“Con un eco lejano suena esta palabra, pronunciada con tan grandes
transportes de fe y de amor hace 1550 años en el Concilio de Efeso, y desde
aquella fecha la Iglesia la ha pronunciado siempre ya solemnemente: la
pronuncia en la liturgia y en el magisterio;
la
pronuncia en la oración con las lenguas de muchas naciones y pueblos diversos
y, a la vez, con el mismo "sentido de fe" de todo el Pueblo de Dios.
"Theotokos" - "Madre de Dios".
…pronunciamos
esta palabra con particular amor y veneración todos los que estamos reunidos
para la plegaria común: el Ángelus.
Esta
oración es como un comentario, repetido incesantemente, a esta
única palabra: "Theotokos" - "Madre de Dios".
Cuando
decimos: "El Angel del Señor anunció a María, y concibió del Espíritu
Santo", expresamos la total y plena verdad contenida en esta palabra:
"Theotokos", es Aquella que "concibió" la Palabra del
Eterno Padre, que le fue transmitida en la anunciación angélica, esto es, se
hizo Madre del Verbo Eterno por obra del Espíritu Santo. En Ella el Verbo se
hizo carne.
He aquí el comentario completo a la palabra:
"Theotokos". Inmaculada.
Hoy
a esa palabra que, confesada y enseñada por la Iglesia con un lejano y continuo
eco de fe, nos llega desde Efeso juntamente con la alegría de sus habitantes y
de los que estaban allí reunidos en el Concilio de los Obispos…..
Inmaculada.
Aquella,
cuya vocación humana era la de convertirse, al llegar la plenitud de los
tiempos, en la Madre del Verbo Eterno: "Theotokos": en previsión de los méritos de este
Hijo. Redentor del género
humano, fue preservada desde el primer instante de su concepción ―Ella, pequeña
hija de padres terrenos― de la herencia del pecado original, que forma parte de
todo hombre, y fue concebida inmaculada.
Libre
del pecado original, fue colmada,
desde el primer instante de
su concepción, de Espíritu
Santo: fue concebida "llena de gracia".
Cuando.. repitamos en nuestra oración las palabras del saludo del
ángel, meditemos cómo
el Eterno Padre selló, con la
potencia del Espíritu Santo, a Aquella que había designado desde los siglos
para Madre de su Hijo: "Theotokos".
Y,
al contemplar este misterio de la fe, exultemos con la alegría particular de la
Iglesia: exultemos con la alegría
de la venida del Señor:
Theotokos - Inmaculada. .
(Juan
Pablo II Ángelus 8 de diciembre de 1981)
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