Segunda parte de la homilía del Arzobispo Karol Wojtyla “Ante el pesebre”en la Catedral de Wawel el 25 de diciembre de 1965.
"Cuando a principios de octubre de 1962 partí, como Vicario del Capitulo arquidiocesano de Cracova, para participar del Concilio, salí de aquí y aquí me habéis saludado. Al partir observaba que dejaba la tumba de San Estanislao para acercarme a la tumba de San Pedro. Resalto este hecho porque estos dos lugares se relacionan admirablemente, para nosotros se complementan una a la otra: la tumba de San Estanislao en Wawel y la tumba de San Pedro en Roma.En cierto sentido al partir de aquí me lleve conmigo toda la Iglesia de Cracovia, toda la Iglesia polaca por cuanto San Estanislao, obispo mártir, ha sido para la Iglesia polaca – a través de los siglos – Pastor y el Patrono. La he llevado para que estuviera presente en la Iglesia universal de Cristo, que se revelaba y expresaba durante el Concilio. Allá en la universalidad, en la unidad en la gran comunión de todas las Iglesias del mundo, estuvo presente nuestra Iglesia de San Estanislao. Por mi intermedio y por intermedio de los obispos nuestra Iglesia participo en la renovación de la Iglesia y en cierto modo la antigua y milenaria Iglesia de Cracovia, la Iglesia polaca, fue afirmada en la universalidad de la Iglesia de Cristo. Fue confirmada ante todas las Iglesias, las diócesis de todo el mundo, de Europa, de América, de África, de Asia, de Oceanía. Nuestra Iglesia se ha reencontrado – reconfirmándose - todos los días, durante muchos meses, siempre en contacto con los obispos del mundo entero, en unión cotidiana, en comunión cotidiana. Esta Comunión que quiere decir unión, unidad - «Communio episcoporum, communio ecclesiarum» ha sido una gran Gracia para nuestra Iglesia polaca.
Había allí en el Concilio, Obispos cuyas diócesis son mucho mas antiguas que la nuestra, pero también estaban los obispos cuyas Iglesias son mucho mas jóvenes que la nuestra. Nos encontrábamos en el medio, entre un polo y otro. Porque el cristianismo en Polonia inicio, mas o menos a mitades de la historia de la Iglesia, entre el primero y el segundo milenio.
Durante el Concilio el dialogo iniciado entre mas de dos mil obispos, constituyo la base de la renovación de la Iglesia. En nuestras experiencias, en el dialogo interno de la Iglesia, buscábamos las bases para renovar la humanidad.
Así hemos vivido nuestro Milenio, a cuyo fin nos estamos aproximando, porque estamos en el umbral del Milenio del bautismo de Polonia. La Navidad que estamos celebrando es la última del primer Milenio de este Bautismo.
Viviendo esta constante unidad entre los Obispos durante el Concilio sentimos el deseo de hablarles de nuestro Milenio, del gran Jubileo cristiano, en el espíritu de la continuidad que nos unía a ellos y a todos los hombres.
Si supierais cuan grande es la comunidad que une a todo el mundo cristiano! No solamente a las Iglesias de los países europeos, sino también a aquellas mas alejadas…
Hemos mirado también hacia nuestros vecinos, a los mas cercanos desde el punto de vista geográfico, cuya historia nos había dividido (pero también unido porque fue a través de las divisiones que nos hemos unido). Hemos pensado, hecho grandes esfuerzos poniendo mente y corazón, como hablarles de nuestro Milenio a aquellos vecinos occidentales, a los pastores y a los católicos de Alemania.
Sabemos que existen aun personas que hubiesen pretendido gritarles nuestro odio. Amados míos, como podría ser posible hacer esto después de mil años de cristianismo en Polonia, después de mil Navidades celebradas en esta tierra?
Puede darse que exista gente que hubiesen querido decirles a ellos: habéis sido y seguís siendo nuestro enemigos. Pero les pregunto a ustedes, como, en el umbral del Milenio de nuestro Bautismo, nosotros, obispos polacos, podríamos haber dicho esto?En lugar de ello, primero dijimos: «Hermanos nuestros en Cristo, Obispos de Alemania, durante siglos y especialmente en los últimos tiempos vuestro pueblo nos ha hecho tanto mal» Se puede decir que por aquel mal que nos ha hecho el pueblo alemán en cierto modo nos hemos reconciliado por ellos. Nos hemos reconciliado – en toda la verdad – hasta Auschwitz, hasta seis millones de victimas de la ultima guerra, sin ocultar ni disminuir nada. Nos hemos anticipado en la reconciliación. Y si echamos mano a ambas cartas: la nuestra a los obispos alemanes y la de los obispos alemanes a nosotros, si queremos leerla cuidadosamente, sin omitir nada, entonces podremos admitir como ellos, se han reconciliado mediante nuestra reconciliación.
Brevemente entonces les hemos dicho: les perdonamos y les pedimos perdón. Perdonamos en cuanto, estimulados por nuestra confesión ustedes también habéis confesado abiertamente.
Les pedimos nos perdonen ante todo porque en la solemne carta del Milenio, les hemos dicho muchas cosas desagradables, y cuando se dicen cosas desagradables después es necesario disculparse, en segundo lugar, por cuanto somos concientes que en las relaciones reciprocas entre personas, especialmente en el amplio espectro de largos años siempre hay algo que perdonarse.
Y entonces, amados míos, hemos vuelto a la tumba de San Estanislao. De la tumba de San Pedro, en la colina del Vaticano, a la tumba de San Estanislao en la colina de Wawel.. Traemos aquí todo el Concilio, la renovación de la Iglesia y el principio fundamental del dialogo.
Desde esta ciudad, y ya han pasado muchos años, partió otro Obispo, el primer padre Conciliar en la historia de Polonia, Vincenzo Kadŀubek Partió para el Concilio Luterano y regreso para renovar la Iglesia en Polonia. También nosotros los obispos, regresaos para renovar la Iglesia polaca en el ámbito de la Iglesia Universal. En esta tarea que tenemos por delante y para la cual hoy rogamos a Dios durante el Sacrificio eucarístico, ustedes serán nuestros colaboradores. Ayudadnos! Renovemos juntos nuestra Iglesia de San Estanislao, renovemos todos juntos, nuestra Iglesia, nuestro Pueblo y por medio de nuestra renovación, contribuiremos a renovar toda la humanidad.
Había allí en el Concilio, Obispos cuyas diócesis son mucho mas antiguas que la nuestra, pero también estaban los obispos cuyas Iglesias son mucho mas jóvenes que la nuestra. Nos encontrábamos en el medio, entre un polo y otro. Porque el cristianismo en Polonia inicio, mas o menos a mitades de la historia de la Iglesia, entre el primero y el segundo milenio.
Durante el Concilio el dialogo iniciado entre mas de dos mil obispos, constituyo la base de la renovación de la Iglesia. En nuestras experiencias, en el dialogo interno de la Iglesia, buscábamos las bases para renovar la humanidad.
Así hemos vivido nuestro Milenio, a cuyo fin nos estamos aproximando, porque estamos en el umbral del Milenio del bautismo de Polonia. La Navidad que estamos celebrando es la última del primer Milenio de este Bautismo.
Viviendo esta constante unidad entre los Obispos durante el Concilio sentimos el deseo de hablarles de nuestro Milenio, del gran Jubileo cristiano, en el espíritu de la continuidad que nos unía a ellos y a todos los hombres.
Si supierais cuan grande es la comunidad que une a todo el mundo cristiano! No solamente a las Iglesias de los países europeos, sino también a aquellas mas alejadas…
Hemos mirado también hacia nuestros vecinos, a los mas cercanos desde el punto de vista geográfico, cuya historia nos había dividido (pero también unido porque fue a través de las divisiones que nos hemos unido). Hemos pensado, hecho grandes esfuerzos poniendo mente y corazón, como hablarles de nuestro Milenio a aquellos vecinos occidentales, a los pastores y a los católicos de Alemania.
Sabemos que existen aun personas que hubiesen pretendido gritarles nuestro odio. Amados míos, como podría ser posible hacer esto después de mil años de cristianismo en Polonia, después de mil Navidades celebradas en esta tierra?
Puede darse que exista gente que hubiesen querido decirles a ellos: habéis sido y seguís siendo nuestro enemigos. Pero les pregunto a ustedes, como, en el umbral del Milenio de nuestro Bautismo, nosotros, obispos polacos, podríamos haber dicho esto?En lugar de ello, primero dijimos: «Hermanos nuestros en Cristo, Obispos de Alemania, durante siglos y especialmente en los últimos tiempos vuestro pueblo nos ha hecho tanto mal» Se puede decir que por aquel mal que nos ha hecho el pueblo alemán en cierto modo nos hemos reconciliado por ellos. Nos hemos reconciliado – en toda la verdad – hasta Auschwitz, hasta seis millones de victimas de la ultima guerra, sin ocultar ni disminuir nada. Nos hemos anticipado en la reconciliación. Y si echamos mano a ambas cartas: la nuestra a los obispos alemanes y la de los obispos alemanes a nosotros, si queremos leerla cuidadosamente, sin omitir nada, entonces podremos admitir como ellos, se han reconciliado mediante nuestra reconciliación.
Brevemente entonces les hemos dicho: les perdonamos y les pedimos perdón. Perdonamos en cuanto, estimulados por nuestra confesión ustedes también habéis confesado abiertamente.
Les pedimos nos perdonen ante todo porque en la solemne carta del Milenio, les hemos dicho muchas cosas desagradables, y cuando se dicen cosas desagradables después es necesario disculparse, en segundo lugar, por cuanto somos concientes que en las relaciones reciprocas entre personas, especialmente en el amplio espectro de largos años siempre hay algo que perdonarse.
Y entonces, amados míos, hemos vuelto a la tumba de San Estanislao. De la tumba de San Pedro, en la colina del Vaticano, a la tumba de San Estanislao en la colina de Wawel.. Traemos aquí todo el Concilio, la renovación de la Iglesia y el principio fundamental del dialogo.
Desde esta ciudad, y ya han pasado muchos años, partió otro Obispo, el primer padre Conciliar en la historia de Polonia, Vincenzo Kadŀubek Partió para el Concilio Luterano y regreso para renovar la Iglesia en Polonia. También nosotros los obispos, regresaos para renovar la Iglesia polaca en el ámbito de la Iglesia Universal. En esta tarea que tenemos por delante y para la cual hoy rogamos a Dios durante el Sacrificio eucarístico, ustedes serán nuestros colaboradores. Ayudadnos! Renovemos juntos nuestra Iglesia de San Estanislao, renovemos todos juntos, nuestra Iglesia, nuestro Pueblo y por medio de nuestra renovación, contribuiremos a renovar toda la humanidad.
Que puedan nuestras palabras de Pastor encender en ustedes esta renovación que depositamos ante la tumba de San Estanislao.
A los amados hermanos sacerdotes y a las religiosas! Es inmenso nuestro deseo de renovación que queremos despertar en vosotros y que iniciamos con esta concelebración! Con igual atención el Santo Padre desea que, finalizado el Concilio, entre el 1ro de enero y Pentecostés, sea celebrado en toda la Iglesia un Jubileo extraordinario, centrado en cada diócesis en su Catedral. Es por ello que debemos reunirnos mas a menudo en esta Catedral de San Estanislao en Wawel, debemos orar mas intensamente con fe particular y con sentimientos de perdón reciproco en el corazón. Aquí nos reuniremos, aquí vendremos en peregrinación, en este lugar sagrado, Iglesias de Dios vivo sobre nuestra tierra.
Venerados hermanos, capitulo metropolitano, a vuestro cuidado deseamos recomendar de manera particular este Jubileo postconciliar que debe ser el comienzo de la renovación de nuestra vida en Cristo y en Su Iglesia.
A todos ustedes aquí presentes, reunidos para revivir juntos el Misterio de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, el Misterio de la Encarnación, a vosotros todos, mis amados cracovianos les hago llegar en mi calidad de Pastor vuestro, mis augurios para que podáis vivir en la verdad. El Hijo de Dios es Verbo y el Verbo es la Verdad.
Les deseo vivir en Cristo, vivir en la Verdad y en el amor que viene de Dios."
25 de diciembre de 1965
A los amados hermanos sacerdotes y a las religiosas! Es inmenso nuestro deseo de renovación que queremos despertar en vosotros y que iniciamos con esta concelebración! Con igual atención el Santo Padre desea que, finalizado el Concilio, entre el 1ro de enero y Pentecostés, sea celebrado en toda la Iglesia un Jubileo extraordinario, centrado en cada diócesis en su Catedral. Es por ello que debemos reunirnos mas a menudo en esta Catedral de San Estanislao en Wawel, debemos orar mas intensamente con fe particular y con sentimientos de perdón reciproco en el corazón. Aquí nos reuniremos, aquí vendremos en peregrinación, en este lugar sagrado, Iglesias de Dios vivo sobre nuestra tierra.
Venerados hermanos, capitulo metropolitano, a vuestro cuidado deseamos recomendar de manera particular este Jubileo postconciliar que debe ser el comienzo de la renovación de nuestra vida en Cristo y en Su Iglesia.
A todos ustedes aquí presentes, reunidos para revivir juntos el Misterio de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, el Misterio de la Encarnación, a vosotros todos, mis amados cracovianos les hago llegar en mi calidad de Pastor vuestro, mis augurios para que podáis vivir en la verdad. El Hijo de Dios es Verbo y el Verbo es la Verdad.
Les deseo vivir en Cristo, vivir en la Verdad y en el amor que viene de Dios."
25 de diciembre de 1965
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