Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 24 de enero de 2012

Nuestra Señora de Piekary, “Madre de la justicia y del amor social” (1 de 2)



Piekary…..otro lugar mariano en Polonia, tan querido por el Papa Juan Pablo II, es el Santuario dedicado a Nuestra Señora en Piekary Śląskie, en la región de Silesia, al sur de Polonia, al sur de Czestochowa (Jasna Gora) y al oeste de Cracovia

La parroquia data de 1303, cuando había allí una iglesia de madera en honor a San Bartolomé Apóstol. En el altar lateral se encontraba una pintura de autor desconocido de la Madre de Dios apoyando al Niño en su brazo izquierdo y en su mano derecha sosteniendo una manzana.

Capital espiritual de Silesia del norte, Piekary una región altamente industrial y una de las más densamente pobladas de Polonia,  se fue convirtiendo a través de los siglos en un lugar sagrado de peregrinación, culto y oración; tradicionales y famosas son las procesiones de hombres de todas las edades el último domingo de mayo de cada año.

El culto a Nuestra Señora comenzó relativamente tarde, recién a principios del siglo 17 cuando la imagen fue trasladada al altar principal. Entonces también comenzaron los milagros: retrocedió la peste de Tarnow, más tarde la de Praga. En 1680 el zar austriaco pidió que la imagen fuese trasladada a Praga donde se celebro una procesión por las calles de la ciudad. A partir de esa gracia el Arzobispo de Praga declaro el carácter sobrenatural de la pintura.

En 1683 el Papa Inocencio XI solicito al rey polaco Jan III Sobieski que interviniera para salvar a la Europa cristiana de las matanzas turcas. El rey, camino a Viena el 20 de agosto de 1683, se detuvo para orar en la iglesia de Piekary, participo de la Misa frente a la pintura de Nuestra Señora y pidió su intervención.

En 1702,  por razones de seguridad,  la pintura fue trasladada a Opole, donde permanece hasta hoy. Pero Piekary ya se había afirmado como lugar de peregrinación y en el altar principal se coloco una réplica de la pintura. Los peregrinos se siguieron acercando y se conocen numerosas gracias obtenidas. Como el culto se iba extendiendo la antigua Iglesia ya resultaba pequeña. Entonces el párroco Fr. Jan Nepomuceno Alojzy Ficek decidió emprender la construcción de una nueva más grande, que fue consagrada el El 22 de agosto de 1849 por el cardenal Melchior Diepenbrock obispo de Wroclaw. Mientras se construía la iglesia entre los años 1844 a 1849 se levantaron cuatro pequeñas capillas en cada rincón del predio donde se construía la iglesia, una de ellas en honor a Nuestra Señora y allí donde fue colocada la réplica del siglo 17.

El 1 de diciembre de 1962 a a esta preciosa Iglesia le fue otorgado el titulo de Basílica Menor por el Papa Juan XXIII.

En 1965 el Arzobispo Karol Wojtyla fue invitado a predicar - por primera vez - el último domingo de mayo cuando se celebraba la procesión de hombres, y a partir de entonces tradicionalmente todos los años hasta 1978.  Karol Wojtyla consideraba a Nuestra Señora de Piekary la patrona especial de su nombramiento al cardenalato (Boniecki)

De la misma manera que lo hacía a partir de 1965 en su natal Polonia, durante su pontificado Juan Pablo II nunca olvidó la tradicional peregrinación de hombres, ni siquiera en mayo de 1981, enviando todos los años mensajes escritos o grabados, o telegramas. El 31 de mayo de 1981, después del intento de asesinato y en tiempos difíciles de Polonia cuando los obreros se jugaban la vida en defensa de la libertad, Juan Pablo II dirigió un mensaje radiofónico a esa comunidad que conocía tan bien y llevaba “en lo hondo del corazón”,  y lo hacía con palabras que aquellos hombres polacos reunidos en el Santuario de Piekary sabrían leer muy bien,  dada la particular situación de Polonia entonces.

En su primer viaje a Polonia en 1979 el Papa Juan Pablo II se encontró personalmente con estos “hombres del trabajo duro” - como el los llamaba - en Jasna Gora. Como recuerdo de ese encuentro, el Papa donó la estola papal a la Virgen de Piekary. El Obispo del lugar le dijo entonces: ” Esta estola la vamos a conservar para que Usted la use cuando venga a Piekary”. 

Cuatro años más tarde en 1983 la promesa efectivamente se realizó pero el encuentro no pudo ser en Piekary porque no hubiese podido contener la multitud que se esperaba y tuvo lugar en Katowice, donde fue llevada la imagen de la Virgen.  Durante la celebración el Santo Padre Juan Pablo II le otorgo a Nuestra Señora de Piekary el título de “Madre de la justicia y del amor social” y le ofreció un Rosario de oro.

En su viaje apostólico de 1999 a Polonia en su homilia en Gliwice Juan Pablo II  (Silesia a unos 20 km al oeste de Katowice) recordaba con cariño a Piekary: “Todo el pueblo de Silesia me es muy querido. Como arzobispo metropolitano de Cracovia cada año iba en peregrinación a la Virgen de Piekary y allí nos reuníamos para orar en común. Apreciaba mucho cada invitación. Siempre era para mí una experiencia profunda.”


En Levantaos Vamos Juan Pablo II cuenta de sus visitas a los obispos de Silesia y recuerda que: “Les veía regularmente el último domingo de mayo, en el Santuario de Nuestra Señora de Piekary, donde precisamente aquel día confluía la gran peregrinación de los hombres. El obispo Bednorz me invitaba constantemente para las homilías. El último domingo de mayo era todo un acontecimiento: aquella peregrinación de mineros que se formaba era como un testimonio especial en la República Popular de Polonia. Los presentes esperaban el sermón y subrayaban con aplausos cada afirmación en la que advirtieran oposición a alguna línea discutible de la política que seguía el gobierno en materia religiosa o moral, por ejemplo, la línea sobre la cuestión del descanso festivo los domingos. A este propósito, en Silesia ha quedado el dicho del obispo Bednorz: El domingo es de Dios y nuestro. Al término de las celebraciones, el obispo Bernorz solía dirigirse a mí para decirme: Entonces, le esperamos el próximo año para otra homilía del mismo estilo. Los de Piekary, con su grandiosa peregrinación, son para mí un admirable testimonio que tiene en sí mismo algo de extraordinario.”

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