan todo lo posible para que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, se construya y se consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia.

24 de enero de 2002

Jornada de Oración por la paz del mundo





El 24 de enero de 2002 se celebró en Asís, Italia la Segunda Jornada de Oración por la Paz del Mundo presidida por el Santo Padre Juan Pablo II.


Francisco ve y repara mi Iglesia
Dice la tradición que así le habló el Cristo del célebre Crucifijo de la iglesia de San Damian a San Francisco el dia de su conversión.

Preguntado por la Revista Totus Tuus acerca de la diferencia entre la primera (1986) y la segunda Jornada de Oracion por la Paz, el Custodio del Sacro Convento de Asís el padre Vincenzo Coli respondió: "La primera fue proféticamente preparada al menos 9 meses antes, respondiendo a la necesidad de un diálogo ecuménico e interreligioso, una contribución a la paz. La segunda en cambio…fue una respuesta inmediata al trágico atentado terrorista a las Torres Gemelas el 11 de septiembre. El objetivo comun: la paz, don supremo, que debe ser asumido y vivido con compromiso, agregando que la enseñanza ecuménica más significativa dejada por la participación en las jornadas de oración por la paz ha sido la toma de conciencia de la necesidad de reconciliación entre los cristianos".



El 24 de enero de 2002 (en la Semana de Oración que se celebra entre la fiesta de la Cátedra de San Pedro y la conversión de San Pablo) se llevo a cabo en Asis, esta 2da Jornada de Oración por la paz del mundo, que fuera anunciada por Juan Pablo II en el Angelus del domingo 28 de noviembre de 2001.



Fue un denso programa con la participación de un nutrido numero de representantes de las más diveras Iglesias "acogidas todas con alegria" por Juan Pablo II y reunidas en comunión con el deseo que “broten los frutos de paz para el mundo entero que todos deseamos de corazón” y el compromiso de

Que nunca más haya violencia,
Nunca más guerra,
Nunca más terrorismo
Que todas las religiones del mundo
En el nombre de Dios
Puedan consolidar en la tierra
Justicia y paz,
Perdon, vida y amor!