Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 15 de enero de 2009

Mabuhay! - Manila 1995


El 15 de enero de 1995 llegaba a su fin la X Jornada mundial de la juventud, celebrada en Manila, Filipinas (10-15 enero 1995)
que habrá sido la reunión más multitudinaria de todos los tiempos. Nadie pudo siquiera aventurarse a hablar de cifras exactas pero todos aseguraban que habían sido mas de 4 millones….
Despues de la despedida del Santo Padre Juan Pablo II le llego el turno también a nuestro querido cardenal Pironio (en proceso de beatificación), gran colaborador de Juan Pablo II en las celebraciones de las Jornadas Mundiales de la Juventud, quien decia en emotivas palabras:

Querido Santo Padre:
Nos toca despedirnos otra vez. ¡Cómo nos cuesta! Cuántas ganas de repetir como san Pedro, el primer Papa: «Señor, ¡qué bien estamos aquí!» (Mt 17,4).
A nosotros nos bastaría una sola carpa: para usted, Santo Padre. Nosotros seguiríamos velando—aunque a voces nos durmamos—en la noche, en la mañana y en la tarde. Pero tenemos que partir: usted porque «todos te andan buscando a, como a Jesús, y usted debe responder: «vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas, porque para eso he venido» (cf. Mc 1,35-38). Tendrá que ir Llevando el Evangelio de la paz y de la esperanza a Papúa Nueva Guinea, a Australia, a Sri Lanka. Nosotros también tenemos que bajar del monte de la Transfiguración a lo cotidiano de nuestra vida, de nuestra misión, de nuestra historia:
— llevando el mandato misionero que nos ha confiado: «Como el Padre me envío, también yo os envío»;
— marcados por el signo de la esperanza: «No tengan miedo. Soy yo» (Jn 6,20);
— con la seguridad de que usted, donde quiera que éste en Roma, en Buenos Aires, en Santiago de Compostela, en Czestochowa, en Denver, en Manila—seguirá con nosotros hasta el final.
Gracias, Santo Padre, por habernos convocado en Manila para darnos de nuevo un mandato misionero.
Gracias a ustedes—obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas—por habernos acompañado y enseñado el camino de la misión, de la comunión y de la esperanza.
Gracias a todos ustedes, queridos jóvenes, porque han dicho que Sí al Señor—como María—y ahora se ponen en camino, después de haberse comprometido a ser testigos del amor, sembradores de la esperanza y artífices de la paz.
Y que la Virgen de; camino y la misión nos acompañe y sonría maternalmente a todos.

Invito visitar mi entrada anterior:

4 comentarios:

Benita Pérez-Pardo dijo...

Preciosa entrada!. Me ha encantado el texto. No lo conocía. Un abrazo

caminante dijo...

Los santos son los verdaderos reformadores. Dejan estelas, caminos a seguir. Masrcan el rumbo. Y su buien hacer permanece. Está asentado en la eternidad de Dios.
Un for´tisimo abrazo.

Ludmila Hribar dijo...

Muchas gracias Benita por tu visita. Tampoco yo lo conocia hasta hace poco tiempo cuando fui empezando a descubrir la riqueza del cardenal Pironio. Un abrazo.

Ludmila Hribar dijo...

Gracias caminante! Tu sabes que siempre aprecio tus palabras. Por esa estela estamos tratando de seguir con la ayuda de Dios. Y tenemos tantos buenos ejemplos!