Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

jueves, 3 de junio de 2010

Karol y los chicos de Wadowice

Karol había nacido el 18 de mayo de 1920. Dicen que ese día hubo eclipse de sol. Fue bautizado el 20 de junio de 1920 como Carolus Josephus por el sacerdote Franciszek Zak. Sus padrinos fueron Jozef Kusnierczyk, cuñado de la madre y Maria Wjadrowska, hermana de la madre. Hacia poco que sus padres vivían en Wadowice, donde alquilaban un pequeño departamento, propiedad del comerciante judío Yechiel Balamuth. Wadowice, una ciudad pequeña a orillas del rio Skawa, a los pies de los montes Beskidy, unos sesenta kilómetros de Cracovia, tenia entonces unos nueve mil habitantes y una comunidad judía numerosa de casi tres mil personas. Cuatro escuelas secundarias, tres bibliotecas públicas y una activa vida cultural. El primer contacto con la escuela de Karol fue el Monasterio de las Hermanas de Nazaret, en la calle Lviv 31 donde funcionaba un jardin de infantes (pre-escolar) que frecuentara el pequeño Karolek. El lugar se puede visitar y son sumamente amables, pero generalmente hay que hablar mediante señas, porque no siempre se encuentra alguien que hable ingles ;) español ya seria una loteria.
A Karol le gustaba la escuela pero también le fascinaba el fútbol (mas tarde jugaría de arquero), los juegos, la vida al aire libre, los paseos a la montaña. Todas las mañanas bajaba a la iglesia a ayudar en la misa como monaguillo al capellán Figlewicz, maestro de catequesis, confesor y más tarde su director espiritual. Comenzó la escuela primaria elemental (cuatro años) a los seis años en un edificio antiguo del Juzgado local, a pasos de su casa y a los 10 años entra en la Escuela Intermedia "Marcin Wadowita" (1), aquel edificio que le había impresionado la primera vez que pasara por la calle Mickewicz con la fascinante inscripción latina de la fachada que tenia para él un significado misterioso y que, con frecuencia, había intentado silabearla: «…Et ma-ni-bus pu-ris su-mi-te fon-tis a-quam» (2)

Los años del instituto, de 1930 a 1938, fueron un periodo maravilloso dice Svidercoschi. Años de estudio, de esfuerzo, pero también de despreocupación, de libertad, de nuevas experiencias. Sobre todo, años de amistades. Amistades que permanecieron… como su inseparable amigo judío Jerzy Kluger.
Entre los compañeros de clase una increíble variedad de personajes.
Banas, por ejemplo, era muy rico, mientras que Bojes, por su parte, era hijo de un pobre minero. Algunos estaban comprometidos en política, como Bernas y Kogler; mientras que Romanski y Kus eran de los más estudiosos. Estaban, como no, los deportistas: Kesek y Silkowski además, como es obvio, Zweig, el mejor futbolista de Wadowice, judío como Selinger. Había también dos antisemitas, Zmuda y Politwka. Este discutía siempre con Kluger acerca del papel determinante que, según el, habían tenido los judíos en la revolución bolchevique. ¡Ah! Y Czuprynski, ¿Cómo no recordar a Czupryski? Alto elegante, simpático, fanfarrón y gran donjuan: desde luego, no pasaba desapercibido. Y los gemelos Piotrowski, siempre alegres, que encontraban en cualquier cosa motivo de risa” (Svidercoschi)

“¿Y los profesores? Todos muy severos, pero excelentes educadores. Klimczyk, el de polaco, llevaba con frecuencia a los alumnos al teatro. Heriadin enseñaba ciencias naturales, y pedía perdón cada vez que tenia que poner una mala nota. Gebhart, profesor de historia, tenía un aire de intelectual, era filo socialista, y cada primero de mayo se ponía invariablemente su corbata roja. Tuvieron también dos profesores de griego. Primero a Damasiewicz, pequeñito pero tremendo. Y luego a Szeliski, un tipo realmente cómico, al que le gastaban unas bromas pesadísimas, casi sádicas, como ponerle pegamento en las mangas del abrigo, o clavarle las katiuskas al suelo. Pero él no se ofendía…
Karol, que antes de clase pasaba por la iglesia, llegaba todas las mañanas el ùltimo, con la cara roja y los cabellos, que por entonces llevaba largos, siempre en desorden. Estaba a gusto en aquella clase. Le gustaban sus compañeros. Era el más preparado y el que sacaba mejores notas, aunque no presumía de nada. Era como los demás. (Svidercoschi)
Es curioso como algunos autores comentan que era el primero en llegar a clase y otros que siempre llegaba tarde. (me inclino por pensar que a menudo llegaba tarde a juzgar por sus años en Cracovia cuando se sabia que habría que esperarlo pero no porque el llegara tarde sino porque dedicaba a cada persona con la cual se encontraba el tiempo necesario)
También el imitaba a los profesores, en especial a Szeliski. Y ya jugaba al fútbol mas seriamente de portero y a menudo jugaba en el equipo judio. Le habían puesto el apodo de «Martyna» un famoso jugador. Dos veces al mes, como todos, iba a clases de baile con las chicas del instituto femenino.

La única diferencia en relación con sus compañeros era que él tenia una vida religiosa mas intensa. Y que era mucho mas reservado, pero excelente estudiante con una increíble memoria, uno de los mejores alumnos. A la muerte de su hermano Edmundo se refugió en la pasión por el teatro que por aquellos años, crecía poco a poco en su interior.
Leía a los padres del Romanticismo polaco, desde Sienkiewicz a Slowacki, desde Mickiewicz a Krasinski. Pero el autor que más le gustaba era Cyprian Norwid. Después apareció Mieczyslaw Kotlarczyk, un profesor de literatura polaca que se dedicada a la dirección artística y que soñaba con sacar adelante un teatro de la palabra interior. Bajo su guía, Karol se formo como actor y director. (Svidercoschi)
[…]
Así era la vida de los jóvenes en Wadowice a mediados de los años 30, más o menos como en el resto de las ciudades polacas de provincia. Una vida sencilla, serena, aunque marcada por reglas muy estrictas que había que cumplir rigurosamente….
Entretanto sobre Polonia se cernían nubes amenazantes. Una fuerte oleada de antisemitismo llegada de Alemania se extendió por las regiones central y nororiental…. (Svidercoschi)

(Gian Franco Svidercoschi: Historia de Karol (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid, 2003)
(1) Marcin Wadowita (1567-1641) nacido en Wadowice, sacerdote polaco, teologo, profesor y canciller de la Universidad Jaguellonica.
(2) Casta placent superis, pura cum veste venite, et manibus puris sumite fontis aquam[Lo que es puro le gusta a los cielos; venid con vestidos limpios y con manos limpias, tomad el agua del manantial]—leí estas palabras diariamente durante ocho años, cuando entraba por la puerta del colegio de Wadowice. (escribe Juan Pablo II en Tripitico Romano)

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