“Ojalá que aquí, donde comenzó la Reforma, se redoble el esfuerzo, haciendo todo lo humanamente posible en fidelidad al único Señor de la Iglesia y a su mensaje, para que se cumpla su deseo y su oración: "Que todos sean uno" (Jn 17, 21).”
(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la ceremonia de bienvenida al aeropuerto de Colonia-Bonn, 1980)
(del discurso del Santo Padre Juan Pablo II en la ceremonia de bienvenida al aeropuerto de Colonia-Bonn, 1980)
El Domingo 24 de enero de 1988 en el rezo del "Ángelus", el Papa Juan Pablo II invitaba a dirigirnos con el pensamiento al santuario mariano de Altötting, centro espiritual de Bavaria, diócesis de Passau, hacia donde llegan millones de peregrinos y visitantes para ver a la “Virgen Negra” y rezar ante la “Liebe Frau von Altötting” querida Señora de Altötting.
Juan Pablo II había visitado esas tierras y orado ante la Virgen de las Gracias, en su primer viaje apostólico de 1980 con ocasión del VII centenario de la muerte de San Alberto Magno. Volvió a Alemania en 1987 y en 1996
En el Ángelus de ese domingo 24 de enero de 1988 el Papa explicaba brevemente la historia y la importancia de Altötting.
“Como Kevelaer en el norte del país, Altötting es el más importante centro de la piedad mariana en Alemania meridional: "Unsere Liebe Frau von Altötting", Nuestra querida Señora de Altötting. La imagen de la Virgen, venerada bajo este título en ese santuario, es una talla de estilo gótico, de la primera mitad del siglo XV, que representa a María con el Niño Jesús en brazos.
Según la tradición del lugar, la devoción popular a esa sagrada imagen empezó en 1489, cuando un niño de tres años, que se había ahogado en el río que pasa por allí, volvió a la vida por intercesión de la Virgen de Altötting. La ayuda materna de María a una familia en dificultades, fue el comienzo de una interminable procesión de peregrinos que, desde hace ya 500 años, afluyen a ese santuario para venerar a la Madre de Jesús, para confiarle sus alegrías y penas, dificultades y sufrimientos. Después de ese primer signo de gracia, la Virgen de Altötting ha ido derramando, a lo largo de los siglos, numerosas otras gracias visibles e invisibles a muchísimos fieles que en ese lugar sagrado han visto atendidas sus peticiones, han vigorizado su fe, y han encontrado alivio en sus pruebas.
Bajo la guía sabia y dinámica de los padres capuchinos, que guardan en el antiguo convento la tumba del Santo de su orden, el hno. Conrado, el santuario de Altötting como lugar dedicado a la Virgen, se ha convertido en un importante centro de oración y de actividad pastoral de cara a una profunda renovación religiosa y espiritual de los fieles.”
El Santuario de Altötting está íntimamente ligado al Santo Padre Benedicto XVI quien en su Viaje a Alemania el año 2006 en la ceremonia de bienvenida
se sinceraba con estas palabras: “Con profunda emoción piso, por primera vez después de mi elevación a la cátedra de Pedro, tierra alemana bávara. Vuelvo a mi patria, a mi gente, con el programa de visitar algunos lugares que han tenido una importancia fundamental en mi vida”
Benedicto XVI habia estado en Alemania (en Colonia) para la JMJ pero esta era la primera vez que visitaba su “amada” Baviera para la cual tuvo palabras de especial cariño y privilegio en su saludo al pie de la Mariensäule - Columna de Marìa en Marienplatz en Munich el Sábado 9 de septiembre de 2006.
Benedicto XVI habia estado en Alemania (en Colonia) para la JMJ pero esta era la primera vez que visitaba su “amada” Baviera para la cual tuvo palabras de especial cariño y privilegio en su saludo al pie de la Mariensäule - Columna de Marìa en Marienplatz en Munich el Sábado 9 de septiembre de 2006.
Alli, entre otros, expresó el Santo Padre: “Aquí, como se ha mencionado, hace treinta años los fieles me acogieron con gran cordialidad y yo puse en manos de la Virgen el camino que debía recorrer, pues el paso de la cátedra universitaria al servicio de arzobispo de Munich y Freising era un salto enorme, y sólo con esa protección y con el amor perceptible de los habitantes de Munich y de Baviera podía atreverme a asumir ese ministerio sucediendo al cardenal Döpfner.
Después, en 1982, de nuevo me despedí aquí; estuvo presente en esa ocasión el arzobispo de la Congregación para la doctrina de la fe, Hamer, que después sería cardenal, y dijo: "Los habitantes de Munich son como los napolitanos, quieren tocar al arzobispo y lo aman". Le sorprendió ver aquí, en Munich, tanta cordialidad; pudo conocer el corazón bávaro en este lugar, en el que yo, una vez más, me encomendé a la Virgen.”
Después, en 1982, de nuevo me despedí aquí; estuvo presente en esa ocasión el arzobispo de la Congregación para la doctrina de la fe, Hamer, que después sería cardenal, y dijo: "Los habitantes de Munich son como los napolitanos, quieren tocar al arzobispo y lo aman". Le sorprendió ver aquí, en Munich, tanta cordialidad; pudo conocer el corazón bávaro en este lugar, en el que yo, una vez más, me encomendé a la Virgen.”
(Invito leer todo el discurso – que en su espontaneidad y cariño por el lugar y su gente recuerda las palabras y sentimientos de Juan Pablo II por su querida Cracovia ;)
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