La segunda jornada de Juan Pablo II en Polonia – domingo 3 de junio de 1979 – coincidió con la solemnidad de Pentecostés y se inició con una misa para la juventud universitaria a las 7 de la mañana, en la plaza de la iglesia de Santa Ana, en Varsovia.
A los miles de jóvenes universitarios que se congregaron junto a él, desbordando entusiasmo primaveral, tras haber pasado la noche en vigilia de oración, les recordó en su homilía que también él habia sido estudiante universitario y que veia en ellos “en cierto sentido, a mis colegas más jóvenes”.
Era el dia de Pentecostés, un dia que las palabras “Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor” resonaban “particularmente fervientes” decía el Santo Padre.
Juntos reflexionaron sobre los dones del Espiritu Santo. El queria que ese encuentro “frente al cenáculo de nuestra historia, historia de la Iglesia y de la nación, sea sobre todo una oración para obtener los dones del Espíritu Santo.”
Recordando un librito que el habia recibido de su padre “queria orar con los jóvenes por los dones de la sabiduría, del entendimiento, del consejo, de la fortaleza, de la ciencia, de la piedad, del sentido del valor sagrado de la vida, de la dignidad humana, de la santidad del alma y del cuerpo humano, y en, fin, por el don de temor de Dios, del que dice el Salmista que es el principio de la sabiduría”.
Les prometió que recorriendo el camino de su peregrinación a lo largo de Polonia, pediría con todo el corazón al Espíritu Santo que les conceda esa sabiduría, esa conciencia del valor y del sentido de la vida.
Un futuro así quería para ellos y para Polonia!
Era el dia de Pentecostés, un dia que las palabras “Ven Espiritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor” resonaban “particularmente fervientes” decía el Santo Padre.
Juntos reflexionaron sobre los dones del Espiritu Santo. El queria que ese encuentro “frente al cenáculo de nuestra historia, historia de la Iglesia y de la nación, sea sobre todo una oración para obtener los dones del Espíritu Santo.”
Recordando un librito que el habia recibido de su padre “queria orar con los jóvenes por los dones de la sabiduría, del entendimiento, del consejo, de la fortaleza, de la ciencia, de la piedad, del sentido del valor sagrado de la vida, de la dignidad humana, de la santidad del alma y del cuerpo humano, y en, fin, por el don de temor de Dios, del que dice el Salmista que es el principio de la sabiduría”.
Les prometió que recorriendo el camino de su peregrinación a lo largo de Polonia, pediría con todo el corazón al Espíritu Santo que les conceda esa sabiduría, esa conciencia del valor y del sentido de la vida.
Un futuro así quería para ellos y para Polonia!
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