“Escuchemos la voz de San Benito: de la soledad interior, del silencio contemplativo, de la victoria sobre el rumor del mundo exterior, de este «habitar consigo mismo», nace el diálogo consigo y con Dios, que lleva hacia las cumbres de la ascética y la mística.”
Juan Pablo II 18 05 1979
Esta semana recordamos a San Benito, abad, proclamado patrono y protector de Europa por el Santo Padre Pablo VI, el 24 de octubre de 1964, durante su visita a la Abadía de Montecassino, con ocasión de la Consagración del nuevo templo. San Benito también es patrono del pontificado del Santo Padre Benedicto XVI.
Con ocasión del viaje a Roma para la beatificación de Juan Pablo II teníamos planeado visitar Mentorella y la Abadia de Montecassino y solo pudimos cumplir con una parte del sueño visitar Mentorella, y Montecassino quedó pendiente. Sin embargo aprovechando la festividad de San Benito quería recordar también Montecassino, un lugar tan significativo y tan caro a Juan Pablo II, por lo sagrado del lugar, por una parte, y por la otra tan trágicamente atado a la historia polaca donde en el cementerio polaco, mas de mil cruces recuerdan el heroísmo de los jóvenes que combatieron y murieron allí (no todos eran polacos).
Juan Pablo II nunca oculto el profundo amor por su patria, tampoco su dolor y su sufrimiento en momentos difíciles. Su discurso en su primer visita a Montecassino como Papa en 1979 con ocasión de conmemorarse los 35 años de aquel 18 de mayo de 1949 cuando “los soldados polacos del General Anders lograban izar la bandera polaca blanca y roja sobre los escombros todavía humeantes de la histórica abadía” es – aun teñido de dolor - un himno a sus compatriotas muertos, un canto de esperanza, en el cual nos invita “trazar un programa de vida a la luz de Montecassino y de San Benito, del mensaje de San Benito, que en síntesis – decía Juan Pablo II – es una invitación a la interioridad.”
“Venid a Montecassino! – decía Juan Pablo II en su alocución - ¡Venid a meditar sobre la historia pasada y a comprender el significado auténtico de nuestra peregrinación terrena! ¡ Venid a recuperar paz y serenidad, ternura con Dios, y amistad con los hombres, para llevar de nuevo esperanza y bondad a las frenéticas metrópolis del mundo moderno, atormentadas y desilusionadas en la angustia de tantas almas!”
“Venid a Montecassino! – decía Juan Pablo II en su alocución - ¡Venid a meditar sobre la historia pasada y a comprender el significado auténtico de nuestra peregrinación terrena! ¡ Venid a recuperar paz y serenidad, ternura con Dios, y amistad con los hombres, para llevar de nuevo esperanza y bondad a las frenéticas metrópolis del mundo moderno, atormentadas y desilusionadas en la angustia de tantas almas!”
Como no aceptar una invitación tan abierta, tan sentida?
Es importante leer su alocución de 1979 para adentrarse un poco en el alma de este Papa polaco, poeta y pastor y es casi obligatorio leer su precioso Mensaje para el 50 aniversario de la Batalla de Montecasino para comprender el profundo amor a su patria, su sufrimiento por la tragedia de la guerra y la incomprensión de Occidente por la suerte de Polonia, invadida por este y oeste. Pero Juan Pablo II va mucho más allá de nuestras propias interpretaciones al expresar que “Montecassino encierra un significado mucho más antiguo que el que se le atribuyo en 1944. Hay que volver atrás quince siglos, a los tiempos de san Benito porque fue precisamente en Montecassino donde se erigió una de aquellas abadías benedictinas que iniciaron la formación de Europa, de la Europa cristiana. Montecassino fue el enfrentamiento de dos “proyectos” – dice Juan Pablo II - uno, tanto en oriente como en occidente, tendía a desarraigar a Europa de su pasado cristiano, ligado a sus patronos y en especial, a san Benito: el otro tendía a defender la tradición cristiana de Europa y el “espíritu europeo”. Hemos de orar concluye su Mensaje Juan Pablo II para que sepamos hacer buen uso de la libertad reconquistada a un precio tan alto: para volver a la herencia de san Benito y de san Cirilo y san Metodio, copatronos de Europa del este y del oeste.
En su mensaje al Abad de Montecassino el P. Bernardo D’Onorio, o.s.b. para el 60 aniversario de la destrucción de la Abadia de Montecassino Juan Pablo II recordaba Montecassino como “verdadera arca de un tesoro precioso de espiritualidad, de cultura y de arte. Para nosotros, los creyentes, el hecho de que el antiguo monasterio haya sido totalmente destruido por la guerra y después haya sido perfectamente reconstruido es una invitación a la esperanza, impulsándonos a ver en ello un símbolo de la victoria de Cristo sobre el mal y de la posibilidad que tiene el hombre de superar, con la fuerza de la fe en Dios y del amor fraterno, los conflictos más arduos para hacer que triunfen el bien, la justicia y la concordia.
Es importante leer su alocución de 1979 para adentrarse un poco en el alma de este Papa polaco, poeta y pastor y es casi obligatorio leer su precioso Mensaje para el 50 aniversario de la Batalla de Montecasino para comprender el profundo amor a su patria, su sufrimiento por la tragedia de la guerra y la incomprensión de Occidente por la suerte de Polonia, invadida por este y oeste. Pero Juan Pablo II va mucho más allá de nuestras propias interpretaciones al expresar que “Montecassino encierra un significado mucho más antiguo que el que se le atribuyo en 1944. Hay que volver atrás quince siglos, a los tiempos de san Benito porque fue precisamente en Montecassino donde se erigió una de aquellas abadías benedictinas que iniciaron la formación de Europa, de la Europa cristiana. Montecassino fue el enfrentamiento de dos “proyectos” – dice Juan Pablo II - uno, tanto en oriente como en occidente, tendía a desarraigar a Europa de su pasado cristiano, ligado a sus patronos y en especial, a san Benito: el otro tendía a defender la tradición cristiana de Europa y el “espíritu europeo”. Hemos de orar concluye su Mensaje Juan Pablo II para que sepamos hacer buen uso de la libertad reconquistada a un precio tan alto: para volver a la herencia de san Benito y de san Cirilo y san Metodio, copatronos de Europa del este y del oeste.
En su mensaje al Abad de Montecassino el P. Bernardo D’Onorio, o.s.b. para el 60 aniversario de la destrucción de la Abadia de Montecassino Juan Pablo II recordaba Montecassino como “verdadera arca de un tesoro precioso de espiritualidad, de cultura y de arte. Para nosotros, los creyentes, el hecho de que el antiguo monasterio haya sido totalmente destruido por la guerra y después haya sido perfectamente reconstruido es una invitación a la esperanza, impulsándonos a ver en ello un símbolo de la victoria de Cristo sobre el mal y de la posibilidad que tiene el hombre de superar, con la fuerza de la fe en Dios y del amor fraterno, los conflictos más arduos para hacer que triunfen el bien, la justicia y la concordia.
Invito leer “La destrucción de Montecassino” de Roberto Rotondo – 30 giorni
Fotos de Abadia de Montecassino
Fotos de Abadia de Montecassino
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