Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 27 de julio de 2016

JMJ2016 Cracovia (6) Jesús Colina "El sueño de Francisco"


Francisco tiene un sueño para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Cracovia: ayudar a descubrir el amor de Cristo a más de un millón de chicos y chicas.
Como buen educador, sabe que para comprender los mensajes más profundos hacen falta ejemplos de vida. Por este motivo, el Pontífice ha escogido como testigo de esta JMJ a un chico, estudiante, con el que los muchachos pueden identificarse, Pier Giorgio Frassati.
Frassati (1901-1925) fue un joven turinés, apasionado del alpinismo y el esquí, estudiante de ingeniería. Visitando a los pobres en sus casas contrajo una poliomielitis fulminante, que lo llevó a la muerte en una semana.
En el Mensaje con Motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, que el Papa Francisco dirigió a los muchachos que van a Cracovia, explica: “Pier Giorgio era un joven que había entendido lo que quiere decir tener un corazón misericordioso, sensible a los más necesitados”.
A ellos les daba mucho más que cosas materiales; se daba a sí mismo, empleaba tiempo, palabras, capacidad de escucha. Servía siempre a los pobres con gran discreción, sin ostentación”, destaca Francisco.
“Piensen que un día antes de su muerte, estando gravemente enfermo, daba disposiciones de cómo ayudar a sus amigos necesitados —añade el Papa en su mensaje a los jóvenes—. En su funeral, los familiares y amigos se quedaron atónitos por la presencia de tantos pobres, para ellos desconocidos, que habían sido visitados y ayudados por el joven Pier Giorgio”.
Las reliquias de Pier Giorgio Frassati, que normalmente descansan en la catedral de Turín, han viajado a Cracovia, a la Iglesia de la Santa Trinidad de los Dominicos (Stolarska 12) para que los jóvenes puedan recogerse ante ellas.
En este vídeo, realizado por Aleteia.org se pueden descubrir las fotos más bellas de Pier Giorgio, beatificado por Juan Pablo II, quien le llamaba “el hombre de las bienaventuranzas”.


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