Los
complejos deportivos ''Wisla'' se convirtieron en el hotel más grande de todo
Cracovia. Desde el lunes 18 de julio, duermen allí aproximadamente mil
quinientos voluntarios de todas partes del mundo.
Los
voluntarios duermen en dos edificios (uno para mujeres, otro para hombres),
algunos en literas instaladas en la sala más grande y los otros en bolsas de
dormir o colchones inflables. La distancia entre ellos es muy poca y las horas
de sueño y la hora de despertarse son muy distintas para cada uno de los
voluntarios. Algunas veces hay que hacer fila para ir al baño, tomar una ducha
o incluso obtener el desayuno. A pesar de esto, la vida en Wisla tiene una
atmósfera de compañerismo, incluso de hermandad.
"Ese
es el espíritu de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Yo sabía que habría
colchones inflables, bolsas de dormir y aislantes térmicos etc., porque yo ya
había participado como peregrina en Madrid", dice la voluntaria Livia
Maria Marzolla.
"Estoy
contenta de estar aquí. Esta es la primera vez que estoy en una situación así.
Se siente extraño, pero es una buena experiencia. Creía que las duchas iban a
estar fuera del edificio, pero están dentro y no están nada mal”, dice Lizaveta
Saduskaya, voluntaria de Bielorrusia.
El
idioma más utilizado es el inglés. Después están los idiomas de los países de
la mayoría de los voluntarios: polaco, italiano y español. Gracias a este
alojamiento compartido los voluntarios forman una comunidad muy particular.
Tienen la posibilidad de conocerse, estar con sus compañeros de trabajo,
conocer Cracovia y la cultura polaca.
“Lo
que me gusta más es la “internacionalidad”. A mi lado duerme un chico que
viene de Indonesia, y un poco más allá, otro que viene de Hong Kong. La gente
es muy abierta, no se quedan en grupos cerrados sino que salen de ellos mismos
para conocer a los demás. Puedo conocer las costumbres de otros países. Por
ejemplo, aprendí que los italianos comen pasteles al desayuno. Las condiciones
no son nada cómodas, pero es lo único malo entre las muchas cosas buenas que
hay aquí”, nos cuenta Mateusz Fiedosiuk, voluntario polaco.
Florian
Heiligensetzer, voluntario alemán, no tiene ninguna queja: “No me esperaba que
hubiera agua caliente todo el tiempo, pero ¡la hay! El hecho de que no haya
suficientes tomas de corriente para recargar los teléfonos es un pequeño
problema. El ambiente es genial y todo está bien. Estoy acostumbrado a estas
condiciones, ya que soy bombero voluntario”.
Alexandre
Gaetan, voluntario de los Estados Unidos dice que “… todo es muy interesante.
Es como ir de campamento. Me gusta estar rodeado de un grupo de gente que se
convierte en comunión o amistad. Conocí gente de Rumania, Francia, Bélgica e
Italia y hemos creado una especie de comunidad. Es genial poder estar con gente
que comparte la Fe católica. Me encanta Cracovia, las iglesias antiguas, todo
aquí es antiguo, no como en los Estados Unidos. A la noche voy a misa, ya que
aquí se celebran misas en muchas iglesias. En Estados Unidos es todo muy
distinto y esto no pasa con frecuencia”.
Los
organizadores también se preocupan por la formación espiritual de los
voluntarios, permitiéndoles que vayan a misa todos los días a las 7 a. m. en la
iglesia de la universidad. Los alojamientos compartidos son una forma común de
alojamiento para la JMJ. El alojamiento en los salones de Wisla, al igual que
en la JMJ 2011 en Madrid el 2011, cuando los voluntarios durmieron en el
recinto deportivo IFEMA. En el momento de estas reuniones, en las proximidades
de las salas se colocaron duchas militares. En Madrid se pensó en incluir una
preparación espiritual para los voluntarios. En el momento de la preparación de
la JMJ, se construyó una capilla en una de las salas para que todos los
voluntarios antes de comenzar a trabajar pudieran participar en la misa internacional.
Los voluntarios también organizaron una vigilia de oración por la noche.
“Hay
que ser feliz con lo que se tiene, aquí nosotros estamos prestando un servicio.
Yo estuve en Río y fue completamente diferente. Las condiciones para dormir
fueron considerablemente mejores, pero para trasladarse hacia los trabajos
debíamos recorrer diariamente distancias muy largas”, compara Michel Azioton,
voluntario de Bélgica.
Cada
uno de los voluntarios trata de hacer su vida lo más fácil posible. De muchas
maneras ellos tratan de hacer del espacio en el que se encuentran algo propio.
Aquí puedes encontrar una mesita de noche hecha de cartón y, en otros rincones,
cientos de cargadores de teléfono celular muy bien dispuestos uno tras otro, de
modo que cada cual pueda tener su teléfono cargado. En uno de los pasillos
inferiores se puede ver a los voluntarios lavando su ropa.
A
pesar de la muchedumbre que se aposta en los pasillos con algo de confusión, lo
cual es normal con un número tan grande de personas, los voluntarios están
felices de regresar por la noche.
A
veces están tan cansados que sólo quieren ir para dormir. A veces quieren
estar todos juntos, comer juntos, cantar, tocar la guitarra, conversar y ...
sentir la alegría de estar reunidos en esta misión hermosa, una creación
conjunta de la Jornada Mundial de la Juventud.
Esta,
después de todo, es su casa durante la JMJ.
Magdalena
Tomaszewska
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