“De la libertad ha nacido también el mal. Pero Dios no se
rinde, y con su sabiduría trascendente, predestinándonos a ser sus hijos en
Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que el bien no sea
vencido por el mal.”
La catequesis siguientes tratan extensamente sobre el pecado.
En
la audiencia acerca de “El mal en el hombre y en el mundo y el plan divino de
salvación” explicaba el Papa los Simbolos de la Fe y decía “El
misterio de la redención está, en su misma raíz, unido de hecho con la realidad
del pecado del hombre. Por eso, al explicar con una catequesis sistemática los
artículos de los Símbolos que hablan de Jesucristo, en el cual y por el cual
Dios ha obrado la salvación, “debemos afrontar,
ante todo, el tema del pecado, esa realidad oscura difundida en el mundo creado
por Dios, la cual constituye la raíz de todo el mal que hay en el hombre y, se
puede decir, en la creación” (*) “ La salvación, de la que
habla la divina Revelación, es ante todo la liberación de ese mal que es el
pecado.”
En la catequesis El pecado del hombre y el estado de justicia
original Juan Pablo II habla del pecado en general y aclara que
se habla del pecado “ siempre en referencia al primer pecado, que dejó sus
secuelas en los descendientes de Adán, y que por eso se llama pecado original”.
Y se refiere nuevamente a “Los Símbolos de la Fe y comenta que “son muy
parcos al hablar del pecado; en la Sagrada Escritura, por el contrario, el término y el
concepto de "pecado" se sitúa entre aquellos que se repiten con mayor
frecuencia” (484 veces)
“De hecho el pecado forma parte del hombre y de su existencia: no se puede
ignorar o dar a esta realidad oscura otros nombres, otras interpretaciones,
como ha ocurrido en las corrientes del iluminismo o del secularismo. Si se
admite el pecado, se reconoce al mismo tiempo una profunda relación del hombre
con Dios, pues al margen de esta relación hombre-Dios el mal del pecado no se
presenta en su verdadera dimensión, aun cuando siga estando presente obviamente
en la vida del hombre y en la historia. El pecado pesa con tanta mayor fuerza
sobre el hombre como realidad oscura y nefasta cuando menos se le conozca y
reconozca, cuando menos se le identifique en su esencia de rechazo y oposición
frente a Dios”
(*)
el resaltado es mio.
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