“En
estos días hemos experimentado la belleza de la fraternidad universal en
Cristo, centro y esperanza de nuestra vida. Hemos escuchado su voz, la voz del
Buen Pastor, vivo en medio de nosotros. Él ha hablado al corazón de cada uno de
vosotros: os ha renovado con su amor, os ha hecho sentir la luz de su perdón,
la fuerza de su gracia. Os ha hecho experimentar la realidad de la oración. Ha
sido una «oxigenación» espiritual para que podáis vivir y caminar en la
misericordia una vez que hayáis regresado a vuestros países y a vuestras
comunidades.
Aquí,
junto al altar, hay una imagen de la Virgen María venerada por san Juan Pablo
II en el santuario de Calvaria. Ella, nuestra Madre, nos enseña cómo la
experiencia vivida aquí en Polonia puede ser fecunda; nos dice que hagamos como
ella: no desperdiciar el don recibido, sino custodiarlo en el corazón, para que
germine y dé fruto, con la acción del Espíritu Santo. De este modo, cada uno de
vosotros, con vuestras limitaciones y fragilidades, podrá ser testigo de Cristo
allá donde vive, en la familia, en la parroquia, en las asociaciones y en los
grupos, en los ambientes de estudio, de trabajo, de servicio, de ocio, donde
quiera que la providencia os guie en vuestro camino.
La
Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la
próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en
1985. Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la
Juventud —después de las dos de ámbito diocesano— será en 2019 en Panamá.”
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