El 23 de octubre de 1978, un día después de la solemne ceremonia del comienzo de su Pontificado, el Santo Padre Juan Pablo II envía una carta a los polacos, donde no oculta la arraigada pertenencia a su tan amada Polonia, su pueblo y su Iglesia. Con profunda emoción y sentida nostalgia les pide oraciones, fortaleza y confianza y les anima a oponerse a todo lo que “contraste con la dignidad humana y que degrada las costumbres de una sana sociedad, que puede a veces incluso amenazar su existencia y el bien común, que puede disminuir nuestra contribución al común patrimonio de la humanidad, de las naciones cristianas, de la Iglesia de Cristo” en tiempos aún muy difíciles en Polonia.
Queridísimos connacionales:
Os escribo esta carta el día en que a uno de los hijos de nuestra patria le ha tocado asumir el ministerio de Obispo en la Cátedra de Pedro.
No puedo dejar de dirigirme a todos vosotros, hijos e hijas de la queridísima Polonia, precisamente en este día en que, por inescrutables designios de la Providencia, me encuentro yo, hasta ahora arzobispo metropolitano de Cracovia, obligado a dejar la antiquísima cátedra de San Estanislao para asumir la sede romana de San Pedro, y con ella la solicitud por toda la Iglesia universal.
Es difícil pensar y hablar de esto sin una profundísima emoción. Parece que no basta el corazón humano —y en particular el corazón polaco— para contener tal emoción.
Faltan también palabras para expresar todos los pensamientos que en esta circunstancia se agolpan en la mente. ¿No invaden quizá tales pensamientos y sentimientos toda nuestra historia? ¿No abarcan todo el milenio durante el cual nosotros, hijos de Polonia, hemos conservado la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, a la Sede Apostólica, al patrimonio de los Santos Pedro y Pablo?
De modo especial, sin embargo, esos pensamientos y sentimientos se centran en el último período de nuestra historia: historia de la patria e historia de la Iglesia. ¡Qué difícil y qué duro ha sido ese período! […]
Venerable y querido cardenal primado: Permíteme que te diga sencillamente lo que siento. No estaría sobre la Cátedra de Pedro este Papa polaco que hoy, lleno de temor de Dios pero también de confianza, inicia un nuevo pontificado, si no hubiese sido por tu fe, que no se ha arredrado ante la cárcel y los sufrimientos. Si no hubiese sido por tu heroica esperanza, tu ilimitada confianza en la Madre de la Iglesia. Si no hubiese existido Jasna Gora y todo el período que en la historia de la Iglesia en nuestra patria abarca tu ministerio de obispo y primado[…]
Queridos connacionales: No es fácil renunciar a la vuelta a la patria, «a esos campos plateados de trigo y dorados de centeno», como escribe Mickiewicz. A esos montes y valles, lagos y ríos, a esos hombres tan queridos, a esa ciudad real. Pero si tal ha sido la voluntad de Cristo, hay que aceptarla, y por eso la acepto. Solamente pido que esa lejanía nos una aún más y nos consolide en la verdadera caridad mutua […]
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2 comentarios:
Un saludo desde el Café de Redacción!! Gracias Ljudmila!
Y muchas gracias a ti por tu visita.
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