Del discurso de saludos navideños de Juan Pablo II al Sacro Colegio de Cardenales, a la Familia Pontificia, a la Curia y a la Prelatura romana durante la audiencia el 22 de diciembre de 1978.
“La Navidad es una fiesta de afectos domésticos: junto al niño Jesus venido como hermano nuestro, es un retorno a nuestro propio nacimiento y a través de un itinerario interior, a las raíces primeras de nuestra existencia, rodeada de los amados rostros de nuestros padres, familiares, compatriotas.
La Navidad, por tanto, es una invitación a repensar nuestro nacimiento en la realidad de las circunstancias peculiares a cada uno. Tan natural como es para mí volver con el pensamiento, al compás de recuerdos sugestivos, a mi casa y a mi Wadowice, de la misma manera es natural para cada uno de vosotros retornar a la calidez de vuestros hogares…
...Llega la Navidad, viene el señor Jesus: que pueda El encontrarnos a todos – como reza el prefacio del Adviento – vigilantes en la espera, exultantes en la alabanza, ardientes en la caridad, bajo la mirada dulcemente alentadora de Aquella, que como Madre de Jesús, fue y es también Madre nuestra.
Así sea, con mi más cordial Bendición”.
Bendícenos también a nosotros querido Padre santo desde tu ventana en el cielo, para que junto a nuestros hermanos podamos caminar en la dirección que tú nos indicaste, y unidos alrededor del Pesebre renazcamos en la fé, fortalezcamos nuestra esperanza y crezcamos en caridad.
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