Me gustó este escrito breve del Pbro. Dr. Jose Juan Garcia, pàrroco de Nuestra Señora de Tulúm (Rawson), San Juan, Argentina y Titular de la cátedra de Bioética Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Catòlica de Cuyo (Argentina). El escrito fue publicado en el Diario de Cuyo, y lo reproduzco con permiso del autor. Muchas gracias padre Garcia!
Una voz en los medios es como el sembrador que salio a sembrar (Mt 13,3) No todas las semillas caen en terreno bueno…. pero sin sembrador que siembre no hay cosecha...
“La persona es un ser que está en permanente búsqueda. Hay un dinamismo enriquecedor en su propia naturaleza. En la homilía "Pro eligiendo Pontífice'', en abril de 2005, el entonces cardenal Joseph Ratzinger expresó una idea "fuerte'': habló de la "dictadura del relativismo'', que hoy azota gran parte de nuestra cultura.
El relativismo epistemológico es creer a medias tintas; es pensar que "en este mundo traidor nada es verdad ni mentira, pues todo es según el color del cristal con que se mira''.
Es cierto que en el pensamiento humano y en el ejercicio del mismo se da fácilmente la duda, pero ésta no puede ser una blanda almohada en la que reposa la cabeza. No puede ser un estado crónico el dudar de todo. ¿Por qué? Porque sencillamente el hombre está hecho para la verdad. Así por ejemplo, cuando dos personas, hombre y mujer, unen sus libertades en un único proyecto de vida en común, el matrimonio, se juran mutua fidelidad, y ninguna de las partes allí "juega'' con esa palabra. Entienden que en ese momento, pase lo que pase más adelante, los mil eventos que la vida les traiga, el amor que se prometen será siempre leal, henchido de promesa y de verdad. Cada uno reclama lo suyo que se hace "nuestro'' por la fuerza indeclinable del amor. Saben que el amor podrá ser contaminado sólo por la mentira. Quizá herido de muerte. Por eso apuestan a la veracidad de las palabras dichas con sentido pleno.
Cuando un periodista, André Frossard, en 1983, entrevistó a Karol Wojtyla, le preguntó cuál era la frase del Divino Maestro que más le llamaba la atención o más le tocaba el corazón. Su respuesta no se hizo esperar. La expresión de Jesús en Jn 8, 32: "la verdad nos hace libres". Qué cierto es esto. Todo engaño o manipulación nos lleva de la mano al pozo ciego del error. A más verdad, más libertad. A más educación, más libertad por ende.
Cuando un periodista, André Frossard, en 1983, entrevistó a Karol Wojtyla, le preguntó cuál era la frase del Divino Maestro que más le llamaba la atención o más le tocaba el corazón. Su respuesta no se hizo esperar. La expresión de Jesús en Jn 8, 32: "la verdad nos hace libres". Qué cierto es esto. Todo engaño o manipulación nos lleva de la mano al pozo ciego del error. A más verdad, más libertad. A más educación, más libertad por ende.
El relativismo lleva a creer que todo es negociable, que nada es verdad absoluta, que ésta última expresión es contradicción en los términos semejante a la de "círculo cuadrado'', como se encarga en decir el español Javier Sádaba, quien enarbola de inmediato otra verdad más absoluta que la primera. Sin embargo el relativismo, como el engaño, tiene patas cortas. Un enfermo terminal por ejemplo, tiene derecho a saber la verdad plena de su condición. Un heredero tiene derecho a saber la verdad plena de su haber. Un padre cuyo hijo desaparece, tiene derecho a una verdad rotunda acerca de su paradero. Un alumno de medicina o de derecho o de economía, no exige más de la cuenta cuando reclama de su enseñante una buena clase o lección. Un niño tiene el derecho a nacer en un hogar donde hay papá y mamá, sencillamente para crecer en ambiente óptimo.
Es cierto que en algunos siglos pasados se han dado métodos de intolerancia en el servicio a la verdad. Nunca podríamos alimentar nostalgia de ello. Incluso en los hijos e hijas de la Iglesia, que pese a la llamada a la perfección que Cristo hace, están situados en su tiempo y espacio concretos. No se desprenden de su humus cultural. Hoy nos damos cuenta cuán enriquecedor e insoslayable es el diálogo para entender al otro. Diálogo con las culturas, con el pasado, con la técnica, con lo mejor del pensamiento de los filósofos, con las principales religiones, etc. Pero el diálogo no es un proceso interminable, un caminar sin fin. En algún momento se yergue victorioso con conclusiones válidas y pretensión de ejecución. Algo parecido al proceso educativo, cuyo objetivo no será nunca "aprender para aprender'', sino finalmente, "aprender para ser''.
Es cierto que en algunos siglos pasados se han dado métodos de intolerancia en el servicio a la verdad. Nunca podríamos alimentar nostalgia de ello. Incluso en los hijos e hijas de la Iglesia, que pese a la llamada a la perfección que Cristo hace, están situados en su tiempo y espacio concretos. No se desprenden de su humus cultural. Hoy nos damos cuenta cuán enriquecedor e insoslayable es el diálogo para entender al otro. Diálogo con las culturas, con el pasado, con la técnica, con lo mejor del pensamiento de los filósofos, con las principales religiones, etc. Pero el diálogo no es un proceso interminable, un caminar sin fin. En algún momento se yergue victorioso con conclusiones válidas y pretensión de ejecución. Algo parecido al proceso educativo, cuyo objetivo no será nunca "aprender para aprender'', sino finalmente, "aprender para ser''.
El relativismo es la muerte del pensamiento, la clausura del saber, el corsé asfixiante de una debilidad crónica, la agonía de una voluntad que busca sin sosiego ni gozo. Al hombre le es natural el estado de certeza, que es plenitud de la verdad sabida. Cuando hay adecuación entre la cosa objetiva y la inteligencia, el alma respira tranquila. Lo sugería Aristóteles. Es lógico. Alcanza el vuelo del águila que no renuncia a su grandeza.
Pasión por la verdad. Culto por ella. Sólo así la persona humana da con el blanco de su propia mismidad. Sólo así, en búsqueda continua, se encontrará con el sol pleno: Dios que le habla a sus oídos.”
Invito visitar el blog Tulum-vida
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