Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 31 de mayo de 2022

Redemptoris Mater: con Maria en la peregrinación de la fe – Miroslaw Mróz (3 de 3)

 


En dicho contexto, Maria transmite a la Iglesia esta característica de peregrinar en la fe, que es esencial. «Pero en la Iglesia de entonces y de siempre Maria ha sido y es sobre todo” la que es feliz porque ha creído”: ha sido la primera en creer (RM, 26)»  «Las palabras de Isabel “feliz porque ha creído” siguen acompañando a Maria incluso en Pentecostés, la siguen a través de las generaciones, allí donde se extiende, por medio del testimonio apostólico y del servicio de la Iglesia, el conocimiento del misterio salvífico de Cristo»(RM 27) El creyente tiene, pues, el derecho de buscar e la fe de Maria el apoyo a la propia fe, y de alzar los ojos a Aquella que continua presente con su fe en la vida de la Iglesia y en la vida de todos los cristianos.

 Este saludable influjo de Maria, que forma parte de la  única mediación de Cristo, posee un carácter específicamente materno porque deriva de su divina maternidad.  Sin duda alguna, Maria, en la economía de la redención, «es para nosotros madre en el orden de la gracia» LG, 61) y «esta función constituye una dimensión real de su presencia en le misterio salvador de Cristo y de la Iglesia» RM, 38)

 Maria experimento los efectos de esta sobrenatural mediación de Cristo y en modo particular permanece Madre de la Iglesia naciente : su maternidad, intercediendo por todos sus hijos, coopera a la obra salvadora de su Hijo. Se realiza aquí la dimensión universal de la mediación materna de Maria, que revela su plena eficacia precisamente en Su carácter de “intercesión”.

Esto se reveló por primera vez en Caná de Galilea, y continúa aun cuando expuestos a las fatigas y peligros como “peregrinos de la fe”, tenemos necesidad de ayuda y de mediación.

 Maria como “Asunta al cielo”, con este particular modo de maternidad intercede por la Iglesia peregrina en la tierra, en la realidad escatológica de la “comunión de los santos”. Esta es su principal tarea: siendo mediadora de gracia, puesto que está unida a Cristo en su primera venida, puede interceder gracias a la continua colaboración con el hijo para que quienes han recibido la palabra de Dios con fe a través del anuncio del Evangelio y del bautismo, nazcan a la vida nueva e inmortal y para que Dios pueda formarse en ellos con plenitud.  

Se puede, pues, decir que Maria conserva la fe de los hombres que le han sido confiados porque sabe cómo hacerla perseverar en el corazón, como realizar las promesas, como profundizar en el tesoro de la sabiduría y también como dar un autentico testimonio. No sorprende que Maria sea modelo para que quienes quieran parecerse a Ella conserven virginalmente la fe integra, la esperanza solida, la sincera caridad (RM, 44)

Maria, sin embargo, no es sólo un simple modelo y una simple figura de la Iglesia, es mucho mas¨«con materno amor coopera a la generación y educación de los hijos e hijas de la madre Iglesia» (RM 44). Esto significa que la Iglesia recibe abundantemente de esta “cooperación” de Maria cuando implora, en el orden de la gracia, para sus hijos redimidos por el sacrificio de Cristo, la especial fuerza de la perseverancia y de los dones visibles del Espíritu Santo. Descubre en ello el pleno valor de las palabras pronunciadas por Cristo a la Madre en la hora de la Cruz: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» y al discípulo:  «Hijo, ahí tienes a tu Madre». (Jn 19, 26-27): esta es en efecto, “la hora”, cuando fue determinado el lugar especial de Maria en la vida de los discípulos de Cristo (RM, 44).

La dimensión mariana en la vida cristiana fue revelada durante el Concilio Vaticano II, y en modo particular durante la solemne proclamación de Maria como Madre de la Iglesia, es decir “Madre de todo le pueblo cristiano tanto de fieles como de pastores”. Este hecho fue subrayado por Pablo VI en la Profesión de fe de 1968, más conocida con el nombre de Credo populi Dei: «Creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa ne le cielo su misión maternal para con los miembros de Cristo cooperando al nacimiento  y al desarrollo de la vida divina en las almas de los redimidos. »   (AAS 60/1968, 438)

Juan Pablo II evidencia esta verdad sobre la Virgen Santísima  Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, dando al mismo tiempo un firme mensaje a todos los cristianos de que la unidad entre ellos será restablecida sólo cuando se apoyara sobre la fuerza de la fe. Resuena aquí una profunda convicción del Papa sobre la deseada unidad de todos los cristianos, quesera posible solo cuando juntos podrán avanzar en la “peregrinación de la fe”, de la que Maria es modelo.

Por esto, el Santo Padre expresa la esperanza de que los fieles, mirando a Maria como a Madre común que reza por la unidad de toda la familia humana y que precede en este camino a los testigos de la fe en Cristo, podrán alcanzar lo que el Señor desea: «que todos sean uno» (Jn, 17,21)

Juan Pablo II, con el anuncio del año mariano (desde la solemnidad de la Anunciación del Señor 1987 hasta la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo 1988) y la publicación de la encíclica Redemptoris Mater, puso de relieve ante todos la figura de Maria, ese «signo grandioso del Cielo»  (Ap 12,1), para encontrar en él, el «signo de esperanza cierta y de consuelo para el Pueblo peregrinante de Dios» (RM 50) Maria, Madre del Redentor, como un dia en Cana de Galilea, sostenga también hoy a todos los que buscan su protección y su ayuda.

 Redemptoris Mater: con Maria en la peregrinación de la fe de  Mirosłav Mróz, publicado en  Totus Tuus, Nr 5 oct/nov 2010

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