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Psicóloga, teóloga, estudiosa, modelo de mujer, buscadora de la verdad.
Por eso quiero rendirle este humilde homenaje publicando un trozo del tema “Juan Pablo II y las mujeres” que ella desarrolló en el Coloquio Teológico Internacional organizado por la Cátedra Juan Pablo II de la Universidad Católica Argentina, y cuyos textos fueron publicados por EDUCA bajo el titulo Nuevo Feminismo LA MUJER EN JUAN PABLO II, Identidad – Dignidad – Misión.
“3) Un “sí” personal a las mujeres
“Sin duda, Juan Pablo II era un gran filósofo y teólogo; pero antes que nada, era un hombre que ha vivido en el mundo real. Antes de llegar a ser un famoso profesor universitario, trabajó en una fábrica e hizo teatro. Así conoció el mundo del trabajo y del arte. Desde cerca, experimentó las necesidades de las mujeres durante el comunismo, “con ojos atentos y un corazón nada frío”.
Desde su juventud, Karol Wojtyla admiró todo lo que las mujeres polacas habían logrado, en el ámbito de la familia, la cultura y la sociedad en general. Habían logrado mucho, pese a que la ideología de la igualdad de los sexos conducía a la mujer, muchas veces, al agotamiento físico.
Tal vez por ello, el Papa aprecia tanto a las mujeres. En la Carta a las mujeres les agradece su compromiso “en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política”. Quizás, por esta razón, en sus innumerables viajes por el mundo, se muestra solidario con las mujeres de todos los países y continentes, especialmente con aquellas que son humilladas y rebajadas, que son objeto de la violencia y dominación masculinas.
Hay escenas conmovedoras: p. ej. En Kisangani, una pobre mujer negra, temblando en sus harapos, apareció de pronto frente al Papa. Juan Pablo II comprendió de inmediato todo su sufrimiento, y la abrazó espontáneamente. Este es sólo un ejemplo entre muchos.
No sólo en África Juan Pablo II ha roto con las convenciones y el protocolo, cuando se trata de estar más cerca de las mujeres. En Suecia, en 1990, aceptó una invitación a “cenar sólo con mujeres”. Lo habían solicitado las prioras de diferentes congregaciones. Entonces ellas tuvieron la oportunidad de conversar con è, en un ambiente familiar y relajado, como comentarían después. Las monjas quedaron impresionadas de lo “alegre y bien informado” que está el Papa.
No es de extrañar “la gran apertura hacia el mundo femenino” del Papa. Juan Pablo II rechaza toda clase de discriminación y de prejuicios frente a las mujeres. Rompe no sólo con el protocolo, sino con una antigua tradición, que creía comprobar la inferioridad moral y espiritual de la mujer, y por esta razón, le impedía adoptar decisiones importantes, y exigía que la esposa se sometiera incondicionalmente a su marido y señor.
Estas disposiciones restringían la libertad de la mujer, y podrían ofender mucho. No obstante, también afectaban al varón: porque, en cuanto éste se sujetaba a tales normas, renunciaba a una auténtica amistad y colaboración con la mujer. En vez de amiga, tenia una esclava. Juan Pablo II pone de manifiesto que la injusticia que sufre la mujer, hiere y daña profundamente, no sólo a ella misma, sino también al varón.
Por supuesto, hay que tener en cuenta que en tiempos pasados existía una mentalidad diferente a la actual. Pero el Papa no duda en reconocer con humildad, junto a todos los avances, también los errores que ha cometido la Iglesia en lo que respecta a la mujer.
Juan Pablo II ha sido reconocido como un “pionero” de los derechos humanos como un “innovador”. “Emancipación” significa par él, abandono de las tradiciones represivas, de clichés y de prejuicios: y, sobre todo, de formas de vida que se han vuelto estrangulantes.
Para el Papa, varón y mujer siempre han sido de igual rango y dignidad. Lo ha expresado claramente, p. ej. En su obra de teatro “El taller del orfebre”. En esta obra, hay una escena que me gusta especialmente: una de las protagonistas, Teresa, recuerda, cómo su marido Andrzej, al pedirle que se casara con él, le preguntó: «¿Quieres ser la compañera de mi vida? Lo dijo así. No dijo: quieres ser mi mujer, sino: la compañera de mi vida. Lo que iba a decirme pues era premeditado». Teresa entiende el sentido de sus palabras y consigue zapatos de boda con un tacón muy alto, para hacer ver externamente, que ella es tan alta como él.
Con la proclamación del valor de la mujer, el Santo Padre no intenta ser “original”. Fundamenta sus enseñanzas en los relato sde la Biblia.”
(de la reflexión Nro 3 Jutta Burggraf: “Juan Pablo II y las mujeres” Coloquio Teológico Internacional - Cátedra Juan Pablo II, Universidad Católica Argentina, publicado por EDUCA
“3) Un “sí” personal a las mujeres
“Sin duda, Juan Pablo II era un gran filósofo y teólogo; pero antes que nada, era un hombre que ha vivido en el mundo real. Antes de llegar a ser un famoso profesor universitario, trabajó en una fábrica e hizo teatro. Así conoció el mundo del trabajo y del arte. Desde cerca, experimentó las necesidades de las mujeres durante el comunismo, “con ojos atentos y un corazón nada frío”.
Desde su juventud, Karol Wojtyla admiró todo lo que las mujeres polacas habían logrado, en el ámbito de la familia, la cultura y la sociedad en general. Habían logrado mucho, pese a que la ideología de la igualdad de los sexos conducía a la mujer, muchas veces, al agotamiento físico.
Tal vez por ello, el Papa aprecia tanto a las mujeres. En la Carta a las mujeres les agradece su compromiso “en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, artística y política”. Quizás, por esta razón, en sus innumerables viajes por el mundo, se muestra solidario con las mujeres de todos los países y continentes, especialmente con aquellas que son humilladas y rebajadas, que son objeto de la violencia y dominación masculinas.
Hay escenas conmovedoras: p. ej. En Kisangani, una pobre mujer negra, temblando en sus harapos, apareció de pronto frente al Papa. Juan Pablo II comprendió de inmediato todo su sufrimiento, y la abrazó espontáneamente. Este es sólo un ejemplo entre muchos.
No sólo en África Juan Pablo II ha roto con las convenciones y el protocolo, cuando se trata de estar más cerca de las mujeres. En Suecia, en 1990, aceptó una invitación a “cenar sólo con mujeres”. Lo habían solicitado las prioras de diferentes congregaciones. Entonces ellas tuvieron la oportunidad de conversar con è, en un ambiente familiar y relajado, como comentarían después. Las monjas quedaron impresionadas de lo “alegre y bien informado” que está el Papa.
No es de extrañar “la gran apertura hacia el mundo femenino” del Papa. Juan Pablo II rechaza toda clase de discriminación y de prejuicios frente a las mujeres. Rompe no sólo con el protocolo, sino con una antigua tradición, que creía comprobar la inferioridad moral y espiritual de la mujer, y por esta razón, le impedía adoptar decisiones importantes, y exigía que la esposa se sometiera incondicionalmente a su marido y señor.
Estas disposiciones restringían la libertad de la mujer, y podrían ofender mucho. No obstante, también afectaban al varón: porque, en cuanto éste se sujetaba a tales normas, renunciaba a una auténtica amistad y colaboración con la mujer. En vez de amiga, tenia una esclava. Juan Pablo II pone de manifiesto que la injusticia que sufre la mujer, hiere y daña profundamente, no sólo a ella misma, sino también al varón.
Por supuesto, hay que tener en cuenta que en tiempos pasados existía una mentalidad diferente a la actual. Pero el Papa no duda en reconocer con humildad, junto a todos los avances, también los errores que ha cometido la Iglesia en lo que respecta a la mujer.
Juan Pablo II ha sido reconocido como un “pionero” de los derechos humanos como un “innovador”. “Emancipación” significa par él, abandono de las tradiciones represivas, de clichés y de prejuicios: y, sobre todo, de formas de vida que se han vuelto estrangulantes.
Para el Papa, varón y mujer siempre han sido de igual rango y dignidad. Lo ha expresado claramente, p. ej. En su obra de teatro “El taller del orfebre”. En esta obra, hay una escena que me gusta especialmente: una de las protagonistas, Teresa, recuerda, cómo su marido Andrzej, al pedirle que se casara con él, le preguntó: «¿Quieres ser la compañera de mi vida? Lo dijo así. No dijo: quieres ser mi mujer, sino: la compañera de mi vida. Lo que iba a decirme pues era premeditado». Teresa entiende el sentido de sus palabras y consigue zapatos de boda con un tacón muy alto, para hacer ver externamente, que ella es tan alta como él.
Con la proclamación del valor de la mujer, el Santo Padre no intenta ser “original”. Fundamenta sus enseñanzas en los relato sde la Biblia.”
(de la reflexión Nro 3 Jutta Burggraf: “Juan Pablo II y las mujeres” Coloquio Teológico Internacional - Cátedra Juan Pablo II, Universidad Católica Argentina, publicado por EDUCA
5 comentarios:
¡Qué texto tan interesante!
Una persona muy valiosa de la que nos quedan sus textos para aprender. Descanse en paz.
Un saludo!
Gracias Eli. Es realmente mucho lo nos queda por aprender (y me incluyo) y seguir descubriendo su obra. Gracias por tu visita. Un abrazo.
:)
entre paréntesis, la foto la tomó su cunado en un viaje que hizo la familia de su hermana a visitarla...
Tendria que haber pedido permiso no? Soy malisima en eso ;( Fui muy cumplidora al comienzo del blog, pero despues se me hizo cuesta arriba, si pedia permiso no llegaba a ningun lado, asi que utilizo y enlazo... generalmente ;)
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