Durante el tercer viaje a su patria, que realizaba dentro del marco del Congreso eucarístico, en la ciudad de Tarnow el Siervo de Dios Juan Pablo II beatificó a Carolina Kozka, “una hija del pueblo sencillo de Polonia, que sufrió el martirio en defensa de su castidad virginal”, la primera hija del campo polaco elevada a la gloria de los altares.
En la homilía de beatificación Juan Pablo II planteaba la desafiante pregunta:
“Los santos, ¿no están sólo para …confundir?”
“Si, -decía - también puede ser para eso. A veces es necesaria tal confusión salvìfica para ver al hombre en toda su verdad. Es necesaria, para descubrir: descubrir la jerarquía justa de valores. Es necesaria a todos nosotros, viejos y jóvenes. Aun cuando esta joven hija de la Iglesia de Tarnow, que a partir de hoy llamaremos beata, habla con su vida y con su muerte sobre todo a los jóvenes. A los jóvenes, a las jóvenes, a los hombres y a las mujeres.. Habla de la gran dignidad de la mujer, de la digitad de la persona humana. De la digitad del cuerpo. Aun cuando en este mundo sea sujeto de muerte y corruptible como lo fue su joven cuerpo sometido a la muerte por parte del asesino, pero este cuerpo humano lleva en si el signo de la inmortalidad que el hombre debe encontrar en Dios eterno y vivo mediante Cristo.
Así pues los santos existen para testimoniar la gran dignidad del hombre. Testimoniar a Cristo crucificado y resucitado. “para nosotros y para nuestra salvación”, quiere decir testimoniar al mismo tiempo la dignidad que el hombre tiene ante Dios. Testimoniar la vocación que el hombre tiene en Cristo. Carolina Kozka era conciente de esta dignidad. Conciente de esta vocación. Vivió conciente de ello y maduró en ese estado. Con la misma conciencia finalmente dio su joven vida, cuando necesitaba darla para defender su dignidad de mujer…”
“Los santos, ¿no están sólo para …confundir?”
“Si, -decía - también puede ser para eso. A veces es necesaria tal confusión salvìfica para ver al hombre en toda su verdad. Es necesaria, para descubrir: descubrir la jerarquía justa de valores. Es necesaria a todos nosotros, viejos y jóvenes. Aun cuando esta joven hija de la Iglesia de Tarnow, que a partir de hoy llamaremos beata, habla con su vida y con su muerte sobre todo a los jóvenes. A los jóvenes, a las jóvenes, a los hombres y a las mujeres.. Habla de la gran dignidad de la mujer, de la digitad de la persona humana. De la digitad del cuerpo. Aun cuando en este mundo sea sujeto de muerte y corruptible como lo fue su joven cuerpo sometido a la muerte por parte del asesino, pero este cuerpo humano lleva en si el signo de la inmortalidad que el hombre debe encontrar en Dios eterno y vivo mediante Cristo.
Así pues los santos existen para testimoniar la gran dignidad del hombre. Testimoniar a Cristo crucificado y resucitado. “para nosotros y para nuestra salvación”, quiere decir testimoniar al mismo tiempo la dignidad que el hombre tiene ante Dios. Testimoniar la vocación que el hombre tiene en Cristo. Carolina Kozka era conciente de esta dignidad. Conciente de esta vocación. Vivió conciente de ello y maduró en ese estado. Con la misma conciencia finalmente dio su joven vida, cuando necesitaba darla para defender su dignidad de mujer…”
Breve historia:
Karolina Kozka nacio el 2 de agosto de 1898 en Wal-Ruda (Tarnow) en el seno de una familia campesina, pobre, humilde y numerosa. De jovencita siguió los consejos de su director espiritual Ladislao Mendrala, quien la introdujo en la vida activa de la parroquia de su pueblo. Su tiempo libre lo dedicaba a enseñar catecismo a sus hermanos y hermanas y a los niños de casas vecinas, ayudando al mismo tiempo a ancianos y enfermos.
En mayo de 1914 recibió el sacramento de la confirmación y solo seis meses después fue agredida por un soldado ruso, arrastrada a los bosques de Wal-Ruda y oponiéndose a la violencia sexual, asesinada. Su cuerpo fue encontrado dieciséis días mas tarde y el 4 de diciembre fue sepultada en el cementerio de la parroquia.
El 18 de noviembre de 1917 por decisión del Obispo Leon Malega, Ordinario de Tarnow, el cuerpo de Karolina fue trasladado del cementerio parroquial a una tumba especial construida próxima a la Iglesia de Zabawa, iglesia donde ahora se veneran sus reliquias.
El 11 de febrero de 1965 el Obispo Jerzy Ablewicz inició el proceso por la causa de beatificación y canonización, y su martirio.
El 30 de junio de 1986 en presencia del Papa Juan Pablo II, fue proclamado el decreto de martirio de la Sierva de Dios Karolina Kozka.
Karolina Kozka nacio el 2 de agosto de 1898 en Wal-Ruda (Tarnow) en el seno de una familia campesina, pobre, humilde y numerosa. De jovencita siguió los consejos de su director espiritual Ladislao Mendrala, quien la introdujo en la vida activa de la parroquia de su pueblo. Su tiempo libre lo dedicaba a enseñar catecismo a sus hermanos y hermanas y a los niños de casas vecinas, ayudando al mismo tiempo a ancianos y enfermos.
En mayo de 1914 recibió el sacramento de la confirmación y solo seis meses después fue agredida por un soldado ruso, arrastrada a los bosques de Wal-Ruda y oponiéndose a la violencia sexual, asesinada. Su cuerpo fue encontrado dieciséis días mas tarde y el 4 de diciembre fue sepultada en el cementerio de la parroquia.
El 18 de noviembre de 1917 por decisión del Obispo Leon Malega, Ordinario de Tarnow, el cuerpo de Karolina fue trasladado del cementerio parroquial a una tumba especial construida próxima a la Iglesia de Zabawa, iglesia donde ahora se veneran sus reliquias.
El 11 de febrero de 1965 el Obispo Jerzy Ablewicz inició el proceso por la causa de beatificación y canonización, y su martirio.
El 30 de junio de 1986 en presencia del Papa Juan Pablo II, fue proclamado el decreto de martirio de la Sierva de Dios Karolina Kozka.
Su beatificación tuvo lugar el 10 de junio de 1987, durante el 3er viaje apostólico de Su Santidad a su patria.
Invito visitar
Carolina Kózka: El cuerpo de una mujer no es una cosa
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2 comentarios:
Desde luego, ante historias así una piensa cuánta gente valiente, mártir y santa ha habido en el mundo, y qué poco soy yo.
Conmovedora historia. 16 años. La edad de una de mis hijas.
Un beso
Luisa
Se me habia escapado este mensaje Luisa. Perdon y mil gracias. Un fuerte abrazo. Ljudmila
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