(RV).-
«El que quiera ser el primero, sea esclavo de todos» (Mc 10, 44). "Estas
palabras de Jesús a sus discípulos, que acaban de resonar en esta plaza,
indican cuál es el camino que conduce a la ‘grandeza’ evangélica". Con
estas palabras el Papa Juan Pablo II iniciaba la homilía en la ceremonia de
beatificación de la Madre
Teresa de Calcuta,
aquel 19 de octubre de 2003.
Trece años
después, a más de dos años de que también el Papa polaco fuera proclamado santo
el 27 de abril de 2014, también ella, “sierva entre los siervos”,
será canonizada por elPapa Francisco el
próximo domingo 4 de setiembre.
Testigo de los
muchos encuentros entre los dos fue Joaquín
Navarro - Valls, quien fuera por veinte años Director de la
Oficina de prensa vaticana. Entrevistado por nuestro compañero Alessandro
Gisotti, el ex director recuerda - “volviendo a pasar por el corazón” - , los
encuentros que pudo presenciar de ambos haciendo referencia al itinerario de
amor y de servicio que realizaban - cada uno en su campo - a partir de su amor
por Jesús y por los más necesitados.
P. Director, un recuerdo personal de Madre Teresa:
R. Son tantos, porque fueron muchas las ocasiones en
las que tuve la fortuna de encontrarla. Era una persona de una estatura
extraordinaria a nivel mundial, no sólo dentro de la Iglesia católica, su
personalidad iba más allá: había inspirado a personas en todo el mundo con ese
modo de vivir su caridad con los más necesitados, con los pobres, los
olvidados, los enfermos.
P. Juan Pablo II y la Madre Teresa fueron muy unidos,
“como hermano y hermana” escribieron muchos ¿Qué recuerdo especial tiene de
estos dos santos?
R. Los vi muchas veces juntos tanto en el departamento
del Papa como en algunos viajes, sobre todo en el primer viaje del Papa en
India en el 1986, cuando el Papa quiso ir a la casa inicial de la Madre Teresa.
Allí había dos grandes habitaciones, una para hombres y otra para mujeres, en
donde estaban las personas que aquella mujer recogía por las calles. El Papa se
impresionó mucho con aquello; él estaba muy cerca de Madre Teresa. Había entre estas
dos grandes figuras de nuestra época, dos grandes líderes podemos decir, cada
uno en su campo, una enorme confluencia del sentido que está en el centro de la
vida de la iglesia: la caridad
con todos y sobre todo, con los más necesitados.
P. Después de la histórica y conmovedora visita a
Calcuta, Karol Wojtyla quiso que las misioneras de la caridad
tuvieran su casa en el Vaticano. Así nació “El Don de María”. ¿Qué recuerdo
tiene de esa decisión del Papa Juan Pablo II y qué significa hoy esta presencia
en la Sede de Pedro?
R. Fue en el 1978, dos años después de su
viaje en India, después de visitar la primera casa fundada por la Madre Teresa
en India. Al Papa le gustó aquello porque era un modo específico de ayudar a
las personas que están abandonadas, enfermas, que no tienen a nadie a su
alrededor. Creo que no hay ningún aspecto del sufrimiento humano que no haya
sido atendido por Madre Teresa y el Papa quería esto también dentro el
Vaticano. Fue una decisión inesperada y muy original, nunca se había hecho nada
de este estilo, y así nació la casa “el Don de María” dentro del Vaticano.
P. La canonización de la Madre Teresa se realiza por
voluntad del Papa Francisco en el Jubileo de la Misericordia. ¿Qué mensaje
proviene de este doble evento?
R. Creo que será el acto más multitudinario de todo el
Año de la Misericordia. Dos aspectos pienso que se podrían resaltar: uno, el
sentido de la caridad cristiana vivido de modo radical, orientado hacia los
otros, con total olvido de sí mismo y puesto al servicio los más necesitados.El segundo aspecto
que me viene a la mente es, claro, no olvidemos que la Madre Teresa era una
mujer, y cuando se habla del papel del la mujer en la Iglesia me viene a la
mente inicialmente, la Madre Teresa. Ella con su actividad llegó a inspirar y a
iluminar el sentido de la caridad cristiana en tantas personas, y dentro de la
iglesia, en tantos sacerdotes, tantos obispos y cardenales que la llamaban de
un sitio y de otro para que estableciera allí casas para acoger a los enfermos.
Ella vivió este esfuerzo de caridad con la sensibilidad y la cualidad de una
mujer, "el toque femenino de la mujer dentro de la Iglesia". Éste es
un aspecto que creo no debería pasar inobservado el día de su canonización.
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