“Bautizados por el don del espíritu hemos obtenido los dones divinos. No defraudemos a ese espíritu ya que tenemos una misión que cumplir ante los demás. El mundo agoniza sediento de Dios. Sed de un Dios que nosotros hemos de dar a conocer. Pero ¿cómo será posible si estamos también nosotros sedientos de Dios? ¿Cómo será posible si no recurrimos a la fuente del agua de la vida? Muchas veces nos conformamos con la misa dominical y nada queremos de un compromiso más profundo. Nos cuesta participar más plenamente de la vida de la Iglesia, ya en sus obras de evangelización como en las de caridad. No tenemos tiempo para reflexionar en serio sobre nuestra fe y sus alcances concretos en la vida de cada día, aunque muchas veces damos cátedra de nuestra aparente sabiduría cumpliéndose en nosotros aquellas palabras del evangelio….”guías ciegos que guían a otros ciegos….y ambos caen en el hoyo”. No busquemos el don de Dios sólo para nosotros. Si bebemos del agua –el espíritu- que nos da Cristo, su palabra, su vida, su ejemplo, tenemos que ser manantial para que otros beban de manera que “el agua que yo daré se convertirá en él en manantial que brota hasta la vida eterna”. Si no somos manantial de vida nueva en el que otros encuentren la vida verdadera, ¿no será que todavía nos falta el agua que nos da Cristo? Quiera Dios sepamos repetir con el salmista “mi alma tiene sed de Dios, ¿cuándo llegaré a ver su rostro?” (Salmo 41). La esperanza no defrauda, nos dice hoy San Pablo, busquemos a Cristo y bebamos en Él el agua de la vida que apaga la sed de Dios. Del costado abierto de Cristo –roca viva- brotó sangre y agua, significando la eucaristía que nos nutre y, el bautismo que nos permitió recibir el don del Espíritu. Renovemos, pues, cada día, el compromiso de bautizados haciéndolo presente a Jesús en la sociedad en la que vivimos, y con la fuerza expansiva del amor divino que nace de nuestra unión con el Cristo eucarístico, busquemos transformar la sociedad de nuestro tiempo.”
Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina.
(Tercera parte de la Homilía en el domingo III° de Cuaresma ciclo “A”. 27 de Marzo de 2011)
2 comentarios:
Pues es verdad. La fe hay que madurarla y ser responsable con el don que es el haberla recibido. No está solo para nuestro bien, sino para el bien común de todos.
Gracias Sacramento por tu visita y tu comentario. Un abrazo. Ljudmila
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