Mientras “los medios de comunicación reflejaban su arrolladora presencia” (“La Naciòn”) el Papa Juan Pablo II iniciaba el 2do día de su viaje apostólico a la Argentina, trasladándose el martes 7 de abril de 1987 a la ciudad de Bahía Blanca, en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde fue declarado oficialmente “ “huésped ilustrísimo” y el Intendente Municipal Dr. Juan Carlos Cabirón. le entregaba las llaves de la ciudad.
Allí fue recibido por unas 130.000 personas con el canto «Gracias, Juan Pablo», compuesto con motivo de esta visita por el músico local Walter Giménez.
Allí fue recibido por unas 130.000 personas con el canto «Gracias, Juan Pablo», compuesto con motivo de esta visita por el músico local Walter Giménez.
La Homilía en la Eucaristía celebrada se basó en «la evangelización del mundo rural».
“Ojalá que todas vuestras tareas, se conviertan por medio de Cristo en “hostias vivas”, en trabajo redentor y santificador. De esta manera, daréis una mano también vosotros, los hombres del campo, a consolidar las bases de un auténtico humanismo cristiano y de una liberadora teología del trabajo”
decìa su Mensaje y advertìa: .
“no os dejéis fascinar por esa efigie moderna de la avaricia que es el consumismo, el cual os llevaría a perder vuestras sanas costumbres humanas y familiares, y esa hermosa virtud de los hombres del campo que es la solidaridad”
El Papa llamò a
“cultivar la vida espiritual” y “Con la mirada puesta en Dios… santificaros sin apartaros de vuestras ocupaciones “diarias, en el campo, en la familia, en el trato de amistad, en las diversiones, en el descanso”
“ a superar de una vez para siempre las condiciones de inferioridad que sufren ciertos sectores del mundo rural, lo cual les lleva a la convicción de sentirse socialmente marginados”.”
No se olvido de la juventud rural, del futuro del campo y las condiciones de vida:
“Urge, sobretodo, formar de un modo pleno a la juventud rural, con una adecuada preparación en el terreno profesional, humano y cristiano para que se pueda dar una válida respuesta a las exigencias de la moderna sociedad argentina.. Recoged el desafío propio de nuestro tiempo, para organizar en el agro una asistencia técnica y cultural que sea eficaz: que la profesionalidad del agricultor le devuelva su amor a la tierra; que pueda disfrutar de una auténtica tutela legal, él y su familia, en caso de enfermedad, vejez o cesantía; que los salarios se rijan por la dignidad del hombre que trabaja y sus necesidades personales y familiares, y no por la fría y. a veces, inhumana ley del mercado. En una palabra: que las condiciones de vida rural sean auténticamente humanas y dignas de los ciudadanos de la misma patria y dignas de los hijos de Dios.
Y recordaba conceptos de su Encíclica . (Laborem Exercens.
“Ojalá que todas vuestras tareas, se conviertan por medio de Cristo en “hostias vivas”, en trabajo redentor y santificador. De esta manera, daréis una mano también vosotros, los hombres del campo, a consolidar las bases de un auténtico humanismo cristiano y de una liberadora teología del trabajo”
decìa su Mensaje y advertìa: .
“no os dejéis fascinar por esa efigie moderna de la avaricia que es el consumismo, el cual os llevaría a perder vuestras sanas costumbres humanas y familiares, y esa hermosa virtud de los hombres del campo que es la solidaridad”
El Papa llamò a
“cultivar la vida espiritual” y “Con la mirada puesta en Dios… santificaros sin apartaros de vuestras ocupaciones “diarias, en el campo, en la familia, en el trato de amistad, en las diversiones, en el descanso”
“ a superar de una vez para siempre las condiciones de inferioridad que sufren ciertos sectores del mundo rural, lo cual les lleva a la convicción de sentirse socialmente marginados”.”
No se olvido de la juventud rural, del futuro del campo y las condiciones de vida:
“Urge, sobretodo, formar de un modo pleno a la juventud rural, con una adecuada preparación en el terreno profesional, humano y cristiano para que se pueda dar una válida respuesta a las exigencias de la moderna sociedad argentina.. Recoged el desafío propio de nuestro tiempo, para organizar en el agro una asistencia técnica y cultural que sea eficaz: que la profesionalidad del agricultor le devuelva su amor a la tierra; que pueda disfrutar de una auténtica tutela legal, él y su familia, en caso de enfermedad, vejez o cesantía; que los salarios se rijan por la dignidad del hombre que trabaja y sus necesidades personales y familiares, y no por la fría y. a veces, inhumana ley del mercado. En una palabra: que las condiciones de vida rural sean auténticamente humanas y dignas de los ciudadanos de la misma patria y dignas de los hijos de Dios.
Y recordaba conceptos de su Encíclica . (Laborem Exercens.
“En el encuentro con el mundo rural en Bahía Blanca, exhorté a lograr que el trabajo, elevándose en Cristo a la categoría de redención, contribuya a consolidar las bases de un auténtico humanismo cristiano”;
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