

“Una de las imágenes más significativas del período que siguió a la caída fue el encuentro entre Gorbachov y Juan Pablo II en Roma, el 1 de diciembre de 1989: el presidente de la URSS y el papa polaco, la persona que, según cierta línea interpretativa, había derrotado al comunismo. Una pregunta que le han planteado muchas veces: ¿cuánto influyó el papa Wojtyla en el terremoto político de aquellos años en elEste? «Es difícil de decir. Quizá es exagerado afirmar que el Papa polaco representó el comienzo de todos los cambios de Europa del Este, aunque cronológicamente sea así. En realidad Juan Pablo II mantenía siempre separados sus orígenes, a los que estaba muy ligado, de su misión universal de Pontífice. Claro está que con respecto a la preparación y formación que tenían otras grandes personalidades de la Iglesia en aquel momento, su experiencia pasada lo colocaba en una posición privilegiada, que le permitía ver más lejos que los demás»”.
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