Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

martes, 1 de marzo de 2011

Benedicto XVI “para Juan Pablo II la palabra "cruz" no fue sólo una palabra”


“En la vida de Karol Wojtyla la palabra "cruz" no fue sólo una palabra. Desde su infancia y su juventud experimentó el dolor y la muerte. Como sacerdote y como obispo, y sobre todo como Sumo Pontífice, se tomó muy en serio la última llamada de Cristo resucitado a Simón Pedro, en la ribera del lago de Galilea: "Sígueme... Tú sígueme" (Jn 21, 19. 22). Especialmente en el lento pero implacable avance de la enfermedad, que poco a poco lo despojó de todo, su existencia se transformó en una ofrenda completa a Cristo, anuncio vivo de su pasión, con la esperanza llena de fe en la resurrección.
Su pontificado se desarrolló bajo el signo de la "prodigalidad", de una entrega generosa y sin reservas. Lo movía únicamente el amor místico a Cristo, a Aquel que, el 16 de octubre de 1978, lo había llamado con las palabras del ceremonial: "Magister adest et vocat te", "el Maestro está aquí y te llama". El 2 de abril de 2005, el Maestro volvió a llamarlo, esta vez sin intermediarios, para llevarlo a casa, a la casa del Padre. Y él, una vez más, respondió prontamente con su corazón intrépido, y susurró: "Dejadme ir al Señor" (cf. S. Dziwisz, Una vita con Karol, p. 223).
Desde mucho tiempo antes se preparaba para este último encuentro con Jesús, como lo atestiguan las diversas redacciones de su Testamento. Durante los largos ratos de oración en su capilla privada hablaba con él, abandonándose totalmente a su voluntad, y se encomendaba a María, repitiendo el Totus tuus. Como su divino Maestro, vivió su agonía en oración. Durante el último día de su vida, víspera del domingo de la Misericordia divina, pidió que se le leyera precisamente el evangelio de san Juan. Con la ayuda de las personas que lo acompañaban, quiso participar en todas las oraciones diarias y en la liturgia de las Horas, hacer la adoración y la meditación. Murió orando. Verdaderamente, se durmió en el Señor. “
(de la homilía del Santo Padre Benedicto XVI - Plaza de San Pedro Lunes 2 de abril de 2007)

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