Primer mártir del comunismo del Este europeo, el Obispo búlgaro Eugenio Bossilkov, fue torturado y fusilado tras un breve "proceso-farsa” tan comunes en los paises donde gobernaba el comunismo, tras negarse a aceptar una ley ad-hoc para separar la comunidad católica búlgara del Vaticano.
El obispo Bossilkov nació en el pueblo de Belene cerca de la orilla búlgara del río Danubio en el 1900, ingresó muy joven al seminario de los pasionistas y fue ordenado sacerdote el 20 de Julio de 1926. Durante la guerra, Bossilkov salvó la vida de miles de judíos, convirtiéndose en un nexo importante entre el mundo católico y los cristianos ortodoxos. El 26 de Julio de 1947 Eugenio Bessilkov fue nombrado Obispo, consagrado el 7 de Octubre. En 1948 viajó a Roma. Cuando le aconsejaron que no volviese a Bulgaria respondió “Yo soy pastor de mi grey. No puedo abandonarla”. El régimen intentó convencerlo que si se separaban de Roma sería puesto a la cabeza de la Iglesia Catolica Nacional, Al no aceptar fue apresado, procesado y acusado de espía del Vaticano y fusilado el 11 de noviembre de 1952 junto a tres religiosos asuncionistas búlgaros. Recién se supo de su ejecución después de la caída de los regimenes comunistas de los paises satélites de la ex Union Soviética. Se dice que fueron enterrados en una fosa común, pero sus cuerpos nunca fueron encontrados.
El caso del obispo Bossilkov es emblemático de lo que acontecía en los paises donde reinaba el comunismo. Las persecuciones, los procesos, las presiones, el terror y las amenazas, los fusilamientos y las torturas eran parte de la vida diaria. Tanta tragedia, tanto odio es difícil de explicar y transmitir y aquellos que lo vivieron poco han hablado. Después de algunos años y asumido el fuerte simbolismo de la caida del Muro y el dominó que fué arrastrando uno a uno los diversos gobiernos comunistas, lentamente, quizas demasiado calladamente, se fueron levantando voces poco a poco, abriendo fosas, descubriendo verdades de la tragedia de tantos pueblos crucificados. Queda aún tanto por descubrir...
Asi expresó esa realidad el Santo Padre Juan Pablo II en su homilía durante la solemne beatificación del Obispo Bossilkov el 15 de marzo de 1998:
“Siguiendo fielmente el carisma del fundador de su congregación, san Pablo de la Cruz, el Obispo Bossilkov cultivó intensamente la espiritualidad de la Pasión. Además, se dedicó sin reservas al servicio pastoral de la comunidad cristiana que se le había confiado, afrontando con valentía la prueba suprema del martirio. Monseñor Bossilkov se ha convertido así en una gloria resplandeciente de la Iglesia en su patria. Testigo intrépido de la cruz de Cristo, fue una de las numerosas víctimas que el comunismo ateo sacrificó, tanto en Bulgaria como en otros países, según su programa de aniquilación de la Iglesia. En esos tiempos de dura persecución, muchos dirigieron su mirada hacia él, y el ejemplo de su valentía les dio fuerza para permanecer fieles al Evangelio hasta el fin. En este día de fiesta para la nación búlgara, me alegra rendir homenaje a cuantos, como monseñor Bossilkov, pagaron con la vida su adhesión sin reservas a la fe recibida en el bautismo….. Cuando la hostilidad del régimen comunista contra la Iglesia se hizo más fuerte y amenazadora, el beato Bossilkov quiso permanecer junto a su gente, aunque sabía que eso significaba arriesgar su vida. No tuvo miedo de afrontar la tormenta de la persecución. Cuando intuyó que se acercaba el momento de la prueba suprema, escribió al superior de su provincia religiosa: «Tengo la valentía de vivir; espero tenerla también para soportar lo peor, permaneciendo fiel a Cristo, al Papa y a la Iglesia» (Carta XIV)…...
“Siguiendo fielmente el carisma del fundador de su congregación, san Pablo de la Cruz, el Obispo Bossilkov cultivó intensamente la espiritualidad de la Pasión. Además, se dedicó sin reservas al servicio pastoral de la comunidad cristiana que se le había confiado, afrontando con valentía la prueba suprema del martirio. Monseñor Bossilkov se ha convertido así en una gloria resplandeciente de la Iglesia en su patria. Testigo intrépido de la cruz de Cristo, fue una de las numerosas víctimas que el comunismo ateo sacrificó, tanto en Bulgaria como en otros países, según su programa de aniquilación de la Iglesia. En esos tiempos de dura persecución, muchos dirigieron su mirada hacia él, y el ejemplo de su valentía les dio fuerza para permanecer fieles al Evangelio hasta el fin. En este día de fiesta para la nación búlgara, me alegra rendir homenaje a cuantos, como monseñor Bossilkov, pagaron con la vida su adhesión sin reservas a la fe recibida en el bautismo….. Cuando la hostilidad del régimen comunista contra la Iglesia se hizo más fuerte y amenazadora, el beato Bossilkov quiso permanecer junto a su gente, aunque sabía que eso significaba arriesgar su vida. No tuvo miedo de afrontar la tormenta de la persecución. Cuando intuyó que se acercaba el momento de la prueba suprema, escribió al superior de su provincia religiosa: «Tengo la valentía de vivir; espero tenerla también para soportar lo peor, permaneciendo fiel a Cristo, al Papa y a la Iglesia» (Carta XIV)…...
¡Qué gran motivo de aliento para cuantos padecen aún hoy injusticias y oprobios a causa de su fe!
No hay comentarios:
Publicar un comentario