Despedida de Jasna Gora - 6 de junio 1979
Es tradición que los peregrinos antes de abandonar Czestochowa se despiden de la Virgen y así también lo hizo el Papa peregrino. En su primer visita como Papa, antes de partir hacia Krakow, se postró a los pies de “su” Madre y pronunció un discurso-plegaria:
Es tradición que los peregrinos antes de abandonar Czestochowa se despiden de la Virgen y así también lo hizo el Papa peregrino. En su primer visita como Papa, antes de partir hacia Krakow, se postró a los pies de “su” Madre y pronunció un discurso-plegaria:
"Señora Nuestra de Jasna Gora!
…recuerdo muchas de estas visitas de despedida, de estas audiencias particulares que Tú, oh Madre de Jasna Gora! Me has concedido cuando yo era aún estudiante de bachillerato y venia aquí con mi padre o con la peregrinación de toda la parroquia natal de Wadowice. Recuerdo la audiencia que me concediste a mi y a mis compañeros cuando llegábamos aquí clandestinamente, como representantes de la juventud universitaria de Krakow, durante la terrible ocupación, para no interrumpir la continuidad de las peregrinaciones universitarias a Jasna Gora iniciadas en el memorable año 1936. Recuerdo tantas otras despedidas de Ti, tantos otros momentos de separación, cuando venía como consiliario espiritual de los jóvenes y más tarde como obispo guiando las peregrinaciones de los sacerdotes de la archidiócesis de Krakow.
Hoy he venido a Ti, Señora Nuestra de Jasna Gora, con el venerable primado de Polonia, con el arzobispo de Krakow, con el obispo de Czestochowa, y con todo el Episcopado de mi patria para despedirme una vez más y para pedirte la bendición para mi viaje. Vengo aquí después de estos dias pasados con ellos – y con tantos otros peregrinos – como primer servidor de tu Hijo y Sucesor de San Pedro en la Cátedra Romana. Es verdaderamente inefable el significado de esta peregrinación. No intentaré ni siquiera buscar palabras para expresar lo que ha sido para mí y para todos nosotros y lo que no cesará de ser. Perdona, pues, Madre de la Iglesia y Reina de Polonia, que todos nosotros te demos las gracias únicamente con el silencio de nuestros corazones. Con este silencio te cantamos nuestro “prefacio” de despedida.
…..
Madre de la Iglesia de Monteclaro! Una vez más me consagro a Ti “en tu materna esclavitud de amor: Totus Tuus! Soy todo tuyo! Te consagro la Iglesia entera, en todas partes, hasta los confines de la tierra. Te consagro toda la humanidad: te consagro los hombres, mis hermanos., todos los pueblos y naciones. Te consagro Europa y todos los continentes. Te consagro Roma y Polonia unidas, a través de tu siervo, por un nuevo vínculo de amor.
Madre ¡acepta!
Madre, ¡no nos abandones!
Madre, ¡guiános Tu!"
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