"Que María ponga su mano materna sobre tu cabeza”
El Santo Padre Juan Pablo II anunciaba en el Ángelus del día de la canonización del santo Padre Pío de Pietrelcina que “su memoria litúrgica, con el grado de "obligatoria", se insertará en el Calendario romano general el 23 de septiembre, día de su nacimiento al cielo”.
Ese es el día que celebramos hoy, a 40 años de su muerte, recordando a un santo débil pero fuerte, rebelde pero manso, grande pero humilde, exigente pero bondadoso, poco comprendido pero comprensivo, pero sobre todo y ante todo profundamente santo, generoso dispensador de la misericordia divina, un santo que se gloriaba en la Cruz y se identificaba con Cristo.
"Un hombre ardiente de caridad, un hombre de Dios, que desde niño le respondió con todo el corazón, con toda el alma y todas sus fuerzas" (Benedicto XVI).
“…un enamorado de Cristo. Para él, como para el Apóstol, vivir es Cristo, Cristo crucificado, hasta identificarse con él, reproduciendo en su carne los sufrimientos de la cruz de Cristo… Pero la cruz del padre Pío, llevada por amor a Cristo, fue siempre iluminada por el fulgor de la Resurrección y, en consecuencia, fuente inagotable de esperanza. A los penitentes que acudían a él, sin engaños, los orientaba con unas palabras que él mismo escuchó: "Bajo la cruz se aprende a amar y yo no la doy a todos, sino sólo a las almas que me son más queridas” (de la homilía del Cardenal José Saraiva en la concelebración eucarística de Acción de Gracias el lunes 17 de junio de 2002.
Del Padre Pío sobre la oración: “La oración es el mejor arma que tenemos; es la llave para entrar en el corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús no sólo con tus labios, sino con tu corazón… en ciertas ocasiones deberías hablarle sólo con el corazón…Reza, espera y no temas. Dios es misericordioso y escuchará tu oración”.
Invito visitar mis entradas anteriores y los enlaces allí indicados Padre Pío de Pietrelcina canonización Juan Pablo II, el Santo Padre Pío y mi visita a San Giovanni Rotondo
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