Amadísimos hermanos y hermanas1. En este domingo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, y es muy significativo que este año tenga lugar al día siguiente de la Navidad y de la apertura del gran jubileo.
Por eso, deseo felicitar de manera especial a las familias: ¡Feliz Navidad y feliz Año jubilar a todas vosotras, familias de Roma y del mundo entero! El jubileo bimilenario del nacimiento de Cristo es vuestro de modo particular, porque recuerda que Dios quiso entrar en la historia humana a través de la familia.
2. La fiesta de hoy me brinda la ocasión propicia para renovar, al inicio del Año santo 2000, un llamamiento en favor de los derechos de la familia, de la vida y de la infancia, reconocidos también por la Declaración universal de derechos del hombre. En efecto, para promover los derechos humanos es necesario defender los de la familia, puesto que a partir de ella se puede dar una respuesta plena a los desafíos del presente y del futuro.
La familia es una comunidad de amor y de vida, que se realiza cuando un hombre y una mujer se entregan de forma recíproca y total en el matrimonio, dispuestos a acoger el don de los hijos. El hombre goza desde la concepción del derecho fundamental a la vida y eso pertenece a la esencia de la ley natural y a las tradiciones de las grandes religiones, así como al espíritu del artículo 3 de la Declaración universal de derechos del hombre.
La unión entre madre y concebido y la función insustituible del padre exigen que el hijo sea acogido en una familia que le garantice, en la medida de lo posible, la presencia de ambos progenitores. La contribución específica que ofrecen a la familia, y a través de ella a la sociedad, es digno de la mayor consideración.
3. Hoy la familia necesita una especial tutela por parte de los poderes públicos, que con frecuencia se hallan sometidos a la presión de grupos interesados en que se considere derecho lo que en realidad es fruto de una mentalidad individualista y subjetivista.
"¡El futuro de la humanidad se fragua en la familia!" (Familiaris consortio, 86); y la gran familia de las naciones se construye a partir de su célula más pequeña, pero fundamental. Que Dios ilumine a los legisladores, a los gobernantes y a todas las personas de buena voluntad para que promuevan la defensa efectiva de los derechos de la familia, de la vida y de los niños.
Que nos ayude en esto la Sagrada Familia de Nazaret, que acogió y ayudó a crecer al Redentor del mundo.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
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