En el marco de los festejos del año de Slomsek, el 4 de este mes de septiembre se celebraban los 150 años de su llegada a Maribor. Hoy la Iglesia eslovena esta de fiesta otra vez. De gran fiesta, aunque la celebración principal se llevara a cabo el sábado 26 de septiembre.
Hoy conmemoramos el 10 aniversario de la beatificación del Obispo Slomšek por parte del Siervo de Dios Juan Pablo II que para la ocasión visitaba Eslovenia por segunda vez.
Hoy conmemoramos el 10 aniversario de la beatificación del Obispo Slomšek por parte del Siervo de Dios Juan Pablo II que para la ocasión visitaba Eslovenia por segunda vez.
Y si pude relatar aquella visita de una manera un poco especial y quizás algo subjetiva fue porque estuve allí presenciando la ceremonia en un lugar verdaderamente privilegiado. Todavía no lo puede creer pero hay momentos inexplicables en la vida. Hoy les cuento brevemente aquella historia que fue quizás una tenue chispa que dio inicio a un lento, silencioso comienzo de mis pasos siguiendo las huellas de Juan Pablo II:.
Si soy honesta conmigo misma ni siquiera recuerdo si mi viaje estaba planeado para estar presente en la beatificación.
Cuando estuve allí, por supuesto ya era un hecho. Con mi amiga que vive en Eslovenia cumplimos con todos los preparativos de reservas en su parroquia de Ljubljana, retiramos los ticket y entradas correspondientes, con banderines y hasta una pequeña banqueta de papel corrugado.
El domingo 19 de septiembre cuando partimos hacia la Plaza del Congreso (Kongresnik trg) donde estaban estacionados los autobuses, aun estaba oscuro, llovía y el pronóstico era malo pero se fuè amortiguado por el clima de alegría de los peregrinos.
En el ómnibus se rezo y canto mucho y hubo tiempo para intercambiar amenas charlas.
Ya no llovía cuando llegamos a Maribor, pero el cielo continuaba amenazante y por momentos peligroso.
Bajamos de los buses y en una interminable y gruesa fila integrábamos uno de los flancos que de diferentes puntos se iba acercando al predio del inolvidable encuentro en los prados de Betnava.
Dos tercios de la calle estaba destinada para peregrinos a pie y el otro pedazo para los autos de privilegio que podían llegar hasta muy cerca del lugar mismo (autoridades eclesiasticas, civiles e invitados especiales).
De repente se detiene un auto y nos llaman, con nuestros nombres. Pero era tal la sorpresa que no podiamos creer que fuesemos nosotras. ·Vamos rápido suban. Estamos sin los chicos, uno canta en el coro, otro esta entre los voluntarios…”Y subimos sin cobrar conciencia lo que nos esperaba: tercera fila de invitados especiales (en la primera Presidente, Primer Ministro, etc) Todavía me emociono cuando lo recuerdo y vuelvo a presenciarlo….
Un día que ha quedado grabado en mi profundamente en imágenes y en vivencias.
Es casi imposible explicarlo. Guardo la publicación de esa visita como un preciado tesoro.
Si soy honesta conmigo misma ni siquiera recuerdo si mi viaje estaba planeado para estar presente en la beatificación.
Cuando estuve allí, por supuesto ya era un hecho. Con mi amiga que vive en Eslovenia cumplimos con todos los preparativos de reservas en su parroquia de Ljubljana, retiramos los ticket y entradas correspondientes, con banderines y hasta una pequeña banqueta de papel corrugado.
El domingo 19 de septiembre cuando partimos hacia la Plaza del Congreso (Kongresnik trg) donde estaban estacionados los autobuses, aun estaba oscuro, llovía y el pronóstico era malo pero se fuè amortiguado por el clima de alegría de los peregrinos.
En el ómnibus se rezo y canto mucho y hubo tiempo para intercambiar amenas charlas.
Ya no llovía cuando llegamos a Maribor, pero el cielo continuaba amenazante y por momentos peligroso.
Bajamos de los buses y en una interminable y gruesa fila integrábamos uno de los flancos que de diferentes puntos se iba acercando al predio del inolvidable encuentro en los prados de Betnava.
Dos tercios de la calle estaba destinada para peregrinos a pie y el otro pedazo para los autos de privilegio que podían llegar hasta muy cerca del lugar mismo (autoridades eclesiasticas, civiles e invitados especiales).
De repente se detiene un auto y nos llaman, con nuestros nombres. Pero era tal la sorpresa que no podiamos creer que fuesemos nosotras. ·Vamos rápido suban. Estamos sin los chicos, uno canta en el coro, otro esta entre los voluntarios…”Y subimos sin cobrar conciencia lo que nos esperaba: tercera fila de invitados especiales (en la primera Presidente, Primer Ministro, etc) Todavía me emociono cuando lo recuerdo y vuelvo a presenciarlo….
Un día que ha quedado grabado en mi profundamente en imágenes y en vivencias.
Es casi imposible explicarlo. Guardo la publicación de esa visita como un preciado tesoro.
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