Leer
la poesía de Karol Wojtyła significa cubrir una distancia que abarca al ser en
su totalidad a nivel estético y emocional, hasta llegar a tocar las fibras más
íntimas del significado de la experiencia humana. He procurado demostrarlo en
mi ensayo En la melodía de la tierra – La poesía de Karol Wojtyla (Jaca
book, 2006). El está asociado por fecha de nacimiento con poetas
conocidos por el público italiano como Czeslaw Milosz, Wieslawa Szymborska y
tadeusz Rozewicz: poetas nacidos al inicio de los años veinte, y que tuvieron
que afrontar primero la invasión alemana y más tarde la ocupación soviética.
Wojtła, sin embargo, a diferencia de los otros vivió su poesía casi en
silencio, consagrado más a su elección sacerdotal y después a las crecientes
responsabilidades pastorales. Publicó sus obras con reticencia y bajo
pseudónimo, que permaneció en secreto hasta su elección al pontificado en 1978.
Sin embargo, para él poesía y vocación se alimentan siempre de un vínculo
oculto, si bien vivo: «mi sacerdocio es un sacramento y una vocación, mientras
escribir poesía es una función del talento, pero es ese mismo talento que
determina la vocación » escribió en 197l.
El interés de Wojtyla por la poesía surge en su primera juventud. Su maduración se la debe a M. Kotlarczyk, profesor de lengua polaca en la escuela secundaria de Wadowice, con quien más tarde dieran vida al Teatro Rapsódico. En sus poesías juveniles, los demás de la patria, la resistencia, la historia polaca se entrelazan con inspiraciones más íntimas, algunas marcadas por un profundo y romántico sentimiento por la naturaleza, generando paz y armonía, en contraposición a los oscuros nubarrones de guerra en el horizonte. El joven Wojtyła vive en un mundo de fuerzas emotivamente envolventes. Su punto central deviene en el plano de la fe, donde encuentran composición y sentido.
La
poesía llega a ser ofertorio ardiente. El alma del artista – brasa
ardiente, / roca al rojo vivo / necesita de las Palabras antes de ceñidas
en estrecho lazo / impulsarlas al ritmo del amor absoluto / - creando un poema
ardiente / abrazar los corazones. / Lanzarlas así a los trovadores / que
anuncien a todos los pueblos / la Verdad y la Libertad de las palabras y las
visiones/.
Los versos, si bien intensos, a menudo son inmaduros. El mismo Wojtyła lo admite escribiéndole al maestro Kotlarczyk. No obstante, reconoce también una «llama que ha sido encendida en mi», y que él percibe como probable fruto de la «acción de la Gracia» a la cual «es necesario saber responder con humildad». Continúa luego, «en esta dimensión, la lucha por la Poesía será la lucha por la Humildad». En 1941, Wojtyla le anticipa al amigo y maestro Kotlarczyk que al año siguiente solicitaría al cardenal Sapieha iniciar su camino hacia la ordenación sacerdotal. En 1946, año de su ordenación, publica su primera obra de la madurez, Canción sobre el Dios oculto, escrita durante los años del seminario clandestino. Leyendo su producción desde 1946 al Tríptico Romano, podríamos escoger algunas posturas vitales y constantes.
Antonio
Spadaro, S.I. “Roca al rojo vivo” La poesía de Karol Wojtyla, publicado en
Totus Tuus Nr 9 septiembre 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario