Juan Pablo II llegaba al Aeroparque Jorge Newbery de la Capital Federal el 6 de abril por la tarde. Desde la Catedral Metropolitana dirigió un mensaje al clero y al pueblo de Dios.
“Para que cada uno de nosotros sea piedra viva resistente, hemos de apoyarnos en el cimiento sólido de la piedad –que es un amor sincero a Jesucristo–, y de la fe cristiana, de la doctrina salvífica transmitida desde los tiempos de los Apóstoles de generación en generación, que ha sustentado al Pueblo de Dios en estos veinte siglos y lo seguirá manteniendo firme hasta el fin de los tiempos.”. Esperaba “Espero muchos frutos de esta peregrinación apostólica. Frutos de renovación espiritual, de fidelidad a la Iglesia, de servicio a los hermanos”
decia y agregaba:
“Espero muchos frutos de esta peregrinación apostólica. Frutos de renovación espiritual, de fidelidad a la Iglesia, de servicio a los hermanos”
Más tarde se dirigió a la Casa de Gobierno, a 200 mts de la Catedral, donde el presidente Alfonsín, en un gesto excepcional, recibió al Papa al pie de la escalinata que da a la calle Rivadavia. Desde allí lo acompañó hasta su despacho, donde mantuvieron una conversación privada.Luego en el Salón Blanco ante dirigentes políticos, representantes de las dos cámaras legislativas, miembros del Poder judicial y ministros y secretarios de Estado Juan Pablo II pronunció un discurso.
“Esta visita, al igual que la de hace cinco años, en sintonía con todas mis peregrinaciones apostólicas, se inscribe dentro del ministerio apostólico, esto es, del deber impuesto por el mismo Cristo a Pedro y a sus Sucesores a través de los siglos: confirmar a sus hermanos en la fe (cf Lc 22, 32) – decìa –
y agregaba
“A esta constante motivación pastoral, se añade en este viaje una circunstancia de no común relieve: vengo esta vez en tiempos de paz, con el deseo de conmemorar la feliz conclusión de la Mediación Papal entre los pueblos hermanos de Argentina y Chile en el diferendo sobre la zona austral. Ante quienes rigen los destinos del país y están dedicados de lleno a la actividad política, judicial y administrativa, quisiera hoy atestiguar que la Iglesia tiene en gran aprecio tan importante tarea El Concilio Vaticano II afirma que la política es un arte “difícil y nobilísimo” (Gaudium et spes, 75), Esta dignidad del quehacer político se pone de relieve por sí sola; basta considerar su finalidad propia, esto es, servir al hombre y a la comunidad, y promover sin cesar sus derechos y legítimas aspiraciones. Por otra parte, el fomento ininterrumpido de la moralidad pública es inseparable de las demás funciones del Estado. En efecto, sabemos muy bien que un deterioro progresivo de la moralidad pública crea peligros más o menos latentes contra los derechos y libertades del hombre, incluso contra la seguridad ciudadana; además pone en entredicho importantes valores de la educación y de la cultura común y. en definitiva, debilita los ideales que dan cohesión y sentido a la vida nacional.” El pleno restablecimiento de las instituciones democráticas constituye un momento privilegiado para que los argentinos sean cada vez más conscientes de que todos están llamados a participar responsablemente en la vida pública, cada uno desde su propio puesto. Ejerciendo sus derechos y cumpliendo sus deberes cívicos, contribuirán decisivamente al bien común del país”
En la Sede de la Nunciatura el Santo Padre celebro una reunión con el Cuerpo Diplomático.
2 comentarios:
gracias por estos dos artículos!
Gracias Marta. estoy en Bariloche. He aprendido de ti a programar:) Gracias.
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